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El espíritu del Sant Jordi

España, con una gran generación de jugadores, defiende en Qatar el trono mundial Francia y Dinamarca, los escollos en un marco exótico

Alejandro Ciriza
La selección española, a su llegada al aeropuerto de Doha.
La selección española, a su llegada al aeropuerto de Doha.VALDRIN XHEMAJ (EFE)

El balonmano español vive inmerso en una profunda paradoja. Frente a una Liga Asobal asolada, víctima de una crisis económica que se ha llevado por delante a varios equipos históricos y la ha condenado a la amateurización,la selección goza de un estado de salud formidable. Aterrizan los Hispanos en Doha con dos estrellas en el pecho, la que se ganaron hace dos años en Barcelona, y con una generación fabulosa de jugadores que, en su gran mayoría, tuvieron que hacer las maletas para seguir disfrutando de la élite, y la conquistada en 2005.

De los 16 integrantes citados por Manolo Cadenas, el timonel que recogió el testigo de Valero Rivera en el banquillo, sólo cinco se ganan las habichuelas en casa. Cuatro lo hacen al amparo financiero del Barcelona, al que el torneo doméstico se le quedó pequeño hace tiempo; y Albert Rocas juega en el Naturhouse La Rioja. El resto, 11 miembros de primer nivel, varios de ellos entre los más cotizados del mundo, saborean su deporte en campeonatos atractivos como los de Hungría, Polonia, Alemania o Francia. La gloria está en el éxodo para ellos.

De los 16 integrantes de la selección, 11 juegan en el extranjero y cuatro en el Barcelona

Pese a las tinieblas y a la incapacidad para gestionar un deporte espectacular que en España registra casi 92.000 licencias —el tercero federado por equipos—, el oro de 2013 y el hermoso recuerdo de 2005, cuando Mateo Garralda alzó la primera Copa del Mundo en Túnez, invitan a ver el horizonte más inmediato con optimismo. Cadenas, que tomó el pulso al banquillo de la selección con un bronce en el Europeo de hace un año, apenas ha retocado la obra de Valero. La chispa competitiva y el espíritu de aquel mágico 27 de enero en el Sant Jordi siguen vivos. La reconquista es el objetivo, lo que, además, tendría como recompensa un billete directo a los Juegos de Río 2016.

Para lograrlo habrá que batirse con mastodontes como Francia y la Dinamarca de Mikkel Hansen. Casi todos los focos apuntan al equipo galo, laureado en 2009 y 2011, oro olímpico en Londres y capitaneado por el genial Nikola Karabatic. En un segundo peldaño figura Croacia, siempre hambrienta, y muchas miradas estarán centradas también en la anfitriona. Con un proyecto postizo, confeccionado a base de dinero y nacionalizaciones, encomendado a la maestría de Valero en el vestuario, Qatar ha confeccionado un equipo que aspira a estar en la lucha por los metales.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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