Gacelas con piel de dinosaurio
Los camiones del Dakar pesan más de 8.500 kilos y alcanzan 205 kilómetros por hora
Todo lo que tiene que ver con los camiones del Dakar es grande. Los propios vehículos son grandes, muchos pilotos poseen grandes dimensiones, y las marcas de neumático que dibujan sobre la tierra nada tienen que envidiar a las huellas de un dinosaurio. Por eso, observarlos desde cerca impone, tanto como adentrarse en su interior, donde la amplitud del espacio queda circuncidado por la presencia de enormes piezas, pesadas a la vista, pero calculadas al milímetro. “Estos últimos años la categoría de camiones ha evolucionado mucho. Las marcas se han dado cuenta de que somos vehículos accesibles”, advierte Pep Vila, toda una institución en los pesos pesados del Dakar, que en su novena participación ocupa la 13ª posición. Y eso que hace de mochilero del holandés Gerard de Rooy, el líder de la marca española, que se encuentra al cobijo de FIAT.
Comprender el funcionamiento de estas pesadas máquinas conlleva tiempo y mucho trabajo. “Los camiones tienen una ventaja, que no se rompen. No son como los coches, que los tienen que hacer absolutamente nuevos cada día”, relata Vila, mientras observa como un miembro del equipo saca brillo al parabrisas de su máquina. A diferencia de las otras categorías, el abanico de marcas oficiales que compiten en camiones es gigantesco. Tatra, Ginaf, Iveco, Man, Liaz o Renault presentan sus mejores piezas cada Dakar, aunque por el momento no son rival para los rusos de Kamaz, auténticos dominadores de la categoría con once victorias. “Ellos van a su bola. Tienen los mejores camiones y los mejores pilotos. Traen cuatro o cinco, les dan la primera semana para ver quién va más deprisa y a partir de ahí deciden quién será el ganador”, advierte Vila, con sorprendente resignación bien llevada. “Su presupuesto es ilimitado. Tienen una estructura que ni los de Mini. Ya lo ves, todo limpio, impoluto…”, justifica el de Manresa, que es junto a Jordi Juvanteny, el único piloto español de la categoría.
Ninguna marca es rival para los rusos de Kamaz, auténticos dominadores de la categoría con once victorias
Los números de los camiones también son enormes. Los más preparados pueden alcanzar los 1.000 caballos de potencia, y algunos incluso pasan de los 1.100, aunque no sea el caso del vehículo de Vila, que se queda en los 900. Pero si hay un apartado que determine la prestancia de un camión, es el peso. “El que llevo yo pesa casi 10.000 kilos, voy con entre 1.300 y 1.500 kilos más del mínimo exigido (8.500), porque la configuración de mi camión es diferente. Además tengo que cargar con una mochilita de 600 kilos más, que son piezas para mis dos compañeros de equipo que son los que van a por la victoria”, relata Vila. Sin embargo, al contrario de lo que pudiera esperarse al contemplar semejantes dimensiones, los camiones son en muchas ocasiones mucho más veloces y ágiles que los coches. “En las zonas rotas les ganamos. Porque el mayor diámetro de nuestras ruedas va mucho mejor. El fesh fesh tampoco es a priori nuestro peor enemigo”, subraya Vila, a quien cada etapa le acompañan dos personas más en la cabina: su copiloto, Xavier Colomé, y un mecánico del equipo.
Soy un privilegiado porque tengo 56 años y sigo haciendo el cabra durante 15 días en esta carrera Pep Vila, piloto de camiones en el Rally Dakar
En la presencia de este último reside otra de las diferencias respecto a las demás categorías. “Va de coña tener a un mecánico en el camión. Depende de lo que rompas es complicado repararlo. En un camión el tornillo más pequeño es una llave del 32. Una rueda por ejemplo pesa 130 kilos. Cuando tenemos un pinchazo no podemos dejarlas abandonadas así que hay que cargarlas en el camión. Si vemos a alguien del público cerca también le metemos en la operación”, bromea. Lo cierto es que aunque los camiones de estas características pueden alcanzar los 205 kilómetros por hora, por motivos de seguridad tienen rebajado el límite a 140. “Nuestras ruedas son como las que llevan los bomberos y los vehículos militares que sólo están homologadas para ir a 90 por hora”, explica Vila.
Campeón de España de motos en la modalidad de enduro en tres ocasiones en la década de los 80, Vila pasó a los camiones porque quería seguir ligado a la competición y montarse en un uno le pareció la mejor manera de conseguirlo, aunque advierta de que para dominarlos haga falta tener alguna que otra cana en el pelo. “Soy un privilegiado porque tengo 56 años y sigo haciendo el cabra durante 15 días en esta carrera. Me apasiona”, finaliza.
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