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La catarsis de Caicedo mete al Espanyol en cuartos

El ariete se alimenta del jaleo para premiar la tenacidad del equipo blanquiazul El Valencia sufrió la terrible pifia del valencianista Mustafi, expulsado en el minuto 13

Jordi Quixano
Caicedo marca uno de sus goles al Valencia.
Caicedo marca uno de sus goles al Valencia.Alejandro García (EFE)

Salva Sevilla calzó al balón por debajo y puso un centro envenenado, de fuera para dentro, insufrible para un Yoel que salió a la aventura y se llevó una bofetada de realidad. Allí, imperial en su salto, Caicedo puso la cabeza y el gol que tanto jaleó el Espanyol, equipo gallito e incombustible desde el inicio. Era la primera pelota que tocaba el delantero —suplente y recurso de última hora anoche que firmó un doblete— y será la última que verá el Valencia en esta competición, eliminado por más que aguantara el tipo como pudo a su inferioridad de condiciones (Mustafi fue expulsado de buenas a primeras), abatido al fin tras no mantener el 2 a 1 del encuentro de la ida. Catarsis purificadora, en cualquier caso, para el españolismo.

ESPANYOL, 2 – VALENCIA, 0

Espanyol: Pau; Javi López (Caicedo, m. 75), Álvaro, Moreno, Duarte; Lucas Vázquez, Abraham, Cañas, Víctor Álvarez (Sevilla, m. 63); Stuani (Víctor Sánchez, m. 86) y Sergio García. No utilizados: Casilla; Álex, Mattioni y Arbilla.

Valencia: Yoel; Otamendi (Parejo, m. 85), Mustafi, Vezo; Barragán, Enzo Pérez, Javi Fuego, Gomes, Gayà; De Paul (Orban, m. 68) y Alcácer (Negredo, m. 34). No utilizados: Alves; Augusto, Cancelo e Ibáñez.

Goles: 1-0. M. 80. Caicedo. 2-0. M. 89. Caicedo.

Árbitro: Iglesias Villanueva. Expulsó a Mustafi con tarjeta roja (m. 13) tras derribar este a Sergio García. Amonestó a Cañas, Vezo, Víctor Álvarez, De Paul y Caicedo.

16.950 espectadores en Cornellà-El Prat. El Espanyol se clasifica por un global de 3-2.

Planteó Nuno un duelo de artificiero, convencido que de superpoblar la media —jugó con un 3-5-2— le daría el balón y el protagonismo, quizá también llegadas desde la segunda línea, armas en definitiva suficientes para desbravar la energía e ilusión de un Espanyol que se aferraba a la Copa como la única alegría posible en la temporada, amén de la salvación liguera. La propuesta del Valencia, sin embargo, duró apenas un santiamén; el tiempo que tardó Mustafi en pifiarla porque más que internacional alemán pareció un alevín de segunda. Resulta que primero se le escapó el cuero en un control de lo más sencillo y después, travieso como es un Sergio García que ya le había pispado el esférico, le derribó con agarrón incluido. “¡Roja eh, roja!”, se desgañitó el 9, tan reivindicativo como agresivo, consciente de que le había tumbado a la lona el último defensa. Y, reglamento en mano, atendió el colegiado a sus plegarias. Alborozo para el Power8 Stadium, que se alimentó de la zozobra rival, también de la inquietud de Nuno, que pasó al 4-4-1 y a la media hora ya había relevado a Alcácer para dar cabida a Negredo. Señal de que el Valencia cambiaba la pelota por el pelotazo.

Lo mismo le dio al Espanyol el baile de pizarra rival, en combustión desde el principio y con las ideas de lo más diáfanas. No le interesó amasar el balón en medio, sino que atendió a los desplazamientos laterales de Sergio García y se catapultó por las bandas con carrileros de luces largas, siempre predispuestos a forzar el dos contra uno sobre los laterales adversarios. Una táctica que le salió de rechupete porque Javi López y sobre todo Duarte —jugador del filial que pidió turno en la élite— lanzaron centros a más no poder, siempre con Stuani como objetivo. No se quedó ahí la cosa porque las carreras del habilidoso Lucas Vázquez también dieron réditos. Así, se inventó una rabona y, tras el rechazo, el propio Duarte chutó al bulto, al cuerpo de Yoel. Jugada calcada a la que se produjo después, cuando el pase hacia atrás de Vázquez lo completó Duarte con otro disparo que Vezo pudo desviar al tirarse en plancha.

Sin complejos, prosiguió el Espanyol en su ataque y gol, haciendo grande el campo y remarcándose desde los costados. Le faltó una uña a Víctor Álvarez para definir un centro del ya omnipresente Duarte y a Javi López le sobró Yoel en su remate de cabeza a la salida de un córner. El pequeño se comía al grande, atrincherado el Valencia en su área, apenas oxigenado por la conjugación de Gomes y Enzo Pérez en el eje, secundados por la brega de De Paul y las carreras de Gayà. Nada que festejar y mucho por defender.

De ahí que perdiera tiempo el Valencia, con la lengua fuera de tanto correr, lamentándose a buen seguro de la ingenuidad de Mustafi. Y supo sufrir el equipo de Nuno hasta que Sergio González puso a tres defensas y alineó a Caicedo. Al remate festejado de cabeza le siguió otro obús con la zurda que también acabó en gol, éxtasis del Power8; triunfo de garra, fe y alma, también de fútbol, que cita al Espanyol con el Granada o el Sevilla en cuartos.

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