Un empate de fe
En un encuentro tedioso, el Levante iguala en el descuento y de penalti ante una Real ascética
En un encuentro de mínimos, un Levante con mucha fe y escaso fútbol, empató en el descuento tras un penalti absurdo de Carlos Martínez al saltar con el brazo extendido y tocar el esférico dentro del área con la oposición de David Navarro. Igualaba el conjunto de Lucas Alcaraz un partido que se le iba tras un error de Vyntra en el despeje que convirtió Canales en gol en el inicio de la segunda mitad. Nadie mereció más que un punto en un partido con demasiadas reticencias y especulaciones, con predominio táctico y físico, con apenas concesiones y alegrías, tedioso como pocos. El conjunto de David Moyes pagó su ascetismo. Opuso orden, evitó elaborar el juego y mimetizó el estilo del Levante al que le falta creatividad y gol, no así dignidad y orgullo.
El Levante tiene la cualidad de hacer los encuentros largos y aburridos. Minimiza las virtudes del rival al que le hace sentir incómodo. No le importa al equipo de Lucas Alcaraz no sentirse atractivo. Lo suyo es competir y rascar puntos cómo sea y dónde. No se permite alegrías ni en su estadio y la afición granota tampoco le da demasiada importancia a las formas, aplaudiendo el esfuerzo y la actitud de los suyos.
LEVANTE, 1-R. SOCIEDAD, 1
Levante: Mariño; Iván López, Navarro Vyntra, Nikos (Rubén, m. 75); Diop, Simao (Sissoko, m. 55); Morales, Víctor Casadesús, Ivanschitz; y Barral (Martins, m. 66). No utilizados: Jesús Fernández; Juanfran, Toño y El Zhar.
Real Sociedad: Rulli; Carlos Martínez, Ansotegui, Íñigo Martínez, De la Bella; Markel Bergara, Granero; Hervías (Rubén Pardo, m. 65), Xabi Prieto, Canales (Yuri, m. 90); y Finnbogason (Hernández, m. 80). No utilizados: Zubikarai; Gaztañaga, Elustondo y Chory Castro.
Goles: 0-1. M. 47. Canales. 1-1. M. 92. Ivanschitz de penalti.
Árbitro: Jaime Latre. Amonestó a Nikos, Íñigo Martínez, Barral, Xabi Prieto, Finnbogason, Navarro, Rulli y Markel Bergara.
Unos 14.000 espectadores en el Ciutat de València.
Como cabía esperar, el peso del partido recayó en la Real en teoría superior técnicamente. Premeditada opción del Levante que deja hacer al contrario, que renuncia conscientemente a la posesión, que se repliega con sus líneas perfectamente escalonadas a la espera de un contragolpe letal, una acto anárquico o haciendo uso de la estrategia. Los resultados, para bien o para mal, condicionan el estado anímico de los jugadores. Y al equipo de Moyes le falta seguridad y su juego se resiente. Quiso ser más directo el conjunto donostiarra en el Ciutat de València, emulando al Levante, un estilo más british, del gusto del técnico escocés cuyos equipos nunca han destacado por ser sublimes. La necesidad de los puntos obliga a la prudencia. Ambos equipos temían al error, evitaban riesgos. El miedo al fracaso limitaba la inventiva, lo que derivó en un encuentro funcionarial, trabado, con escasas triangulaciones y demasiados encontronazos, sin gozo.
Sin Carlos Vela la Real es menos Real. Falto de la chispa, la clase y la zurda del mexicano, el grupo de Moyes le faltaba creatividad en los albores del área de Mariño, inédito en el primer acto al igual que Gerónimo Rulli, el arquero argentino de 22 años llegado del Estudiantes de la Plata llegado a San Sebastián para sustituir a Bravo tras su marcha al Barça y hasta suplente hasta la fecha de Zubikarai presente en el banquillo.
Solo una acción individual o un error ajeno podía cambiar el sino del partido. Y ambas cosas se aunaron en el inicio del segundo acto cuando la Real se dio cuenta que podía y debía ofrecer algo más. Un mal centro de Xabi Prieto desde el costado derecho fue horriblemente despejado por Vyntra que dejó el esférico a la zurda de Canales. El cántabro se acomodó el balón a su pierna derecha y su disparo raso se coló en la portería de Mariño tras tocar en el palo derecho. En dos minutos de juego de la segunda mitad habían sucedido más cosas que en unos 45 minutos para olvidar.
No contestó el Levante hasta el minuto 60, en el momento que Barral cabeceó al travesaño de Rulli un centro del austriaco Ivanschitz. El conjunto granota solo se suelta y espabila cuando le golpean. A Lucas Alcaraz le cuesta quitarse el corsé aún con un gol en contra. Entró Sissoko por Simao y Rafael Martins por Barral. Cambio de cromos, que no de fórmula hasta que en el último cuarto de hora Rubén, un centrocampista ofensivo, sustituyó al lateral Vyntra. Y llegó el habitual arreón final del Levante que encontró un empate que bendice su fe.
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