Fin a la magia del Calderón
El Villarreal, con un golazo de Vietto, acaba con 27 partidos sin perder en casa del Atlético
Mientras se producía el lento goteo de aficionados en las puertas de acceso al fondo sur, el Villarreal practicaba un calentamiento que anunciaba su partido. Al son que marcaba la posición del balón, los jugadores de Marcelino ensayaban la basculación con una coordinación cartesiana. La práctica era armoniosa por igual en ataque y en defensa. Se presentó el Villarreal con el orden como premisa y a esos espacios tan bien cogidos tuvo que enfrentarse el campeón en otro partido de rareza ambiental, con el Frente Atlético en silencio y el resto del estadio tratando de asumir el repertorio de cánticos para tirar del equipo.
Villarreal, 0 - Atlético, 1
Atlético: Moyá; Juanfran, Miranda, Godín, Siqueira; Gabi (Cerci, m. 70), Tiago; Arda Turan (Mario Suárez, m.76), Raúl García (Griezmann, m. 63), Koke; Mandzukic. No utilizados: Oblak, Cebolla, Jesús Gámez y Giménez.
Villarreal: Asenjo; Mario, Gabriel, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Jonathan dos Santos, Trigueros (Pina, m. 63), Bruno, Cheryshev; Vietto (Rukavina, m. 89) y Uche (Moi Gómez, m. 63). No utilizados: Juan Carlos, Gerard, Dorado y Adrián Marín.
Gol: 0-1. Min. 85. Vietto.
Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Juanfran, Arda, Koke, Mandzukic, Uche, Jonathan dos Santos y Trigueros
Estadio Vicente Calderón. Unos 40.000 espectadores.
Cayó el Atlético en una contra que se intuía en la medida que se fue descosiendo, desgastado por el esfuerzo realizado y por el desequilibrio que le generó el irse a por el partido con Griezmann y Cerci ya en el campo. La sentencia fue una maniobra magistral de Vietto, un recorte en la frontal y un disparo duro y colocado a media altura. Ya había avisado Simeone en la previa de la peligrosidad del habilidoso delantero argentino, al que hizo debutar en el Racing de Avellaneda cuando era un crío. Un latigazo que acabó con 27 partidos de los colchoneros sin perder en su estadio. No caía desde mayo de 2013 antes del Barça. La derrota abre una brecha en la Liga que deja al Madrid con varios cuerpos de ventaja sobre el Barcelona (cuatro puntos) y sobre el campeón (siete). Perdió el Atlético con su manual más habitual la temporada pasada: el contragolpe. Ahora arriesga más y se expone a lo que le sucedió. La llegada de Mandzukic le ha obligado a adoptar ese perfil más dominador.
Con ese rol salió el Atlético decidido, mandón, dispuesto a hacerse con el campo con las líneas adelantadas. Pronto se dio cuenta de que tendría que mascar el juego y erosionar ese 4-4-2 tan simétrico e impermeable con paciencia. Le costó mucho descubrir agujeros, pese a enseñar tics ya muy claros de que juega más a dominar desde el balón. Se incrustaba Tiago entre los centrales en la salida de balón y Gabi se escoraba a la derecha para forzar superioridades con Juanfran y Arda. Ese pasillo fue lo mejor del Atlético en el primer tiempo. Desde allí fabricó la ocasión más clara en el primer acto. Un centro atrás de Juanfran lo cazó Tiago para exigirle a Asenjo una estirada a media altura. Estuvo muy protegido el meta del Villarreal por ese entramado en el que la conjunción defensiva entre sus dos centrales, Víctor Ruiz y Gabriel, y sus dos mediocentros, Bruno y Trigueros. Volcados en campo contrario, los rojiblancos se expusieron al riesgo de las contras, a ese temor de Simeone de lo que más difícil es defender cuando atacas. La primera contra que padeció la protagonizó la velocidad de Cheryshev, que pilló a la defensa rojiblanca regresando de una jugada a balón parado. Su disparo lo atajó sin problemas Moyá. No hubo mucho más en ese primer tiempo trabado, con el Atlético sin poder descifrar con claridad lo que tenía enfrente.
Como no le resultó con el dominio territorial, Simeone recurrió a Griezmann y Cerci
La salida al segundo acto fue eléctrica por parte de los futbolistas de Simeone. Muy decididos, con una marcha más para sitiar la portería de Asenjo. Pudo Mandzukic abrir el marcador en una falta lateral que le dejó muerta de cabeza Raúl García. Reaccionó bien Asenjo, con un par de pasos cruciales para tapar el remate del croata. En esa descarga, a Arda le dio por bailar en la izquierda a Jaume Costa. Su centro pasado lo pescó Mandzukic para marcar, pero antes el árbitro le había fichado por su empujón a Mario.
Como el dominio territorial no le dio para mucho más, Simeone decidió sacar todo el arsenal. Metió a Griezmann y a Cerci para tratar de revolucionar el tramo final con velocidad y desborde. Ni uno ni otro pesaron en el juego. Su entrada coincidió con un convencimiento notorio del Villarreal de que encontraría espacios.
Avisó Vietto en una pérdida de balón de Miranda en el centro del campo; el defender bien cuando se ataca de nuevo emergió. La ocasión manifestó que el Atlético podía resquebrajarse a la espalda de tanto jugador por delante de la línea del balón. Un cabezazo forzado de Godín a centro de Koke fue la última gran ocasión del Atlético. Empezó a circular la pelota el Villarreal con más fluidez, con Bruno y Pina teniendo muy claro por dónde hacer daño en la salida. En una de ellas, Vietto condujo esa contra tan letal. Velocidad, recorte y zurriagazo. Una secuencia que antes le pertenecía al Atlético. Hubo algo de paradójico en esa primera derrota después de tanto tiempo. Coincidió también con esa escisión que se palpó en las gradas. Veintisiete partidos después, con otro traje futbolístico, el campeón encajó una derrota histórica.
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