Lucas Silva, el alumno aplicado
Ancelotti prescinde de Illarramendi y da la alternativa al centrocampista brasileño, que en su estreno en la competición europea acierta en el 91% de sus desplazamientos
Alemania, escenario de alto calibre futbolístico, ha dejado una profunda cicatriz en la carrera del joven Asier Illarramendi. El curso pasado, el centrocampista vasco padeció lo indecible en la volcánica noche de Dortmund, frente al Borussia, cuando el técnico Carlo Ancelotti decidió alinearlo como titular en la vuelta de los cuartos y el medio no estuvo a la altura. Desbordado por la atmósfera y los rivales, vivió una auténtica pesadilla que aún le persigue. Aquel día, Illarramendi perdió la confianza de Carlo Ancelotti, que percibe en él un buen remiendo para citas de menor calado que las continentales, pero adivina lagunas impropias en un jugador al que, considera, aún le falta un punto de cocción.
El medio se desenvuelve como buen observador, como un intérprete avezado del juego
Anoche, El Palomo, como es conocido en el vestuario blanco, presenció el duelo frente al Schalke desde el banquillo. Sólo dispuso de seis minutos residuales, al final. Ancelotti tenía dos opciones: ofrecerle una reválida y darle una espaldarazo, desmarcándose de la opinión general de la grada del Bernabéu, o bien enviarle un nuevo mensaje entre líneas. Y al técnico italiano, al que los 40 millones de euros que pagó su presidente por el jugador hace dos años no le condicionan lo más mínimo, no le tembló el pulso. Illarra, sentado en la banqueta. Otra vez. "Puse a Lucas porque era el más fresco físicamente”, adujo el preparador. “No jugó el domingo y su condición física había mejorado".
No era una velada que invitase a las florituras. El aroma a azufre de la cuenca del Rhur, el césped picado de Gelsenkirchen y la posibilidad de sobreexponer a un recién llegado no impidieron que el entrenador transalpino se decantase por Lucas Silva, que ya disputó unos minutos el pasado sábado contra el Deportivo en la Liga, pero que todavía no había hecho su premiere en la Champions. Reclutado en el mercado de invierno del Cruzeiro, a cambio de 14 millones, el brasileño es un alumno aplicado, de esos a los que no les gusta armar bulla y acatan sin rechistar el discurso del profesor.
Desde que puso el pie en Chamartín, como parche ante la caída de Modric y los reiterados problemas de Khedira, el centrocampista se desenvuelve como buen observador, como un intérprete avezado pese a que sólo acumula 22 primaveras y acaba de aterrizar en un marco tan complejo y ciclotímico como el de Chamartín. Bien asesorado, durante sus primeras semanas en el Madrid se ha ceñido a cumplir órdenes y a intentar ganarse el respeto de un vestuario muy jerarquizado, que echa en falta un buen escudero para que Kroos tenga más libertad de maniobra y no tenga que recorrer tantos kilómetros cada partido.
Optó por una demostración práctica para evitar los fantasmas que aún acechan a Illarra
Por eso ayer, sobre el maltrecho verde del Veltins Arena, el brasileño se ciñó a las exigencias del guion. Ningún adorno, cero aderezos, ninguna acción por la que pudiera ganarse el reproche de sus nuevos compañeros o de su técnico. Desde el interior derecho, optó por una demostración práctica y minimalista para evitar los fantasmas que todavía acechan la mente de Illarramendi. En la línea general del Madrid, cumplió con un juego pulcro y sin aditivos, nada de osadías. Y eso que comenzó la noche con una falta peligrosa sobre Höger, en la frontal del área. Después se atrevió con un disparo lejano y a partir de ahí, ocho robos y una secuencia prolongada de pases al primer o segundo toque, no más: de los 57 que firmó, 52 llegaron a su destinatario. Un 91% de efectividad, al igual que Isco. Sólo Kroos, el jefe de operaciones, metrónomo del Madrid, rubricó un rendimiento superior en ese apartado con un 94% de acierto.
"Demostró orden y personalidad en el campo, jugando con sencillez y con ideas buenas", destacó tras el encuentro Ancelotti; "me ha sorprendido porque no es fácil jugar en este club por primera vez como él lo ha hecho con 22 años. Tiene una personalidad bastante sorprendente”. Y también una buena capacidad de adaptación. "Me siento integrado", confesó el protagonista después de pasar por la ducha. Y lo agradece el Madrid.
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