Carlsen arranca un empate balsámico
Anand impresiona pero conducirá la negras en las dos próximas partidas.
Pocas veces unas tablas cortas (2,5 horas) son tan interesantes. Viswanathan Anand apretó mucho a Magnus Carlsen, pero éste halló el estrecho camino para garantizar el empate en la 5ª partida de las 12 previstas en el Mundial de Sochi. El noruego tendrá la ventaja de las piezas blancas en las dos siguientes con el marcador igualado (2,5-2,5). Por primera vez, ambos parecen satisfechos.
“Estoy impresionado por el juego de Anand”, dijo Carlsen, pero no en la rueda de prensa, con el indio a su lado, sino después, en el corrillo con los periodistas noruegos, donde suele hablar más relajado. En todo caso, el campeón no se había mostrado tan suelto ni sonriente desde que empezó el duelo. Y tenía motivos de peso: acababa de arrancar medio punto de una posición delicada tras tomar una decisión de riesgo, que explicó así: “La opción normal era cambiar las damas de inmediato. Pero eso implicaba someterme a una tortura larga, aunque con razonables probabilidades de salvarme. La alternativa era capturar un peón a cambio de ceder la iniciativa. Pero mis cálculos me decían que eso era menos malo, y parece que he acertado”.
La paradoja es que el aspirante también está contento, y no sólo por su buen juego en este quinto asalto. Nunca olvidará lo que sufrió hace un año en el duelo de Chennai (India), cuando perdió –jugando muy mal- la quinta partida, apenas durmió esa noche y al día siguiente perdió también la sexta, lo que destrozó su autoestima y le llevó a perder la corona.
Es verdad que jugar dos partidas seguidas con negras frente a Carlsen no es un plato de gusto para nadie (la 6ª empieza este sábado a las 13.00, hora peninsular española). Pero Anand lo enfoca de manera positiva: si pasa esos dos obstáculos habrá metido una presión tremenda sobre Carlsen, conducirá las blancas en tres de las cinco últimas y la perspectiva de recuperar el trono con casi 45 años empezará a ser muy sólida.
La lucha psicológica y el bienestar de ambos se plasman en pequeños detalles. Anand, menos tenso que Carlsen antes del inicio, esbozó incluso una sonrisa cuando los dos fueron recibidos con un gran aplauso por el público, mayoritariamente infantil. Tras el saque de honor, realizado por el primer ministro adjunto de Rusia, Arkady Dvórkovich, ambos jugaron rápido hasta que el campeón sorprendió al aspirante con su 7º movimiento. A pesar de que sólo habían pasado cuatro minutos desde que el árbitro puso el reloj en marcha, Carlsen se fue a su camerino ante el enojo de los reporteros gráficos, que sólo disponen de diez minutos para hacer su trabajo. El campeón le lanzaba un mensaje mudo al aspirante: “Esta vez no me has pillado con una preparación casera, como en la 3ª partida”.
Sin embargo, Anand hizo muchas jugadas muy precisas tras invertir siete minutos en refrescar su memoria sobre las partidas y análisis que conocía con esa idea de Carlsen. Y mantuvo la iniciativa durante el resto de la pelea. De ahí su jovialidad posterior, sólo rota por una pregunta: “El hecho de que la cobertura de la prensa india sea ahora menor que hace un año, ¿hace que usted se sienta más tranquilo?”. El aspirante se puso muy serio, y fue lacónico: “No, eso no me afecta”.
Pero casi nadie le cree. Anand es un ídolo nacional –hace unos años fue nombrado “mejor deportista indio del milenio”- en un país de 1.300 millones de habitantes, y la presión que sufrió durante el duelo en su ciudad natal, Chennai, en 2013 fue tremenda. Ahora, en Sochi, hay menos periodistas de India que de Noruega, un país de cinco millones de habitantes, de los que dos millones están siguiendo las retransmisiones en directo de las partidas por televisión o por Internet. Casi ninguno de esos informadores entendía nada de ajedrez hace sólo dos años, pero han tenido que especializarse a marchas forzadas para rellenar grandes espacios todos los días. Ningún deportista noruego es ahora más popular que Carlsen.
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