El Málaga sufre y disfruta
El Celta encadena su quinto partido consecutivo de Liga sin marcar y se distancia de los puestos europeos que marcan los andaluces
La clasificación no miente: duerme en puesto europeo el Málaga a la espera de que el Villarreal llegue con una victoria en el Calderón a los 27 puntos que marca como cota. La jornada la cerrará al menos 16 arriba sobre el descenso, su objetivo de inicio de temporada. Por el camino madura a una cuadrilla de jóvenes que anuncia grandes tardes y rescata a veteranos que parecían olvidados, a los que pocos esperaban todavía. La alquimia tiene mérito porque acaba en el fulgor que muestra la calidad, pero parte del fundamento del esfuerzo. Así superó el Málaga al Celta (1-0), con buen fútbol y buen sufrimiento.
MÁLAGA, 1-CELTA, 0
Málaga: Kameni; Rosales, Angeleri, Weligton (Miguel Torres, m. 47), Antunes; Camacho, Darder; Samuel, Duda (Recio, m. 67), Samu Castillejo (Boka, m. 82); y Santa Cruz. No utilizados: Ochoa, Ricardo Horta, Juanpi y Luis Alberto.
Celta: Sergio Álvarez; Hugo Mallo (Larrivey, m. 84), Sergi Gómez, Fontàs, Jonny; Krohn-Dehli; Orellana (Álex López, m. 63), Augusto, Hernández (Nolito. m. 63), Santi Mina; y Charles. No utilizados: Rubén Blanco, David Costas, Planas y Radoja.
Goles: 1-0. M. 21. Samuel.
Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Rosales, Weligton, Camacho, Recio, Samuel, Hugo Mallo, Fontàs, Charles, Augusto.
Unos 22.000 espectadores en el estadio La Rosaleda.
A Berizzo le acusan de ser excesivamente remiso en los cambios, de tardar en mover el árbol durante los partidos. Este sábado lo agitó antes de saltar al campo y dejó a su vera justamente a los tres futbolistas más destacados en el fenomenal inicio de campaña de su equipo. Radoja, el metrónomo del centro del campo, el agitador y burbujeante Nolito y el goleador Larrivey se quedaron fuera del once. Las sensaciones no fueron malas durante el primer cuarto de partido. Tampoco lo habían sido, en cuanto al juego, en las semanas precedentes. El Celta es un equipo que tiene soluciones para restar fútbol al rival y para hilvanarlo cuando tiene la pelota, pero tiene una cierta fragilidad en algunos aspectos que tienen que ver, seguramente, con la ternura y la juventud de algunos de sus pilares. El equipo se cayó tras recibir un gol ante el que ni pestañeó, un visto y no visto en la primera llegada del Málaga después de veinte minutos de sometimiento. Así de duro fue para el Celta, así de grato para su rival, que fue un diésel y que en cuanto tomó velocidad se convirtió, hasta el descanso, en imparable.
Empezó agazapado el Málaga, sin la iniciativa que le podía dar el balón ni el alivio de encontrar a sus rápidos extremos para llevarlo a campo contrario. En cuanto se ajustaron Camacho y Darder se convirtió en el dueño del partido. Coincidió ese suceso con el de su ventaja en el marcador. Suele ocurrir en los equipos que navegan a favor de viento como este Málaga al que todo le sale, incluso que un delantero corpulento como Santa Cruz coloque un preciso centro en la cabeza de un extremo, Samuel. Así marcó el Málaga y al Celta le quedó la ingrata sensación de que con más había logrado menos. Kameni le había detenido en una conexión entre Augusto y Charles que culminó con un duro disparo que detuvo en dos tiempos el meta camerunés.
Era el momento del Celta, pero pronto pasó a serlo del Málaga. Quizás no fue tanto que el gol le diese confianza como que su oponente la perdió. Tembló el equipo de Berizzo, que perdió pie en la piscina en la que se estaba convirtiendo La Rosaleda debido a la lluvia y se encomendó a su portero para que una rosca de Santa Cruz no le diese la puntilla. Naufragó el Celta hasta que se rearmó en el descanso, renovó voluntades y tuvo no solo el suficiente orgullo para sobreponerse a su mal momento sino también el toque preciso para conseguirlo. Prescindió (tarde, sí) Berizzo de los irrelevantes Orellana y, sobre todo, Hernández y apareció Krohn-Dehli para dejar uno de esos ramalazos de Laudrup que debe llevar en el pasaporte y filtrar un pase para que Charles marcase. Sacó la escuadra y el cartabón el linier para anular una acción en la que el punta brasileño partió, según delató la repetición televisiva, en línea con el último zaguero.
Tembló el Celta, que perdió pie en la piscina en la que se estaba convirtiendo La Rosaleda debido a la lluvia
Ocurre que cuando nada sale ni siquiera ayudan ese tipo de decisiones arbitrales en el límite. El gol anulado alertó al Málaga, al que pasó factura el esfuerzo de un partido que desde el pitido inicial tuvo un ritmo endiablado, dio varios pasos atrás y acabó pidiendo la hora con desesperación. Berizzo no encontró el momento para darle cancha a Larrivey y apostar todo al nueve hasta que quedaban apenas seis minutos y el descuento por jugar. Tenía más aliento el Celta, le empujaba la ambición, el reto de lograr al menos el empate e impedir así una sequía goleadora de cinco partidos. Pero se ha olvidado de donde está la portería.
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