_
_
_
_

El Celta vuelve a sonreír

Berizzo salva el puesto al ganar después de tres meses en blanco y tras un final polémico

Nolita celebra su gol.
Nolita celebra su gol.LALO R. VILLAR (DIARIO AS)

Volvió a ganar el Celta, que no lo hacía desde el primer día de noviembre y vivía con la agria sensación de jugar por menos de lo que se merece por su despliegue futbolístico. Cantó victoria tras un partido en el que pasó por todos los estados posibles, atormentado al inicio por no ver puerta, aliviado al conseguirlo en los primeros minutos de la segunda parte, azuzado por el rival en los minutos finales y afortunado por una opereta arbitral en los instantes finales de un partido en el que hizo más que un digno Córdoba por ganarlo.

El Celta salió indomable y vertical, con algún retoque táctico que le dio galones a Augusto por delante de la zaga y ayudó a que el juego fluyera con continuidad, con rapidez en la circulación, un aluvión que sometió al Córdoba, que tenía una cierta dinamita en el ataque. La mostró al fabricar Ghilas una opción de gol que Heldon pasaportó con un hábil taconazo para que Sergio Álvarez se luciese, pero también estaba incómodo en el repliegue, desajustado en las ayudas y demasiado acunado en su área. Encontró vías el Celta a partir del estrépito, de la velocidad y el frenesí, generó un inventario de llegadas que convirtió el primer cuarto de hora en un baño, un ejercicio de tiro que, con todo, careció de puntería.

Celta, 1 - Córdoba, 0

Celta: Sergio Álvarez; Sergi Gómez, Cabral, Fontàs, Planas; Krohn-Dehli, Augusto (Hernández, m. 89); Santi Mina (Álex López, m. 67), Orellana (Radoja, m. 78), Nolito; y Larrivey. No utilizados: Rubén Blanco, Samu, Radoja, Bongonda y Charles.

Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Pantic, Crespo, Edimar; Deivid (Borja García, m. 77), Rossi; Bebé, Heldon (Abel, m. 45), Ghilas; y Florin. No utilizados: Saizar, Iago Bouzón, Campabadal, Fede Vico y José Fran.

Árbitro: J. A. Teixeira Vitienes. Amonestó a Orellana, Santi Mina, Heldon, Bebé, Abel. Expulsó al técnico local Berizzo.

Goles: 1-0. m. 55, Nolito

Balaídos. 15.502 espectadores.

El gol se le escapó al Celta a un palmo de los palos, en las manoplas de Juan Carlos, en el desacierto de sus delanteros. Todo lo hizo bien el equipo de Berizzo hasta que debía de poner la rúbrica, detalle nada baladí cuando se llevan diez jornadas son ganar, sin apenas ver puerta y la cabeza del técnico pende de un hilo. Se desesperó el Celta con su acierto y su desacierto, incluso con alguna determinación arbitral como la de no señalar un penalti que sí pareció cometido por Gunino sobre Nolito. Decayó un tanto (lo contrario hubiera frisado lo inhumano) el cuadro celeste y retomó un segundo aire para tratar de adelantarse sobre el final de la primera parte. Volvió a fracasar y se marchó a la caseta tras generar ocho acciones clarísimas para marcar, un abrumador dominio y una sucesión de desastres en los últimos metros, con tanto fútbol como ansiedad.

El regreso partió con un punto más de pausa, pero al Celta no dejaba de pesarle el desasosiego y el reloj. No tardó en engranar marchas y retomar velocidad de crucero, siempre con Orellana como agitador. Y, por fin, Nolito, de nuevo incisivo y participativo, con la casta y la capacidad de quien quiere y puede resolver. Marcó un golazo y desterró fantasmas colectivos e individuales, porque no veía puerta desde el 18 de octubre, cuando aún se reivindicaba para estrenarse de rojo. Pasada la aquella efervescencia de la internacionalidad tuvo que parar por una lesión, conoció el banquillo, bajó el nivel. Ayer volvió a elevarlo de la mano de Orellana, el mejor futbolista del Celta en tiempos oscuros, una vez más faro del equipo en esta ocasión operando tras el delantero. Suya fue una de esas asistencias sin tocar la pelota que delatan al talentoso. Dio continuidad a un balón que partió de Santi Mina y se paseó por todo el frente defensivo del Córdoba para que Nolito definiese con una rosca genial inalcanzable para Juan Carlos.

Djukic se había rearmado en el descanso con Abel en perjuicio del debutante Heldon. Tenía menos pegada, pero más argumentos para controlar la pelota, algo que no había conseguido durante el tiempo que el marcador estuvo en paridad. Estaba en desventaja, pero después de tanta zozobra al fin y al cabo estaba en el partido y no se trata de una cuestión menor cuando el rival es el Celta, tan prolífico y, a veces, brillante en la creación como tembloroso en determinadas acciones defensivas, las que tienen que ver con la estrategia y los balones al área, por ejemplo. Ahí tuvo el empate Florin tras un centro al segundo palo en el que Ghilas tocó sin marca.

Faltaba un cuarto de hora y al Celta le había cambiado el escenario. Tan valioso era su tesoro, tanto había esperado y bregado para tenerlo, que sintió próximo el vértigo de dejarlo escapar. Todos los movimientos desde los banquillos apuntaron en la dirección de la meta de Sergio Álvarez y hacia allí viró el partido hasta que llegó el sainete: Rossi y Planas porfiaron por un balón que se escoró hacia el sector izquierdo del área del Celta, cayeron ambos y el asistente levantó el banderín señalando falta del atacante. Ante la protesta de los futbolistas del Córdoba, Teixeira se acercó a su auxiliar y acabó viajando hasta el punto de penalti. Vista la acción repetidas veces en un monitor (habrá que empezar a valorar que también en el fútbol puedan emplearse en este tipo de situaciones) era la decisión acertada, pero entonces el trencilla volvió a dudar.

Desesperado, Berizzo saltó al campo para señalarle que la acción había sido fuera del área. Entraron al césped no menos de veinte personas en un guirigay intolerable para un árbitro de Primera División. Tras cinco minutos de idas y venidas retomó la primera decisión, la errónea. Con ella salvó al Celta y quizás a Berizzo, que se fue expulsado por su invasión. Seguramente hasta hizo justicia visto el partido en su conjunto, pero el Córdoba tiene derecho a sentirse perjudicado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_