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historias de un tío alto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Thibodeau, en el punto de mira

Los aficionados culpan al entrenador de los Bulls tras la primera crisis sin tener en cuenta las lesiones que sufrieron Noah y Rose

Rose, ante Rondo, con Thibodeau al fondo.
Rose, ante Rondo, con Thibodeau al fondo.RONALD MARTINEZ (AFP)

Al tiempo que los Chicago Bulls pegaron un bajón a mitad de temporada, sus aficionados se afanaron en señalar con el dedo acusador a su entrenador Tom Thibodeau. “Se le ha ido el equipo de las manos”, “ha sido demasiado duro”, “sus jugadores le han perdido el respeto porque se han dado cuenta de que parece un personaje de Dick Tracy...”. Pero ¿es él el culpable de la marcha del equipo o podemos achacarlo a la inevitable fragilidad del cuerpo humano? ¿Alguien se sorprende de que un conjunto basado en la defensa se haya visto perjudicado por las continuas lesiones de tobillo de Joakim Noah, EL MEJOR JUGADOR DEFENSIVO de la temporada? ¿Y de verdad a alguien le llama la atención que el rendimiento de los Bulls, un grupo conocido por su dureza, se haya visto afectado por LAS MALTRECHAS PIERNAS de su base estrella, Derrick Rose? Uso mayúsculas porque, para mí, es ridículamente obvio. O al menos lo era hasta que entró en escena Barack Obama para dar su discurso anual sobre el estado de la Unión y volví a ser consciente del comportamiento de los seres humanos.

El discurso estuvo en la línea habitual de Obama: intercala apuntes progresistas y momentos de empatía con algún arranque de audacia. También mantiene otro elemento común a sus mensajes a la nación: está salpicado de promesas que difícilmente cumplirá. De acuerdo, es el presidente, no el rey de los EE UU: no puede entrar en su palacio anunciado por un cornetín y empezar a recitar decretos de obligado cumplimiento. A pesar de eso, mucha gente sigue creyendo que las palabras del presidente anticipan que sus mejores sueños (o sus peores pesadillas) están a punto de cumplirse. ¿Por qué? Simplemente porque parecen necesitar a un hombre (o una mujer) a la que señalar como líder, guía, ídolo. Y eso aunque se declaren fervientes creyentes de una democracia que, en su aspecto más genuino, se supone que está basada en la soberanía del pueblo.

Poco importa si hablamos de programas de recuperación económica o de la NBA. Muchos saben la cabeza de quién exigirán si sobreviene una recesión o una eliminación en  playoff.

Siendo malpensado, no puedo evitar darle vueltas, que su comportamiento prueba la poca fe que tienen en ellos mismos. Siendo un poco menos malpensado diría que lo que demuestra es su fobia a la complejidad. No están interesados en saber los pormenores de cómo funciona la política, tampoco en entender los pormenores de los factores que afectan al proceso de recuperación de un ligamento lesionado. Es muchísimo más fácil echarle la culpa a alguien. Poco importa de si hablamos de programas de recuperación económica o de la NBA, saben (o creen saber) qué mano es la que hay que estrechar para que las cosas vayan bien. Lo que sí tienen claro es la cabeza de quién exigirán si todo se tuerce y les sobreviene la recesión o una eliminación en primera ronda de playoff.

Tom Thibodeau, Barack Obama… No importa de quién se trate o lo que haya dicho. En muchos casos incluso ni lo que haya hecho. Lo que importa es lo que ha pasado mientras estaba al mando.

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