De Rossi, caudillo centenario

Italia se renueva, pero no por ello descuida a sus referencias. Este domingo recibe a Croacia en San Siro (20,45 horas) con el liderato de su grupo de clasificación para la Eurocopa en juego. No estará Balotelli, que tras recibir la primera llamada del seleccionador Antonio Conte dejó ayer la concentración del equipo con molestias en los adductores, tampoco Pirlo víctima de una leve lesión muscular. "Será una ausencia crucial", valora sobre el veterano mediocampista uno de los que no se perderá la batalla en la medular, Luka Modric. Pero a esa liza no faltará Daniel de Rossi en uno de sus grandes días, el que le señalará como centenario con una camiseta que sólo han vestido más veces Buffon, Cannavaro, Maldini, Zoff y el propio Pirlo.

Hijo de un técnico con décadas de bagaje en las categorías inferiores de la Roma, De Rossi conoce bien que del camino al estrellato se apean talentos a los que todos esperan, seguramente por eso quiere acordarse en este momento de uno de esos compañeros que crecieron con él y a los que el componente azarístico del fútbol dio la espalda. "Emanuele Mancini, se llama. Empezamos juntos en la base y sólo el infortunio le ha impedido llegar a lo más alto. Juega en categoría regional y acaba de sufrir una lesión más. Este partido 100 va dedicado a él", explica. Hay mucho de fidelidad en los comportamientos de Daniele de Rossi. Ante todo a Roma, a su embrujo, al que le hizo desechar la colección de ofertas que cada verano le invitaron a conocer nuevos horizontes. La última de ellas llegó de Old Trafford incluso después de haber firmado un contrato de cinco años que le señala como el jugador mejor pagado de la serie A con unos ingresos de 5,5 millones de euros por campaña. Ahora valora que quizás pudo hacerlo, que pudo irse al United, al City, al propio Real Madrid, que siempre le tuvo en el foco. "Es díficil cambiar de cuna cuando la cuna es cómoda. Y Roma te atrapa".

Hay fidelidad y caudillaje, siempre a la derecha de Totti, cuando De Rossi habla no lo hace cualquiera

Hay fidelidad y caudillaje, siempre a la derecha de Totti, cuando De Rossi habla no lo hace cualquiera. Defendió a Luis Enrique cuando más arreciaron las críticas sobre el asturiano durante su periplo en la capital italiana. Y glosó su trabajo cuando se fue. "Un grande", zanjó. Con él matizó su experiencia como centrocampista y aprendió a jugar en la zaga. Se enfrentó a su sucesor, Zdenek Zeman, al que discutió por sus métodos. Conoció el banquillo y suscitó el apoyo hacia él del entonces selecionador Cesare Prandelli. "He conocido pocos profesionales más ejemplares". Juntos fracasaron en Brasil. De Rossi dejó entonces una frase lapidaria, en la que muchos creyeron ver la sombra de Balotelli: "En la selección necesitamos hombres, no cromos".

El delantero del Liverpool no vistió de azul en las primeras convocatorias tras el Mundial. Y le llegó la llamada de Conte cuando más se le discute por su rendimiento. En Italia se apunta a una reunión de técnico y pesos pesados del vestuario para definirse sobre la conveniencia de darle una nueva oportunidad. De Rossi lo niega e incide en su buena relación con Balotelli, también en la exigencia. "Siempre que le he tenido que decir algo lo he hecho. Es una persona que vive su trabajo de una manera especial, un buen chico. Pero tiene que demostrar aquello que se espera de él". De Rossi lo sabe por Balotelli o por su amigo Emanuele, conoce que el fútbol trae vericuetos sobre los que hay que saber guiarse. Él estuvo en problemas cuando estuvo apartado de varias convocatorias de la selección tras ser expulsado por golpear a rivales en partidos de Liga. Incumplió el código ético entonces vigente con Prandelli, pero además resucitó viejos fantasmas. En el Mundial de Alemania se perdió cuatro partidos por agredir al norteamericano McBride. Se metió en un agujero del que le ayudó a salir Pirlo. "No me dejó solo. Durante un día libre de la concentración me llevó a comer con su familia. Me dio el aliento que precisaba". Sus compañeros le dieron la revancha de poder regresar para la final. Anotó un penalti en la tanda contra Francia y alzó la Copa del Mundo.

De Rossi conoce bien que del camino al estrellato se apean talentos a los que todos esperan

No es el de italianos y croatas el único choque en que se juega un liderato. La sorprendente Islandia viaja a la República Checa para exponer su primera plaza del grupo A en un duelo de invictos. Y a Bruselas se acerca Gales con los recuperados Bale y Ramsey, también con la fe de que por fin pueden regresar a una gran competición tras su única participación en el Mundial de 1958. Los problemas son para Holanda, plagada de dudas y que recibe sin casi opción al error a Letonia tras caer esta semana en un amistoso contra México; para la mundialista Bosnia, sin victorias después de los tres primeros partidos y que afronta una complicada visita a Israel, e incluso para los turcos, en idéntica tesitura y con la necesidad de no fallar en el Alí Sami Yen frente a Kazajstan.