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El tacto se impone al coraje

El Madrid golea al Eibar en Ipurua en un ejercicio más práctico que bello

James, Cristiano y Marcelo.
James, Cristiano y Marcelo.RAFA RIVAS (AFP)

Hay milagros con fecha de caducidad y el del Eibar caducó no cuando James cabeceó a placer el primer gol del Madrid sino cuando antes y después de la acción del colombiano malgastó las dos inversiones de las que dispuso en el área de Casillas. Cuando el bolsillo no está repleto, las inversiones son escasas y, por lo tanto, de riesgo. Manu del Moral se asustó de verse tan solo y tan pronto ante Casillas. Se aceleró y se equivocó porque las decisiones del gol reclaman una pausa.

EIBAR, 0 - R. MADRID, 4

Eibar: Irureta; Bóveda, Albentosa, Ekiza, Abraham: Errasti, Dani García; Capa, Arruabarrena (Lekic, m. 78), Saúl (Javi Lara, m. 78), Manu del Moral (Ángel, m. 71). No utilizados: Jaime, Añibarro, Nieto, Boateng.

Real Madrid: Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos (Varane, m. 73), Marcelo; Kroos, Isco; Bale, James (Coentrao, m. 78), Cristiano (Arbeloa, m. 84), Benzema. No utilizados: Navas, Nacho, Khedira, Chicharito.

Goles: 0-1. M.23. James Rodríguez. 0-2. M.43. Cristiano Ronaldo. 0-3. M.70. Benzema. 0-4. M.83. Cristiano, de penalti.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Irureta, Albentosa, Errasti, Arruabarrena, Ramos, James.

Ipurúa, unos 5.200 espectadores.

El Madrid se tomó su tiempo para adaptarse a las circunstancias. James y Bale entendieron las condiciones desde el principio: el galés por la ineficiencia de la banda izquierda del Eibar, siempre superada, dándole metros a un galgo para que disfrute corriendo, para que coja breada, que decían los chavales, y luego vete tú a parar ese cuerpo en movimiento cuando te ha medido la distancia, ha visto tus ojos asustados y no conoce la piedad. James le puso al Madrid el ritmo necesario, proponiendo la pausa y la aceleración y, sobre todo, moviendo el balón con la velocidad necesaria para confundir al rival. Con Kroos acomodado al juego sencillo e Isco acusado por su exceso de florituras, el Madrid entendió que en el costado derecho estaba el surtidor. Incluso Cristiano se dio cuenta de que la autopista pasaba por el otro lado de donde él vivía. Y en una contra iniciada por James, prolongada por Carvajal, centrada por el portugués, cabeceada por Benzema (en posible fuera de juego), acabó en... James que batió a Irureta.

Aún le quedaba una moneda en el bolsillo al Eibar que gastó con una oportunidad de Arruabarrena que exigió la versión más intrépida de Casillas. Ahí se agotó el monedero y el Madrid encontró la tranquilidad que necesitaba para combinar con calma, sin demasiado ritmo con ese aire lánguido de las tardes de domingo en otoño. Más aún cuando Ronaldo, en una breve aparición remachó el segundo gol, al filo del descanso dando la puntilla al Eibar y a un día memorable.

Los blancos continuaron en Ipurúa la senda de las victorias abrumadoras

El fútbol admite la relajación igual que el desconsuelo, lo que no significa que el Madrid se tumbase a la bartola, ni que el Eibar se rindiera, pero las armas se achataron en el campo. El Madrid se adueñó del balón, que es como adueñarse del tesoro en una cómoda travesía. Sin olas no hay naufragio. Y en esa placidez, resurgió la figura apagada de Isco para gobernar el barco.

Sin el balón, el Eibar se conjuró para merecer, al menos, la honra de un gol. Pero sus buques no alcanzaban la orilla del Madrid y su fútbol se pagaba como el día. El equipo se partió y el Madrid conducía con el brazo apoyado en la ventanilla. Benzema, batallador pero ineficiente, aprovechó otra jugada confusa sobre la línea de fondo para batir a Irureta. Dos veces se quejó el Eibar de ese tipo de acciones y en ambas encajó gol.

Para rematar la travesía, Fernández Borbalán convirtió en penalti un rechazo de la barrera en un libre directo de Ronaldo, una acción sorprendente que Cristiano convirtió en gol. Hay veces que el fútbol, por sus extraños vericuetos premia con goles partidos grises como los del portugués, despegado de un encuentro que agotó la tensión emocional en los previos. Ocurre a menudo que la emotividad sustituye a la emoción. El Madrid continuó en Ipurúa la senda de las victorias abrumadoras, sus cabalgadas a veces a lomo de su juego eléctrico, a veces, como ayer, por pura inercia, yendo y viniendo con un tranco sencillo, primero impulsado por James, luego por Isco, siempre guarecidos por Kross, aunque no le hirviera la sangre.

El Eibar se quedó sin fondos demasiado pronto como para inquietar a un rival superior. La sorpresa cuanto antes se dé es más efectiva. Y no la hubo. El Madrid fue marcando los goles sin exigirse poner el corazón en el empeño, sin desbocarse, sin templar gaitas pero sin mostrar su mejor cara. Simplemente, yendo de cara, aprovechando sus virtudes y algunos defectos defensivos del rival, a veces superado por los acontecimientos en su área. Al final, se impuso el tacto al coraje.

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