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Las desdichas de Nani Roma

El piloto español sale ileso tras dar varias vueltas de campana con su Mini

Gorka Pérez
Nani Roma, durante una etapa del Dakar.
Nani Roma, durante una etapa del Dakar.J.-P. PELISSIER (REUTERS)

A la suerte se la mide por las consecuencias de su ausencia, sin ningún grado comparativo más que lo vivido en carne propia porque resulta complicado extrapolarlo de un individuo a otro. Puede que a Nani Roma nunca vuelvan a sucederle una cadena de desdichas mayor que las vividas en este Dakar, pues el valor acumulativo del sufrimiento padecido por el piloto de Folgueroles bien podría liberarlo de un decenio de mala fortuna.

Este miércoles, sólo un día después de conseguir su primera victoria, único momento de felicidad contenida tras el monumental chasco de la primera etapa por la maldita bomba de aceite, su Mini saltó por los aires. En el kilómetro 193 el coche dio varias vueltas de campana tras perder una rueda al caer dentro de agujero provocado por la lluvia. Afortunadamente tanto Roma como su copiloto, Michel Perin, salieron ilesos. No así el Mini, esa máquina perfecta en origen, pero que ha mostrado alguna que otra debilidad al menos en el caso del vigente campeón. Recuperado del golpe intentó avisar al resto de participantes de la peligrosidad de la zona. Uno de los beneficiados por el aviso fue el cataría Al- Attiyah, a la postre ganador de la etapa. “Este Dakar es el más raro de toda mi vida. Nos hemos comido un agujero porque hoy abríamos pista. Tanto Michel como yo estamos bien como pero nos hemos llevado un buen susto en un peligro no marcado”, declaró Roma.

Sólo un día después de conseguir su primera victoria, su coche saltó por los aires

Nueve jornadas duró la tregua que le interpuso el azar, que partía esta edición como el principal favorito a revalidar un título que había preparado concienzudamente. “Es muy duro, pero son las cosas del deporte”, fue la respuesta habitual del catalán día tras día desde el primer desastre. No llegó a recuperarse del todo, por más que desde entonces el coche no volviera a abandonarle. “El mal añadido de estas situaciones no es sólo que te ocurran, sino lo que tardas después en recuperarte”, justificó Roma al día siguiente. La caída en picado hacia el fondo de la general conlleva un enorme trabajo de recuperación. Salir por detrás de coches más lentos, envuelto en una nube de polvo y sin posibilidades reales de recortar distancias, es un cóctel que psicológicamente deja secuelas.

Para las motos tampoco fue un día fácil. Que los malos augurios con los que contaban los pilotos eran tan reales como las nubes que les observaban, resultaba una evidencia fácilmente contrastable. Plantados al inicio de la etapa, que arrancaba este miércoles desde las Salinas Grandes, en la provincia de Jujuy, una nueva explanada tan reluciente como peligrosa, los pilotos de motos volvieron a mantener un pulso con la sal. Esa superficie, en la que muchos, como Barreda en su primer capítulo en Bolivia lo perdieron todo. Este miércoles, sin embargo, nada de eso. Con un motor nuevo, tras deshacerse de los restos del anterior, deteriorado absolutamente por la sal, el ritmo de la Honda volvió por sus fueros. El de Torreblanca ganó la etapa por delante de Marc Coma y del portugués Ruben Faria. El líder le sacó dos minutos a Gonçalves, quinto, que se mantiene en el segundo puesto de la general, por lo que la ventaja para el tetracampeón de Avià es ya de siete minutos. “Está siendo un Dakar muy duro, y es importantísimo mantener la concentración y seguir con la misma determinación de siempre. Debemos luchar contra muchas adversidades aunque la que más nos cuesta controlar tras tantos días de desgaste es la de uno mismo”, advirtió un fatigado Coma.

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Sobre la firma

Gorka Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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