Nadie sabía nada
La policía y la Comisión Antiviolencia aseguran que desconocían la llegada de los ultras gallegos a la capital
Centenares de entradas correlativas, según los datos de la policía, se vendieron en A Coruña (“a través de peñas”) para el encuentro que enfrentaba este domingo al Deportivo contra el Atlético de Madrid en el estadio Vicente Calderón a mediodía. El partido había sido calificado de “bajo riesgo” por la Comisión Nacional Antiviolencia del Deporte. Y la policía activó un dispositivo de “entre 150 y 200” agentes, frente al millar que se suelen movilizar con varias horas de antelación para los encuentros de alto riesgo. A la vista de los acontecimientos —un muerto, 12 heridos y 21 detenidos— el riesgo estaba mal calculado.
El partido se jugó a la hora prevista. La Liga de Fútbol Profesional (LFP), que declaró públicamente que intentó suspender el encuentro, argumentó que no lo hizo “porque no se encontró a nadie de la Federación”. Responsables policiales aseguraron que en este caso habría sido “sin duda” aconsejable.
Al menos 60 de las 300 entradas de la afición gallega formaban “un paquete”
Aparentemente, y sin que nadie se alarmase, dos autobuses que partieron del Palacio de Exposiciones y Congresos de A Coruña, cargados de ultras de Riazor Blues —“armados con palos y puños americanos”, según la versión policial— atravesaron la capital al amanecer hasta llegar a la zona del aparcamiento rojiblanco. Previamente, pararon en un lugar de la sierra para que a la comitiva se incorporase un vehículo con dos seguidores del equipo coruñés que hizo de “lanzadera”: se adelantó para comprobar que no había presencia policial y que, a su llegada, les esperaban los hinchas del Frente Atlético. Allí estaban. Lo que no sabían los deportivistas es que los radicales colchoneros “eran todavía más que ellos y más armados”, según fuentes policiales.
Pese a que el odio entre los miembros de Riazor Blues y los del Frente Atlético —de ideologías radicales opuestas, de izquierda y derecha, respectivamente— viene de lejos, nadie controló su llegada. Las declaraciones de los detenidos —dos miembros de Bukaneros, los ultras antifascistas del Rayo Vallecano; uno de los Alkor Hooligans de Alcorcón, 12 de Riazor Blues y seis del Frente Atlético— dejaron claro que “venían a pelearse”. Los vallecanos y los alcorconeros acudían a apoyar a los radicales del Dépor.
Fuentes del Atlético aseguraron, sin embargo, que el sábado por la tarde el Cuerpo Nacional de Policía advirtió a alguno de los agentes que habitualmente controlan los encuentros en el Calderón de la “quedada” para desayunar a las siete de la mañana en los alrededores del estadio de miembros del Frente Atlético, informa Ladislao J. Moñino. La policía confirma ese dato —“se advirtió como se hace siempre”—, pero niega que conociera la llegada de los seguidores coruñeses. De hecho, nadie parecía saberlo.
Responsables policiales aseguran que ellos habrían suspendido el partido
A la hora de calificar el riesgo de un partido se valoran cuatro aspectos, según explican medios policiales: a qué división pertenece el encuentro; si es una afición nutrida y tiene grupos ultras en su seno; si tienen antecedentes violentos, y si acuden al lugar del partidos. En este caso se cumplían las tres primeras premisas, pero no la cuarta, porque nadie parecía conocer la llegada de los blues a la capital y el enfrentamiento pactado con los rojiblancos vía WhatsApp, supuestamente.
Responsables de las fuerzas de seguridad explican que el protocolo habitual es que el CSAD (Coordinadores de Seguridad de Acontecimientos Deportivos) remita sus informes a la Comisión Estatal contra la Violencia en el Deporte y esta, de acuerdo con esos informes, da una valoración, que la policía tiene en cuenta para montar el dispositivo correspondiente.
En este caso, la Comisión Antiviolencia aseguró ignorar el desplazamiento de los hinchas gallegos y también los responsables policiales y la delegada del Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes. Nadie, salvo el Frente Atlético, les esperaba.
La policía pudo comprobar ayer en sus interrogatorios y analizando la numeración de las entradas que al menos 60 de unas 300 adquiridas por la afición del Dépor, formaban parte de un único paquete, comprado en bloque, en “un taco”. “Fueron adquiridas por una peña y las pagaron, una a una, según se subían al autobús”, que incluso paró en Guitiriz (Lugo) para recoger a seis hinchas.
Si el partido hubiese sido calificado de “alto riesgo” los seguidores del club visitante habrían sido escoltados antes de llegar al lugar del encuentro, “pastoreados” hasta una zona del estadio y devueltos del mismo modo. Pero no fue así.
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