La corrosión del Barça
Bartomeu y Rosell se han consumido solos, víctimas del rencor
Un año después de que Rosell dimitiera por las amenazas recibidas a título personal y contra su familia, su sucesor Bartomeu anunció la convocatoria de elecciones anticipadas el próximo verano, “para rebajar la tensión desproporcionada y desmesurada” que se vive en el Barça. Obligado por la plana mayor de su directiva, sin necesidad siquiera de pasar por una reunión del consejo, desconvocado a última hora, el presidente desistió en su empeño de agotar el mandato y presentarse a los comicios de 2016. Bartomeu quiere ser elegido en 2015 y sus opciones pasaban por no enrocarse en el cargo después de la crisis desatada en el Camp Nou a partir de la derrota del domingo en Anoeta.
El presidente se corrigió en el último momento después de que su junta haya actuado casi siempre a destiempo desde que apoyó la moción de censura contra Laporta. Rosell y Bartomeu se habían preparado para gobernar un club en ruina en 2008 y se encontraron con el mejor equipo de la historia en 2010. Así se explica que hayan tomado muchas decisiones fuera de contexto, a veces de mala gana, como fue la renovación de Xavi y Puyol. Muy fea ha sido también la destitución de Zubizarreta, después de que el presidente le perdonara la vida, y se ha sabido que fue Tito Vilanova, cuando ya no era entrenador azulgrana, quien medió para convencer a Messi de que siguiera en el Barcelona.
El presidente se corrigió en el último momento después de que su junta haya actuado casi siempre a destiempo desde que apoyó la moción de censura contra Laporta
Algunas de las medidas que tenían razón de ser cuando fueron concebidas perdieron sentido por su tardanza en ser aplicadas, sobre todo en una gestión deportiva que se ha distinguido precisamente por la invocación permanente a Tito y el asesoramiento de Rexach. Ocurre que ahora no hay intermediario que valga para reconciliar a Messi con Luis Enrique después de las salidas de Zubizarreta y Puyol. Hay pocas cosas más dramáticas que descubrir a mitad de temporada que las ideas del entrenador no congenian con las necesidades del 10. No queda más remedio que aguardar a que se arreglen los dos antes de que sea elegido el presidente del FC Barcelona.
Messi no tiene de momento confianza en Luis Enrique de la misma manera que Bartomeu la perdió en Zubizarreta. El entrenador ha pasado de proclamarse líder del Barça a sentirse debilitado por el despido del director deportivo mientras el presidente claudica ante sus aliados en el consejo y directivos susceptibles de ser rivales como Freixa. No hubo más noticia en la conferencia de prensa de Bartomeu que el anuncio de las elecciones porque sus respuestas resultaron inocuas y contradictorias, nada tranquilizadoras para el barcelonismo, incluso a veces parecieron improvisadas, como si se hubiera cambiado de plan sobre la marcha y estuviera previsto que Bartomeu continuara hasta 2016.
Hay pocas cosas más dramáticas que descubrir a mitad de temporada que las ideas del entrenador no congenian con las necesidades del 10
No puede argumentar el presidente que la mayoría de socios están a favor de su obra de gobierno después de haber destituido a dos directores generales, renovado el organigrama del club, estar pendiente del conflicto abierto en el vestuario por Messi y tener pendientes de solución multitud de pleitos, el más complicado contra la FIFA, a la que de manera sorprendente desafió por la sanción a La Masia. Bartomeu emplazó a Blatter y ni siquiera se sonrojó cuando pidió “responsabilidad” y fair play con vistas a los comicios después de organizar en 2008 con Rosell en el juego sucio contra la continuidad de Laporta.
Bartomeu emplazó a Blatter y ni siquiera se sonrojó cuando pidió “responsabilidad” y fair play con vistas a los comicios después de organizar en 2008 con Rosell en el juego sucio contra la continuidad de Laporta
Ni Rosell ni Bartomeu han tenido oposición en un mandato que comenzaron con el apoyo social más numeroso en la historia del Barcelona. Ambos se han consumido solos, víctimas del rencor y de una política tan errática como destructiva, capaz incluso de poner en cuestión la continuidad de Messi después de renegar de Guardiola y de Cruyff. Abierta la precampaña, no debería extrañar que Bartomeu repita la hoja de ruta de Rosell en 2010 y se interpreten muchas de sus decisiones como guiños electoralistas o compra de complicidades. No hay que olvidar que próximamente caducan los contratos con televisión, Nike y patrocinio de Qatar.
No será fácil competir en los comicios sin el señuelo de los fichajes, prohibidos hasta 2016. El club ha perdido capacidad para competir, singularidad, carga simbólica y cultura futbolística, motivos de sobra para que Bartomeu no agote su mandato como ya es costumbre en los presidentes del Barça con la excepción de Laporta. La estabilidad depende hoy de un futbolista que se siente inestable llamado Messi.
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