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Un vuelo de campeonato

Cañellas decide el duelo ante Dinamarca en el último suspiro (24-25) y clasifica a España para las semifinales del Mundial. Los de Cadenas se medirán a Francia (viernes, 19.00, La1)

Alejandro Ciriza
Los jugadores españoles celebran la victoria
Los jugadores españoles celebran la victoriaDiego Azubel (EFE)

Una fracción mínima de tiempo. Un segundo, poco más. Cuando todo el Lusail Multipurpose Hall tenía el corazón en un puño, con 24-24 en el electrónico y el bocinazo final amenazaba con prolongar la noche, llegó el clímax de una velada sobrecogedora. Cañellas, ese héroe discreto, alzó el vuelo y sorteó la maraña de brazos y escollos daneses para dibujar un fotograma que quedará para la videoteca histórica del balonmano. España, todo corazón, derribó a Dinamarca y logró el pase a las semifinales del Mundial después de un pulso taquicárdico.

Y eso que los nórdicos no eran un rival apetecible, ni mucho menos. Pese haberles sometido en la final de 2013, con un ejercicio de balonmano imponente en el Palau Sant Jordi, los daneses contaban en su expediente con el aval de la estadística: de los seis últimos pulsos, cinco triunfos para ellos. El más reciente, el del Europeo del año pasado. Por si fuera poco, en sus filas, un repertorio tremendo. Del portero Landin, un gigante portentoso, al icono y virtuoso Mikkel Hansen, un genio con manos de oro y recursos para todo.

Dinamarca, 24-España, 25

Dinamarca: Landin; Svan Hansen (1), Christiansen (2), Lauge (1), Mikkel Hansen (6), Eggert (6, 4p) y René Toft (1) -equipo inicial- Green (ps), Mensah Larsen (4), Mortensen (-), Spellerberg (-), Noddesbo (-), Lindberg (2), Mollgaard (-), Sondergaard (-) y Henrik Toft (1).

España: Pérez de Vargas; Víctor Tomás (-), Maqueda (2), Gedeón Guardiola (1), Morros (-), Raúl Entrerríos (4) y Rivera (10, 5p) -equipo inicial- Sierra (ps), Rocas (-), Aginagalde (1), Ugalde (-), Andreu (-), Chema Rodríguez (-), Cañellas (5), Antonio García (2) y Dujshebaev (-).

Marcador cada cinco minutos: 3-2, 4-4, 6-6, 8-9, 10-10 y 11-11 (Descanso); 14-13, 18-17, 18-19, 20-21, 23-22 y 24-25 (Final)

Árbitros: Geipel y Helbig (GER). Excluyeron por dos minutos a Mikkel Hansen (2) y Christiansen por Dinamarca; y a Morros, Cañellas y Ugalde por España.
Lusail Hall de Doha: unos 4.000 espectadores.

Intentar maniatarlo se antojaba una misión complicada, casi utópica, así que se trataba de que infligiese el menor daño posible. Pero reducir el potencial de Dinamarca a la varita de su cerebro es una concepción demasiado simplificada. El equipo dirigido por Gudmundsson puede llegar a desarticular a su contrincante en todas las facetas del juego, desde la defensa al contragolpe, pasando por el poderío de su primera línea. Serenidad y cabeza, por tanto, demandaba Cadenas desde el banquillo en el tramo inicial, con muchísimo ritmo.

El pequeño Eggert, desde el extremo izquierdo, las enchufó de todos los colores. Un tiro preciso, un golpe de muñeca, una parábola exquisita desde los siete metros; puro veneno en ese flanco. A España no le interesaba que su rival se perfilase desde ahí, territorio Hansen, así que trató de inclinar la pista hacia el lado opuesto. Por esa otra parcela deambulaba otro Aladino capaz de todo. Menos eléctrico, sí, pero con un catálogo igualmente soberbio. Cuando Cañellas procesa el ataque, España es otra cosa. Un rectificado por aquí, un lanzamiento en suspensión por allá. Qué ingenio tiene el 21. Su acierto y el de Valero Rivera sostuvieron a los de Cadenas en el primer acto.

El duelo, muy equilibrado, se dirimía sobre una finísima pátina de matices. Gol arriba, gol abajo. Un zarpazo y la réplica. Como se presuponía, fue en las defensas donde se libró una lucha a plomo. Ambas en versión 6-0. La de España, absolutamente elogiable. Para sortear los kilométricos brazos de Guardiola y Viran Morros hace falta un francotirador o un pertiguista. Como no los tiene, Dinamarca también decidió levantar su muro. Intentó franquearlo una y otra vez Maqueda, un gladiador sobre la pista, todo arrojo, pero no había manera. Tampoco Aginagalde, amarrado por Christiansen y René Toft, con poca cintura pero sobrado de chasis. Landin, tutelado por el mítico Svensson desde la grada, les sacó una tras otra. Por eso tuvo que irrumpir Entrerríos, otro ejemplo de pundonor y de dar la cara cuando vienen mal dadas. Paso al frente del capitán.

Cañellas, en el lanzamiento que dio la victoria a España
Cañellas, en el lanzamiento que dio la victoria a EspañaChristof Koepsel (Bongarts/Getty Images)

La igualdad fue tal que el encuentro llegó con 11-11 al descanso. Ni aristas ni picos de sierra. Linealidad, ataque y respuesta, tú me bloqueas que yo te bloqueo. Menuda batalla. “¡Campeones del mundo!”, les recordaban los seguidores españoles, en ligera inferioridad numérica, a los jugadores daneses. A ver si se vienen abajo, pensaron. Pero de eso nada; en mala hora. Mikkel Hansen se soltó su melena vikinga y tomó impulso. Muelles, brazo armado y zambombazo. Hasta en cuatro ocasiones consecutivas repitió la secuencia y Dinamarca desplegó las alas.

Menos mal que Pérez de Vargas se contorsionó como un gimnasta para romper la cadencia. Asombroso lo del joven meta del Barcelona en este torneo. Frenó al dandi danés y después a Larsen a bocajarro. Incluso a Eggert, casi infalible, le detuvo el balón desde los siete metros. Sobre él se cimienta buena parte del futuro de la selección. Y el presente, negociado que comparte con hombres como Cañellas y Rivera. El primero se desfondó hasta que se le agotó el depósito, pero nunca se escondió; el segundo fue como siempre un bisturí desde el extremo izquierdo. Pocos jugadores en el mundo tienen su temple y su acierto delante del portero.

España volteó la historia y se fue de dos (20-22), pero Dinamarca se repuso a base de agallas y oficio. La psicología pedía paso. Empate en el marcador a falta de tres minutos. Gudmundsson se jugó la carta de Green bajo el marco y el relevo de Landin estuvo fino. Mientras, Aginagalde, completamente anulado. Mal panorama. “¡Sí se puede, sí se puede!”, animaban con fuerza a los Hispanos. A falta de un minuto, Rivera (10 de 11 al final) dio otro aguijonazo, pero Larsen, que había recibido un palo previo de Morros, sacó su mazo. En medio de la tensión, con las fuerzas al límite, frotó la lámpara el genio. Cuando quedaba un segundo para el desenlace, Cañellas voló en suspensión y cargó a la izquierda de Green. Éxtasis español. Francia espera este viernes (19,00, La 1) en las semifinales a un campeón con alma de titanio.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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