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La cruzada de Piqué

El azulgrana, que está en su peso ideal y cuida su alimentación como nunca, se propuso al inicio del curso recobrar el trono mundial de los centrales

Jordi Quixano
Piqué y Messi, en la sesión de ayer.
Piqué y Messi, en la sesión de ayer.EFE

El cuatro de abril, fecha en la que se celebró la ida de los cuartos de final de la Champions pasada, fue un día tormentoso para Gerard Piqué, que se dio un topetazo con el entonces atlético Diego Costa (ahora en el Chelsea) y después con el suelo, con la mala fortuna fisurarse la cadera. Le costaba andar, incorporarse y cualquier movimiento le suponía un esfuerzo absoluto porque el dolor era bien intenso, hasta el punto de que al inicio de esta temporada, pasados los meses, todavía se tenía que infiltrar para jugar. Pero ya no lo hace; se siente como nuevo tanto en lo físico como en lo mental, empecinado en recobrar el trono de los centrales como explicó es su primera comparecencia del curso. “No creo que ahora sea uno de los mejores defensas del mundo”, advirtió; “pero sí que lo fui y tengo que volver a serlo”. Las palabras, aunque chocaron en su entorno porque consideraban que ponían picante a las críticas, no eran vacías. “Todos los días que viene a entrenarse da lo mejor de sí”, explica Mascherano. “Está entrenándose bien desde el principio y lo veo genial”, abunda Iniesta. “Hace todo lo posible por jugar”, constata Luis Enrique. Y cuando algo se le mete en la cabeza, no hay marcha atrás.

Cuando remitió un tanto la punzante lesión de cadera, Piqué realizó doble sesión diaria para llegar al final de la Liga, pero sólo le alcanzó para disputar el último encuentro ante el Atlético. “Este lo juego, hay que estar”, decía a quienes le preguntaban por el dolor y a quienes le decían que podía recaer. No cuajó un mal encuentro pero el Barça perdió la Liga y completó una temporada gris. No acabó, sin embargo, el martirio de Piqué. “Si me quieres, estaré”, le respondió a Del Bosque, interesado por su físico y por su participación en el Mundial. Ocurre, sin embargo, que sólo le alineó en uno de los dos amistosos previos, lo que le privó de minutos para coger ritmo. No las tenía todas consigo el central al debutar ante Holanda (1-5) y quedó señalado por el propio técnico, que le sentó al duelo siguiente. Fue el momento más bajo del jugador, dolido por dentro y por fuera. Pero también fue cuando germinó su voluntad de ser de nuevo el mejor. Y, tozudo como es, en ello anda igual que cuando se propuso estar con Shakira, escribir su libro o crear de la nada una empresa de videojuegos que lanzó Golden Manager, de fútbol.

Está en su peso ideal, unos 83 kilos (por 1,93 metros), como en la primera temporada de Guardiola

Aunque a Piqué se le atribuye una vida de lo más fácil, fue él quien decidió dejar el Barça, su gran amor, porque pensó que para cumplir su sueño de futbolista debía marcharse. Sólo, en la fría Inglaterra, se cobró un lugar en el filial del Manchester United pero cuando dio el salto al primer equipo se encontró con la eficaz pareja de centrales Río Ferdinand–Vidic, con la que el United ganó la Champions League del 2008. Su calidad técnica y salida limpia de balón, características esenciales para el Barcelona, hicieron que el club azulgrana lo repescara después de que se ganara el pan en el Zaragoza. “Le han regalado una familia estupenda, pero el resto se lo ha ganado él”, cuentan desde su entorno. Y vive a base de retos, competitivo como es, pues no hay partida –bien sea de póker, golf, PlayStation o incluso karts…- que no dispute hasta el final. Ahora, su objetivo es tan diáfano como descomunal. “Y no hay nada que le guste más”, abundan desde el club.

La cruzada es el Barça –“estoy donde quiero estar”, resolvió después de firmar su renovación el año pasado- y no cesa en su empeño. Ya en pretemporada añadió carrera continua por las Carretera de las Aguas de Barcelona (en la montaña), partidas de pádel con sus amigos y una alimentación cuidada que no conocía. “Los años pasan para todos, no nos engañemos”, dicen de su entorno; “aunque chocolatinas sigue comiendo…”. Pero está en su peso ideal, unos 83 kilos (por 1,93 metros), como en la primera temporada de Guardiola. Ocurre que fuera del césped ha dado carrete a la crítica, como cuando soltó dos bombas fétidas en la expedición azulgrana, cuando tuvo un altercado con la Guardia Civil o cuando se distrajo con el móvil en el partido de la Supercopa de Catalunya. “No sólo se le juzga por su profesión”, explica Mascherano. “Pero no por ello voy a dejar de ser como soy”, expuso Piqué en el curso anterior, en el teatro Barts, en un acto de El Terrat. Pero sí que quiere ser otro central, el mismo que le llevó a lo más alto. “Es un reto y sé que Luis Enrique me puede ayudar”, señaló el central. “Tácticamente, tiene una salida del balón muy buena y juego aéreo… es muy completo. Estoy contento con su aportación”, reflexionó ayer Luis Enrique. No se sabe si con Mathieu, ahora que Mascherano se despliega más en el eje, llegará a las cifras que alcanzó con Puyol –de los 100 primeros partidos que jugaron juntos sólo perdieron tres-, pero sí que tiene clara cuál es su cruzada. Y eso no empieza sino sigue ante el Espanyol.

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