La resurrección de Messi
El argentino, catapulta del Barça, decide a cada duelo si es extremo, falso ‘9’ o mediapunta para exprimir a Neymar y Suárez ● El Madrid, con el insaciable Ronaldo, va como un tiro
Hubo un momento, muy visible en las semifinales de la Champions de abril del año pasado, cuando el Barcelona salió goleado por el Bayern de Múnich, en que se temía por el futuro de Messi. A la lesión sufrida en París se añadió después un cierto desamparo técnico por la ausencia de Tito Vilanova, así como un manifiesto extravío en la cancha, sobre todo porque desde la partida de Guardiola nadie sabía muy bien cuál era el mejor sitio para el 10. El mundo feliz de Messi se había convertido de forma sorprendente en una tortura en cualquier estadio, incluso en el Camp Nou. Ya no sólo se dudó de su condición de mejor jugador del mundo sino también de su conducta ciudadana por organizar extraños partidos veraniegos que determinadas informaciones vinculaban con el narcotráfico y defraudar a Hacienda. Incluso pasó a ser el paciente favorito de las cámaras por sus náuseas, interpretadas como vómitos sospechosos por quienes cuestionan al argentino desde que fue tratado con la hormona del crecimiento en el Barça.
Messi se hartó de la maledicencia y de perder partidos, o de no ganar títulos, que en su código viene a ser la misma cosa, y se planteó abandonar el Camp Nou. Vilanova le disuadió primero y Bartomeu le prometió después que le montaría un equipo a medida para que reconquistara el número uno. A pesar de prescindir de Cesc y de Pinto, amigos íntimos del 10, el Barça se encadenó a Messi con la bendición de Luis Enrique. La respuesta del argentino ha sido inequívoca: ha reaparecido un nuevo Messi. La incógnita es si al Barça le alcanzará para disputar la Liga y la Champions.
El récord del sábado avala la competitividad de Leo. Los tres goles que le marcó al Sevilla son un compendio de sus virtudes
A su manera, Messi se ha reinventado desde el Mundial de Brasil. No se sabe muy bien si será capaz de protagonizar la misma resurrección que protagonizó Ronaldo, cuando se levantó sin las rodillas que se había dejado en el quirófano, o tendrá la determinación y dedicación de Cristiano Ronaldo, admirable por su capacidad para sobrevivir a la dictadura del 10 para después reinar como Balón de Oro. Únicamente un futbolista con el amor propio de CR se podía negar a claudicar ante Messi. Ahora le toca responder al delantero del Barça. El récord del sábado avala la competitividad de Leo, máximo goleador de la Liga, después de superar a Zarra: 253 goles en menos de una década: 2005-2014. Los tres goles que le marcó al Sevilla son un compendio de sus virtudes y de su carrera, hoy más universal que nunca: a veces recuerda sus tiempos de extremo derecho, históricos desde su exhibición en Stamford Bridge ante el Chelsea de Mourinho; en ocasiones evoca la mejor versión del falso nueve, glorificada por el 2-6 del Bernabéu; y hay instantes en que se le adivina un nuevo rol, imprescindible para mezclar con Neymar y Luis Suárez, pichichi de la Premier y Bota de Oro, dispuesto a jugar de ariete o extremo como en tiempos de Lineker. Messi ya no parece peleado con los delanteros, como ocurría en los tiempos de Ibrahimovic, Eto’o y Villa, sino que ahora se diría que les necesita para volver a cantar victoria: los tres delanteros han participado en 35 de 38 goles del Barça. A partir de una alineación menos excéntrica y más cabal, empujado por Busquets y aireado por Alba, Messi se arrimó y goleó al Sevilla en una noche especialmente tensa, como así se expresó en los pitos de la hinchada a Bartomeu y Zubizarreta cuando se homenajeó por la pantalla al argentino. La afición ya sólo confía en Messi. Así que cuanto más cerca esté el argentino del área, más próxima parece la victoria para el Barça.
Nada mejor para espantar el miedo a perder el partido, a perder a Messi, a perder la Liga, que la valentía del 10. Nadie en el Camp Nou se imagina hoy un Barcelona sin Messi.
Juegan muy bien Isco, James y Kroos, para de nuevo Casillas y a Cristiano le salen los goles por las orejas desde hace 10 partidos
Vive el barcelonismo pendiente de un jugador mientras el Madrid se felicita porque Ancelotti rentabiliza la plantilla de Florentino. Hasta Isco puede jugar de mediocentro en ausencia de Modric. Isco parece llamado a ser el nuevo Iniesta. Antes de ser proclamado como uno de los mejores interiores del mundo, el azulgrana tuvo que ejercer de extremo y de volante central, un puesto que dignificó con una célebre actuación en Lisboa. Juegan muy bien Isco, James y Kroos, para de nuevo Casillas y a Cristiano le salen los goles por las orejas desde hace 10 partidos: ya lleva 20 en un Madrid que acumula 14 victorias consecutivas y cuatro tantos de media, cifra que le convierte en el equipo de moda en Europa.
Va el Madrid como un tiro, resiste el Atlético, único desde el córner, y vuelve Messi. El Barça se encomienda a él porque se niega a firmar la capitulación desde su nuevo puesto de mando: pelotas a Messi, que juegue donde quiera y haga lo que le dé la gana.
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