Hamilton estaba en lo cierto
El piloto británico se impone Abu Dabi y se adjudica su segundo título mundial de la mano de Mercedes
Existen varios métodos que permiten medir el calibre de las hazañas deportivas que se consiguen en la Fórmula 1, pero una buena forma de hacerlo consiste en analizar la verbena que monta el ganador. Ver a Niki Lauda mover el esqueleto al ritmo de su canción favorita, Budapest, de George Ezra, es un indicativo definitivo que constata el subidón que supuso para Mercedes y uno de sus principales jefazos el título que Lewis Hamilton consiguió ayer en Abu Dabi. Sobre todo si tenemos en cuenta que el austríaco, nada amigo de las jaranas, no se quedó casi a ninguna de las fiestas que le organizaron a él cuando corría — “siempre encontraba alguna excusa para largarme antes, pero esta vez vale la pena”—.
Si 2008 fue un momento muy importante este todavía es muchísimo mejor”
Para el británico se trata del segundo Mundial tras el que se adjudicó en 2008 cuando competía enfundado en un mono de McLaren. En aquella ocasión se convirtió en el campeón más joven de la historia (23 años, nueve meses y 23 días), sólo una temporada después de irrumpir como un trueno y conseguir desquiciar a Fernando Alonso, su compañero en la estructura de Woking. El panorama actual no tiene nada que ver con el de entonces, los coches son medio eléctricos y el componente aerodinámico ha dado paso al propulsor como elemento determinante. Pero los buenos pilotos siguen destacando y en este 2014 nadie ha brillado más que Hamilton, que se une a Ascari, Clark, Graham, Fittipaldi, Hakkinen y Alonso en el club de los bicampeones.
A sus 29 años, el chico de Tewin atraviesa su mejor momento personal y profesional. Está tranquilo fuera de la pista y eso se refleja en su forma de conducir. Aunque de vez en cuando todavía le pilla algún que otro telele, poco queda de aquel corredor descerebrado que era capaz de sacarse del sombrero el adelantamiento más inverosímil y tirarlo todo por el retrete justo después en una maniobra casi suicida. De hecho, apenas se le recuerda un error de pilotaje (en domingo) de un curso que cerró a lo grande, a su manera, con otro triunfo, el undécimo de este 2014 y el 33ª de su trayectoria, una cifra que le coloca como el quinto que más acumula por detrás de Michael Schumacher (91), Alain Prost (51), Ayrton Senna (41) y Sebastian Vettel (39).
La coyuntura parecía perfecta para que el duelo que la pareja de Mercedes ha mantenido desde marzo se resolviera en uno de eso finales de soponcio que tanto abundan en los archivos del certamen. Y la emoción duró tres segundos. Ese fue el tiempo que tardó Hamilton en abrasar a Nico Rosberg en la salida después de que éste se quedara prácticamente clavado. Cualquier opción del alemán pasaba por ganar y esperar que el destino se pusiera de su parte y lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: al margen de perder la plaza en la arrancada, su coche se fue viniendo abajo poquito a poquito; primero por culpa de un fallo en el ERS —el motor eléctrico— y luego por algo más gordo, una serie de desgracias que le llevaron a cruzar la meta el 14º, a una vuelta de su vecino de taller. El segundo fue Felipe Massa, que terminó por delante de Valtteri Bottas, mientras que Alonso se despidió de Ferrari con un noveno puesto más bien discreto pero un poco menos que el décimo de Kimi Raikkonen.
“Si 2008 fue un momento muy importante este todavía es muchísimo mejor”, dijo Hamilton desde el podio, donde le fue imposible contener las lágrimas. “Había mucha presión concentrada este fin de semana aunque yo tratara de ignorarla. Este es un momento increíble, uno de los mejores de mi vida si tenemos en cuenta todo lo que se dijo de algunos pasos que di en el pasado y de lo equivocado que decían que estaba”, añadió después, en referencia a todos aquellos que consideraron casi una locura que abandonara McLaren, que siempre había sido su casa, para embarcarse de la mano de Mercedes en una aventura con un destino impredecible con más sombras que luces. Dos ejercicios más tarde, los resultados demuestran que la decisión que tomó este piloto con pintas de estrella del rap fue la acertada para su suerte y la de la marca de Stuttgart, que vuelve a coronar a uno de los suyos casi 60 años después de que Juan Manuel Fangio lo lograra en 1955.
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