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El muestrario del Atlético

El campeón se mantiene vivo en la pelea por el título enseñando su variedad de recursos

Ladislao J. Moñino
Jugadores atléticos celebran uno de los goles contra el Madrid.
Jugadores atléticos celebran uno de los goles contra el Madrid.Felipe Sevillano

Las declaraciones de los jugadores del Atlético antes y después del derbi desenterraron el verdadero pensamiento del vestuario, tan propenso desde las directrices de su entrenador a ocultar sus sueños de campeón. La posibilidad de quedar a 10 puntos del líder y despedir la renovación del título puso a flor de piel el sentimiento del grupo. Godín, Siqueira, Miranda, Gabi y hasta Simeone señalaron la trascendencia de la victoria para seguir soplándole la nuca al Madrid y al Barça.

El partido, además, ha disparado las expectativas por el juego desarrollado. "Siempre jugamos como creemos, dominamos muchas facetas del juego, la estrategia, el juego combinativo, el contragolpe, el repliegue…", respondió Gabi al ser cuestionado por el estilo del equipo. La avasalladora superioridad del Atlético tuvo todo el recetario de los equipos con oficio. El Atlético dibujó uno de esos partidos perfectos que dejan huellas nítidas para descifrarlos tramo a tramo. De salida ganó los espacios en el medio para imponerse en los balones largos y en las segundas jugadas y luego buscó machaconamente el agujero que preveía en la bandas hasta hacer el primer gol. Simeone se refirió a Griezmann y a Arda para definir parte de su plan ofensivo: "Necesitábamos técnica y velocidad ". Las transiciones fueron rápidas y puntiagudas y ahí, aplicando el argot del baloncesto, fue decisivo que Mandzukic ejerciera de tráiler por los costados en vez de ralentizarlos por el centro. Por ahí encontró Simeone una vía para poder jugar a la contra con el croata, un imposible hasta el sábado.

"Luego vino la calma tensa", dicen en el vestuario para describir cómo manejaron el partido para seguir atacando sin permitir contragolpes. Cuando percibió el desplome del Madrid, el Atlético lo remató con los tiempos adecuados en el juego combinativo, acelerándolo y desacelerándolo con mucho criterio hasta madurar otros tres goles.

En los cuatro tantos del Atlético afloró el arsenal de recursos que maneja. En el primero y en el segundo, apareció la profundidad de los laterales, la capacidad de Mandzukic para bajar balones donde hacen daño de verdad, en el área y sus alrededores, y la llegada de jugadores desde la segunda línea para finalizar. Tiago se asomó al área en el primer gol, y Saúl, que también inició la jugada, lo hizo en el segundo. El canterano también apareció en el segundo palo para dejarle de cabeza a Griezmann el 3-0. El origen de las jugadas fue otra prueba del muestrario rojiblanco. El 1-0 y el 3-0 se iniciaron en sendos saques de banda, mientras que el 2-0 y el 4-0 brotaron de dos robos de balón que originaron sendos contragolpes.

La exhibición del Atlético no puede tampoco entenderse sin su despliegue físico. Necesitaba tener un voltaje alto para ejecutar ese tipo de partido y llegó a la cita a punto. La eliminación de la Copa le ha permitido al profesor Ortega afinar lo que denomina "resistencia a la fuerza". El concepto viene a explicar que el equipo estaba preparado para ejecutar con reiteración todos los movimientos con y sin balón que necesitara. Los datos sobre el estado físico revelan que desde que llegó Simeone nunca el equipo había estado tan bien en enero y en el inicio de febrero. Los dos partidos de Copa con el Barcelona fueron reveladores en ese sentido. No se recordaba a un equipo que hubiera ejercido durante tanto tiempo una presión tan alta a los azulgrana.

Del primer tiempo del partido de vuelta con los azulgrana el Atlético aprendió la lección de no dejarse llevar por la euforia del marcador, pero también fue parte del embrión de la confianza con la que jugó primero ante el Eibar y después contra el Madrid. El primer tiempo, pese a dejar sentenciada la eliminatoria con el 2-3, dejó entre los jugadores y el cuerpo técnico ciertos aires de victoria moral. Tanto que hasta el propio Simeone se atrevió a decir que sin la expulsión de Gabi el equipo podría haberle dado la vuelta a la eliminatoria. La frase sonó a farol, pero si hay algo que han demostrado los jugadores del Atlético es que lo imposible es posible cuando hacen suya una de las frases de cabecera de su técnico: "Siempre hay que creer".

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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