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El triunfo de los ‘emigrantes’

Federer y Wawrinka, suizos hijos de padres extranjeros, ejemplifican el éxito de la integración en el deporte de Suiza

Juan José Mateo
Roger Federer y Stanislas Wawrinka, celebran el triunfo en la Copa Davis.
Roger Federer y Stanislas Wawrinka, celebran el triunfo en la Copa Davis.Christophe Ena (AP)

"Contesta tú, que hablas mejor francés", bromea Roger Federer mientras mira a Stan Wawrinka. Los campeones se dividen las respuestas según el idioma de la pregunta. El triunfo de Suiza en la Copa Davis es la victoria de la integración. Federer nació en Basilea, pero es hijo de una sudafricana (Lynette) y un suizo (Robert). Wawrinka, nacido en Lausana, desciende de un padre alemán de orígenes checoslovacos (Wolfram) y una suiza (Isabelle). Lo mismo ocurre con otros miembros de la selección. Seguir al contingente suizo es matricularse en una escuela de idiomas: mezclan el francés, el suizo-alemán y el inglés, y muchos de sus integrantes se defienden también en checo, italiano... Si Suiza es un crisol de culturas, sus selecciones son el resultado de esa mezcla de orígenes dispares. Así ha llegado a conquistar La Ensaladera.

Federer es hijo de una sudafricana, y Wawrinka desciende de padre alemán 

"Stan ama jugar la Copa Davis, y siente la presión de hacerlo bien por su país", explica Jakob Hlasek, exnúmero siete mundial y finalista de la Copa Davis con Suiza (1992) tras haber nacido checoslovaco. "Desde hace 20 o 30 años, tenemos grandes deportistas hijos de emigrantes que vinieron a Suiza. Este es un país abierto, con un 25-30% de extranjeros, lo que quiere decir que se sienten bien aquí", argumenta el extenista. "Las infraestructuras para el deporte, y en el tenis en concreto, son muy buenas, y para la gente que viene de fuera el deporte significa algo más que para los de aquí", subraya. "Ven el deporte como un trabajo. Mis padres, por ejemplo, le daban importancia al deporte, como los de Federer, los de Hingis [de origen eslovaco], los de la mitad de la selección de fútbol... Hay un hambre en la familia, que acepta el deporte como una plataforma para demostrar algo a un país en el que eres bienvenido... si trabajas".

Los distintos orígenes resultan en maneras diferentes de comportarse. Se vio en la final de Lille, donde una orquesta intentó imponerse a los gritos del gentío para tocar cada jornada el himno nacional de Francia y el de Suiza. Mientras los germanófonos del equipo lo cantaban a pleno pulmón, con Federer a la cabeza y al borde del llanto, el francófono Wawrinka, serio e impertérrito, lo seguía abrazado a sus compañeros, pero sin abrir la boca. Al mismo tiempo, el campeón de Australia jugaba con las letras de Suiza claramente impresas en su camiseta, mientras que el ganador de 17 grandes lo hacía sin llevarlas, porque se lo prohíbe el contrato que le une a su patrocinador de ropa. Dos formas de entender el patriotismo, con el mismo resultado: acabaron abrazos en el podio, bajo el confeti blanco y rojo que reproducía los colores de la bandera suiza, casi como cuando ganaron la medalla de oro en dobles para su país (Pekín 2008).

La Davis es muy importante para mí. Es un gran honor jugar por mi país" Stanislas Wawrinka

Cualquier duda por esos labios mudos ante el himno quedó despejada la noche del 26 de junio de 2014, solo minutos después de que Wawrinka derrotara a Rafael Nadal y celebrara el Abierto de Australia. Fue un momento de eufórica celebración.

-¿Irá a jugar el próximo fin de semana a Novi Sad?, le preguntaron, dando por hecho que se daría de baja en la Davis para evitarse el engorro del viaje transoceánico en plena resaca triunfal

-Por supuesto, contestó. Quizás usted no lo sepa, pero la Davis es muy importante para mí. Me llena de orgullo. Es un gran honor jugar representando a mi país. No sé si seguiré vivo después de esta noche, tampoco cómo voy a llegar hasta allí, pero tengo claro que iré.

Wawrinka fue a Novi Sad. Ganó con Federer a Serbia. Entonces no lo sabía, pero acababa de dar el primer paso hacia la victoria final en la Copa Davis. Como dijo el domingo: "Los franceses dijeron que estaban listos para ir a la guerra. Ocurrió lo opuesto. Mantuvimos la calma y ganamos. Podemos estar orgullosos".

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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