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“Soy un competidor”

A sus 30 años, Karabatic colecciona títulos mundiales, europeos y olímpicos. Líder nato, dispone y ordena en Francia, que este domingo (17.15, Tdp) busca una nueva corona

Alejandro Ciriza
Karabatic lanza a portería ante Morros
Karabatic lanza a portería ante MorrosSrdjan Suki (EFE)

Es imponente. Cuando Nikola Karabatic (Niš, Serbia; 30 años) entra en la habitación, el espacio mengua y el resto de asistentes parecen liliputienses. Deposita su 1,97 y sus 100 kilos en el sofá, con mimo. Hijo de la inmigración, habla cinco idiomas (francés, alemán, inglés, español y serbocroata) y soporta el peso de ser uno de los símbolos deportivos de Francia. Él, un hombre que lo ha ganado todo, lo asume con naturalidad. Recibe a EL PAÍS en la embajada francesa de Doha, bajo un sol de justicia. Tiene la nariz aplastada y ancha, como la de un boxeador, y luce algunas heridas de guerra del pasado. Hoy (19.00, Tdp) libra otra batalla decisiva en la final del Mundial frente a Qatar.

Pregunta. ¿Qué le preocupa lejos de la pista?

Respuesta. Soy un chico abierto. Me gusta el deporte en general y el balonmano es mi pasión. Intento ver mucho deporte en la tele, pero también me gustan el cine y la gastronomía. Más allá del juego soy una persona normal, con las inquietudes propias de cualquier otra.

P. ¿Cómo vivió los atentados recientes en su país?

R. Fue terrible. Le han dañado el corazón a Francia. Estamos muy tristes por las familias de los dibujantes de Charlie Hebdo y por las de todas las víctimas, por los policías y los civiles que murieron. Fue algo atroz. Nos ha hecho mucho daño a todos los franceses. Es horrible que alguien muera por una cuestión de libertad de expresión. A nuestro equipo, este episodio le ha dado un plus de energía para ganar este Mundial y poder dedicárselo a todo el pueblo francés.

Me siento muy francés, aunque me considero, por encima de todo, un ciudadano del mundo"

P. Religión, cultura y raza. ¿Son insalvables las barreras?

R. Es un problema lejano, pero por desgracia no sólo ocurre en Francia, sino en muchos otros países. Tenemos una sociedad multicultural y eso no es nada negativo; al revés, creo que eso nos hace más fuertes. Yo, por ejemplo, nací en Serbia, pero Francia me acogió. Es un problema global. Hoy día vivimos en un mundo multicultural y eso es enriquecedor. No hay que mirar la nacionalidad o la religión de las personas, sino cómo son y cómo actúan, sus valores.

P. Y usted, ¿cómo se definiría?

R. Eso es complicado. Soy de padre croata y madre serbia, y tengo a toda mi familia allí, pero emigramos cuando yo tenía 14 años. Mi hermano Luka nació en Estrasburgo y ambos nos criamos y crecimos en Francia, así que me siento muy francés. Luego me fui a jugar cuatro años a Alemania y ahora llevo ya dos en España. Me considero, por encima de todo, un ciudadano del mundo.

P. Y también un ganador nato, ¿no?

R. Sí, soy un ganador. Se nace con eso. Tengo ese sentimiento desde que era pequeño y empecé a practicar deporte. No sólo era así en el balonmano, sino en todas las cosas que hacía en mi vida. Todo lo enfocaba a ser el mejor y ganar. En el colegio, por ejemplo, siempre quería tener mejores notas que los otros chicos de la clase. Es mi manera de ver la vida. Soy un competidor. Todo lo que hago lo hago para superar a los demás. Cuando era un niño y perdía un partido me pasaba toda la semana llorando. Por suerte, a lo largo de mi carrera he ganado muchas más veces de las que he perdido.

Karabatic lanza ante Maqueda
Karabatic lanza ante MaquedaSTRINGER (REUTERS)

P. ¿Le inculcó su padre esa mentalidad?

R. No, para nada. Él sólo me acompañó mis decisiones. Se dio cuenta muy pronto de mi potencial y de mi forma de ver el deporte y siempre me ayudó. Fue muy entrenador y también mi profesor de educación física en la escuela. Me transmitió muchos valores, era un hombre muy respetuoso y cariñoso. Era un ejemplo como deportista y como persona. No respondía a ese estereotipo de los padres yugoslavos o rusos, no era así. Era lo opuesto a eso. Tanto a mí como a mi hermano nos lo dio todo para estar donde estamos ahora.

P. En la cumbre, desde hace tiempo. ¿Cuánta hambre le queda a la generación de Les Experts?

R. El hambre no se acaba nunca. Somos deportistas de alto nivel. He ganado todos los títulos que podía ganar, tanto a nivel de clubes como con la selección, pero no se me sube a la cabeza. Nunca pienso que soy mejor que el otro porque en el deporte de élite y en el mundo actual ganas un día y tres después pierdes y todo empieza de cero. Si no lo haces bien te vas a la calle, nada más, así que hay que ganar. Ganar, ganar y ganar. Después pones los títulos en la nevera y vuelta a empezar. Ahora, por ejemplo, juego la final del Mundial y la semana que viene tengo la Copa con el Barcelona. Si no sabes llevar eso, mal. Eso marca la diferencia entre los buenos, los que dejan una marca en la historia de su deporte, y el resto. El secreto es la constancia.

¿Las apuestas? No entiendo por qué hubo tanto ruido"

P. Y el liderazgo. El que manda en Francia es usted, ¿no es así?

R. Es el funcionamiento que tenemos en la selección desde hace tiempo y eso nos ha dado mucho éxito. Claude [Onesta] se dio cuenta rápidamente de que tenía a los mejores jugadores del mundo, pero también de que tenía hombres con mucho carisma y carácter, con mucha experiencia. Él nos ha dejado manejar el proyecto. De la táctica y el juego nos encargamos nosotros. Él está ahí para dar una hostia al que no lo respeta y para asegurarse de que todo el mundo rema en la misma dirección. Yo no sólo trabajo en la pista. Antes de los partidos veo los vídeos con Didier [Dinart] y analizamos juntos al oponente. Me gusta mucho el rol que tengo, poder transmitir mi experiencia.

P. ¿Temió por su carrera tras el presunto caso de amaño de 2012?

R. Aún no está resuelto el tema, el juez debe decidir y el proceso puede durar muchos años. Por suerte yo sé relativizar en mi vida. El mayor problema que he tenido es la muerte de mi padre, eso sí que es verdaderamente duro. ¿Las apuestas? No entiendo por qué hubo tanto ruido. No comprendo cómo pueden acusarme de un amaño si ni siquiera jugué ese partido y mi hermano tampoco. Esto nos ha hecho más fuertes. Lo duro fue lo de mi padre, que pasó un año antes.

Karabatic celebra el pase a la final
Karabatic celebra el pase a la finalSrdjan Suki (EFE)

P. Se marchó de su país y firmó por el Barça. ¿Vive más liberado?

R. Ahora tengo menos presión mediática porque los medios franceses están más lejos [ríe]. Vivo más tranquilo, porque cuando estaba en el Montpellier tenía todos los días entrevistas y eventos. No es fácil de llevar, pero es parte de nuestro trabajo. Yo lo asumo porque siempre he intentado que nuestro deporte tenga más protagonismo en los medios, y lo he conseguido. No puedo quejarme de que alguien quiera entrevistarme o pedirme un autógrafo, lo asumo y punto.

P. ¿Y cómo le tratan en Barcelona?

R. Es un privilegio poder conocer otro país, otra cultura, y poder jugar en el mejor club del mundo. Es un orgullo poder ponerme la camiseta del Barça. Ir allí me ha dado un plus de motivación para poder conseguir nuevos objetivos después de haber estado en el Kiel y el Montpellier. Me llevo muy bien con todo el mundo, con el staff y con los compañeros. Soy muy feliz allí.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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