Un error, un gol, una victoria
Un fallo de Casilla facilita el triunfo a la Real frente al Espanyol, de chasco en chasco
Hay partidos que se definen por la genialidad, otros por la casualidad o por las decisiones arbitrales. Pero hay partidos que se definen por un error como hay batallas que se ganan por los errores ajenos. Y Kiko Casilla cometió uno de bulto porque reunió el fallo clamoroso al intentar ceder el balón con el pie a un compañero con un exceso de confianza mayúsculo al realizar la acción mirando al otro lado. Eso a Magic Johnson le salía de cine, pero a Casilla le condenó a protagonizar el gol tonto de la jornada. Canales, que estaba allí por si sucedía lo que no suele suceder, recogió el balón y lo impulsó a la red con la alegría que da abrir regalos inesperados.
Real Sociedad, 1-Espanyol, 0
Real Sociedad: Rulli; Zaldua, Ansotegi, Íñigo Martínez, Yuri; Granero (Bergara, m. 74), Rubén Pardo; Canales, Xabi Prieto, Chory Castro (Hervías, m. 74); y Agirretxe. No utilizados: Zubikarai, Elustondo, Finnbogason, De la Bella y Capilla.
Espanyol: Casilla; Arbilla (Stuani, m. 76), Álvaro, Héctor Moreno, Duarte; Lucas Vázquez, Abraham, Javi López, Víctor Sánchez (Montañés, m. 65); Sergio García y Caicedo. No utilizados: Pau, Mattioni, Víctor Álvarez, Salva Sevilla y Colotto.
Gol: 1-0. M.38. Canales
Árbitro: Prieto Iglesias. Amonestó a Víctor Sánchez, Bergara, Colotto (en el banquillo) y Rubén Pardo
23.329 espectadores en Anoeta
No es que el partido fuera solo eso, pero sobre todo fue eso, porque ocurrió cuando el Espanyol mejor manejaba el juego y respondía con solvencia a una Real Sociedad más atolondrada y con falta de continuidad. Digamos que el césped de Anoeta era una pizarra llena de flechas y movimientos, pero con trazo grueso. Había muchos jugadores ofensivos en el Espanyol, pero lo cierto es que Rulli no tuvo que efectuar ninguna parada en los 92 minutos que duró el partido. La Real tampoco exigía nada de Kiko Casilla por más que Agirretxe anduviera de acá para allá forcejeando con los dos centrales espanyolistas (Álvaro y Héctor Moreno) o que Chory Castro se diera el acostumbrado palizón poniendo velocidad de vértigo a cada contragolpe.
Pasar, no pasaba nada hasta que Casilla cometió el error que al final resultó decisivo. Porque la esperada reacción rabiosa del equipo de Sergio Sánchez no llegó hasta que muy al final el fútbol se partió, fruto del cansancio. Y, sin embargo, la Real, tranquilizada por la ventaja supo qué hacer, especialmente cuando Xabi Prieto se fue a la banda derecha dejando cadáveres en cada acción. Todo el vértigo del juego se convertía en pausa cuando Prieto tiró de repertorio y desde su costado nacieron las oportunidades de Agirretxe, poco clarividente.
Sergio González decidió que era hora de iniciar la aventura. Tiró la pizarra y apeló a Montañés para su escasa banda izquierda, y a Stuani para que en vez de dos fueran tres los delanteros que buscaran el gol. Todo para un cabezazo de Caicedo, en una falta de Abraham, que midió los reflejos del tranquilísimo Rulli. Un gol era una distancia enorme para los dos equipos Y quiso el infortunio posarse en la bota derecha de Casilla para que la distancia fuera favorable a la Real y desértica para el Espanyol. Descabalgado de la final de Copa y derrotado en Anoeta, la semana del Espanyol fue de las que no se olvidan aunque se quieran olvidar por la vía rápida. Es lo que tiene ir de chasco en chasco. Que produce chasquidos.
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