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La sombra de Vela persigue a la Real

Nolito rescata un punto para el Celta y los donostiarras siguen sin ganar sin el mexicano

Yuri lucha con Santi Mina.
Yuri lucha con Santi Mina.Javier Etxezarreta (EFE)

Lo bueno de jugar sin frenos es que no hay tiempo para el aburrimiento. Tras una buena o mala jugada apenas hay unos segundos para lamentarse o celebrarlo. No era el frío lo que hacía correr a la Real y al Celta, que en peores garitas han hecho guardia, sino que los propulsaban sus urgencias, porque ambos miraban y veían, a una cierta distancia el tamaño del precipicio por donde se advierte el abismo.

El problema de jugar con la cadena suelta (que dicen los ciclistas) es que los errores son más frecuentes porque la velocidad exige un nivel de calidad que no está al alcance de cualquiera. La pausa era una figura retórica. Más aún a raíz del gol de Agirretxe que fue una suma de habilidades personales. La primera de Granero sentando al defensor y colgando un centro blanco pero preciso; la segunda de Xabi Prieto ganando la acción a su oponente y, en vista de la blandura del servicio, optó por asistir con la cabeza a Agirretxe que, también de cabeza lo envió a la red a un palmo del portero Sergio.

Real Sociedad, 1 - Celta, 1

Real Sociedad: Rulli; Zaldua, Mikel González (Elustondo, m. 81), Íñigo Martínez, Yuri; Granero, Rubén Pardo; Canales, Xabi Prieto, Chory Castro (Zurutuza, m. 69); y Agirretxe (Finnbogasson, m. 69). No utilizados: Zubikarai, Bergara, De la Bella y Hervías.

Celta: Sergio; Sergi Gómez (Bongonda, m. 65), Fontás, Cabral, Jonny; Krohn Dehli, Augusto: Santi Mina (Pablo Hernández, m. 89, Álex López (Charles, m. 80), Nolito; y Larrivey. No utilizados: Rubén, Madinda, Planas y Borja Fernández.

Árbitro: Jaime Latre. Amonestó a Mikel González, Granero, Augusto, Álex López, Agirretxe, Cabral, Zaldua, Rubén Pardo y Jonny

Goles: 1-0. M. 8. Agirretxe. 1-1. M. 84. Nolito.

14.836 espectadores en Anoeta.

El gol valía su peso en oro. Le daba ventaja, aceleraba aún más los nervios del Celta y a la Real se los quitaba por la ausencia de Vela, de baja para dos meses. El gol excitó al Celta que encontró una marcha más para cercar el campo de la Real con la insistencia de los desesperados. Pero cuando se asalta a un rival, que se guarece con uñas y dientes, los laterales son básicos para abrir el campo. Y el Celta no los tenía: Jonny, a pie cambiado, era la mitad de lo que es y Sergi Gómez es un central reconvertido y eso se nota. La Real era todo lo contrario: sus laterales eran como espadas afiladas y el partido tenía el espíritu, el corazón y el alma de Zaldua, serenamente desbocado e incansable. El cerebro lo ponía Xabi Prieto. Y las ocasiones. Al cuarto de hora ya tuvo la segunda en un centro magnífico de Chory Castro que el delantero malgastó apuntando al cuerpo del portero.

Pasó el agobio de la rabia celeste (ayer de verde) y la Real se armó sin fisuras. Un par de contragolpes y el resto a poner candados a todos los caminos. Entre las asignaturas pendientes del Celta hay una que necesita un intensivo. Su último pase resultaba descorazonador para el equipo. Su orilla muere muy lejos del área. Un remate de Santi Mina en la segunda mitad fue su único disparo.

Pero el fútbol guarda balas en cualquier costal. Y Nolito tiene alma de francotirador. Zaldua, enorme, le había cerrado los ojos. Aburrido, Nolito se tiró hacia el centro, dejándole el costado al debutante Bongonda. Y su gol fue un acto de precisión suprema. De espaldas a la portería giró 45 grados y soltó un derechazo al palo contrario que golpeó el hierro que sostiene la red. Todo el trabajo defensivo de la Real saltó por los aires. Los hechizos tienen su nombre propio. Fue Nolito, pero fue también Vela, porque sin el mexicano jamás había ganado la Real. Parecía que se deshacía el entuerto, pero sigue vigente.

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