Serena defiende su trono

Mientras el termómetro se dispara hasta casi 40 grados, Serena Williams sigue sumando récords a su historial de leyenda. Vera Zvonareva, exnúmero dos mundial, le obliga a superar puntos de set en contra antes de inclinarse 5-7 y 0-6 en segunda ronda del Abierto de Australia. La estadounidense firma la victoria justo cuando cumple 100 semanas seguidas en lo más alto de la clasificación. Pese a esa marca estratosférica, la número uno mundial no celebra nada. La campeona vive en el presente. No se acuna en sus 18 títulos del Grand Slam. Piensa en que su trono está en peligro: Serena ha llegado a Melbourne sin jugar torneos oficiales en 2015, cediendo sin paliativos en un amistoso de la Copa Hopman frente a la canadiense Eugenie Bouchard y sabiendo que la rusa Maria Sharapova, la rumana Simona Halep y la checa Petra Kvitova tienen posibilidades matemáticas de arrebatarle el puesto en Melbourne.

“Si está a su mejor nivel de mentalidad y motivación, Serena es la número uno y marca diferencias, pero estar en esa posición conlleva una exigencia y un desgaste muy grandes”, explica Xavi Budó, el entrenador de Carla Suárez, sobre la ganadora de cuatro medallas olímpicas, que tiene 33 años. “En su caso se da por entendido que ganar no es noticia y perder sí. ¡Y eso es muy duro! Como todos los números uno, vive siempre bajo presión”, describe. “Creo que es una de las mejores jugadoras de la historia, que todavía dará mucho que hablar… pero el nivel, la preparación física, el ritmo de juego y la velocidad de las jugadoras del circuito WTA han subido mucho de media, y esto generará más alternativas en los torneos”.

En los últimos 40 años, solo otras tres tenistas han llegado a las 100 semanas seguidas como número uno mundial: Chris Evert (1978, para un total de 113 semanas consecutivas), Martina Navratilova (1985, 156) y Steffi Graf (1991, 186). Si Serena se impone en el Abierto de Australia logrará su 19º título del Grand Slam, con lo que desempatará con las dos primeras y se acercará a la tercera, que con 22 trofeos es la jugadora que más grandes ha conquistado en la Era Abierta (desde 1968). Sin embargo, la estadounidense está sometida a un gran desgaste. Es Serena contra las expectativas. Serena contra la presión. Serena contra la obligación de ganar y las emociones que genera en sus rivales, que contra ella compiten sin presión alguna.

“No es muy fácil ser siempre la tenista a la que todas quieren ganar”, dijo Serena, que ha ganado al menos un grande en los últimos tres años y que en 2014 se impuso con autoridad en la Copa de Maestras. “Por eso siempre tengo que estar un poquito por encima”, añadió. “Miro a mi hermana Venus [con 34 años sigue jugando pese a padecer el síndrome de Sjorgren, que causa cansancio extremo] y es extremadamente motivador”, añadió. “Me hace mirar hacia atrás, saber que tengo que jugar mejor y mejor, porque siempre me gusta estar por delante. Siempre nos hemos motivado la una a la otra”.

Serena siempre ganó cuando y donde quiso. A los 33 años, eso ha cambiado. Empieza a tener que jugar con los cinco sentidos puestos en los partidos. Ella, una competidora intuitiva y de fino sentido para captar los cambios de su deporte, lleva dos temporadas observando que la velocidad del juego aumenta, así como la capacidad de desplazamiento de sus rivales. En 2013, sin ir más lejos, abrumó 6-2 y 6-0 en Melbourne a una tenista española. Eso, según confesó luego, no evitó que saliera impresionada por la potencia de fuego de la contraria. Ayer, Garbiñe Muguruza, que es esa jugadora, ganó a Daniela Hantuchova, exnúmero cinco mundial (hoy número 61), por 6-1, 1-6 y 6-0, el cuarto parcial que suma sin ceder un juego en cinco partidos de 2015.