El cóctel del gol
Messi, Neymar y Luis Suárez mezclan a la perfección y descosen la defensa rojiblanca
Neymar, Luis Suárez y Messi abrazados, con la sonrisa en la cara y corriendo juntos al córner para festejar el tanto del último, el gol definitivo. Fotografía de este Barcelona, que juega, crea y resuelve en el área rival, delantera que quita el hipo y que cuando se entiende es el mejor cóctel del gol.
Hace unos años, el área deportiva del Barcelona le ofreció a Guardiola la contratación del Kun Agüero. “Dijo que no, porque creía que con Messi ya cubría la única plaza del que se podía desentender de la fase defensiva”, explican desde el club azulgrana. Luis Enrique, sin embargo, no tuvo dudas cuando la recién defenestrada dirección deportiva le planteó fichar a Luis Suárez. “Contestó que quería a los mejores delanteros, que ya les haría él ayudar al grupo”, abundan. Y, aunque en ocasiones el equipo se fracciona ante las transiciones defensa-ataque del rival, el Barça está confeccionado desde arriba; tres compinches que se llevan de perillas y que se bastaron para descuajaringar al Atlético.
Brillan la genialidad del argentino, el quiebro del brasileño y el altruismo del uruguayo
No le gusta la pausa ya al Barça, sino que se expresa con idas y venidas, instalado en la agitación y la verbena. No aparecen los medios a no ser que sea para lanzar una contra y todo se remite a hacer llegar el balón al área rival, donde se definen los tres mosqueteros de azulgrana, tan diferentes como complementarios. Las travesuras y las genialidades las puso Messi, que se ató al costado derecho para descoser a Gámez; el desequilibrio y el quiebro los ofreció Neymar; y la garra y la generosidad la dio Luis Suárez, que aceptó el juego de puntapiés y codazos que le propusieron los dos centrales del Atlético. Una batalla de la que salió mal parado Neymar, con el tobillo ensangrentado tras una entrada escalofriante de Giménez que el colegiado ni siquiera sancionó y que Messi se encargó de protestar enérgicamente. Pero se repuso el 11 para alborozo del 9 y el 10.
Se arrancó Neymar con eslálones que partían desde la izquierda, obras de arte que deshacían a los contrarios hasta el balcón del área, cuando atendía al grito-movimiento de Messi. Pero Leo erró en la definición, una fuera y otra al bulto. Nada que lamentarse entre ellos, pulgares arriba del brasileño; aplausos del argentino. Siguió Luis Suárez con su brega y desmarques, todo un baile que no supieron detener los dos centrales del Atlético, también sorprendidos porque el uruguayo pone el pie, el cuerpo y el alma en cada balón, lejos de quedar intimidado ante su compatriota Godín, el mismo que pidió el año anterior pegarle a Messi en la zona lesionada. Y ya puesto a punto, Leo resultó imparable, surtidor de goles para sus compinches. En una jugada, tras una pared con Alves, se burló de Godín en el área para sacar un centro de control desorientado de Luis Suárez que completó Neymar en gol. Y después, tras un control con el brazo y un zigzag desde la derecha, se la puso al movimiento de Luis Suárez, que también definió a la red. Más risas y abrazos.
Desfiguraron los tres puntas al rival, una faena completa que desaliñó el colegiado al pitar un penalti de Messi inexistente sobre Jesús Gámez. Algarabía para Mandzukic, que transformó la pena máxima y, peleado como estaba con el mundo, mandó callar al Camp Nou. Después Messi entró con el pie muy alto ante Moyá y se ganó la amarilla. Pero volvió La Pulga a su mejor versión con su gol de pillo; y el trío realizó su festejo del triunfo. Una mezcla que no falla.
Entre los homenajes y la bronca
Fue un partido de muchos homenajes antes del inicio y de mucha intensidad, en el campo y en la grada, donde la afición se olvidó de debates. A menudo criticada por fría, la hinchada barcelonista se metió pronto en el partido y llevó en volandas a su equipo en un encuentro que acabó con una sucesión de rifirrafes y discusiones entre los jugadores de ambos equipos, algunas de ellas a causa de las decisiones arbitrales. Aunque, una vez finalizado el encuentro, todos parecieron olvidar los roces y las polémicas y se despidieron en un clima de cordialidad.
El club había dispuesto no pocas actividades antes del inicio y las gradas, que presentaron la segunda mejor entrada de la temporada —81.658 espectadores, solo superada por el partido contra el PSG en la Champions— acompañaron con respeto los actos y con pasión el posterior acontecer del juego.
Los futbolistas azulgrana posaron primero con el centenar de niños que se fotografían con sus héroes antes del partido; acto seguido lo hicieron con otro grupo, a propósito de la campaña solidaria 1x11 que ha puesto en marcha la Fundación del club de la mano de Unicef —uno de cada 11 niños del mundo pasa hambre— y luego se hicieron, los 11 jugadores solos. Y cuando Bravo ya se iba para el Gol Norte, uno de sus compañero le avisó: “Eh, nos falta una”.
Así era: tras una pancarta en la que se leía #JusticiaparaTopo, les esperaban los jugadores del Atlético, acompañados del cuerpo técnico, con Simeone a la cabeza para otra foto más. Se trataba de un gesto solidario de ambos equipos con la familia de Jorge López. El periodista argentino falleció durante el Mundial, en São Paulo, donde estaba trabajando para Radio La Red cubriendo el devenir de la selección argentina cuando el taxi que le llevaba al hotel fue arrollado por el vehículo con el que unos delincuentes trataban de escapar de una alocada persecución policial. Además, en el palco, los asistentes, menos el presidente de la LFP, Javier Tebas, mostraron carteles de solidaridad con los dibujantes de la revista Charlie Hebdo asesinados la pasada semana en París, por los que se guardó un minuto de silencio. Y a Messi, la LFP le rindió tributo, entregándole un trofeo como reconocimiento por haber superado el récord goleador de Zarra en la Liga.
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