El Madrid se distancia por goleada
El equipo de Ancelotti ha metido 17 tantos más que el Barça en las primeras 11 jornadas, la mayor brecha desde 1987
La industria del fútbol fabrica personajes cada vez menos dispuestos a reírse de sí mismos. Quizás porque se crio en el campo parmesano, en un lugar y una época todavía marcados por la posguerra, Carlo Ancelotti está hecho de otra madera. El entrenador del Madrid no pierde el tiempo con las cosas de la egomanía. Ha aprendido a juzgar el mundo que le rodea con generosidad y agradecimiento. Sus jugadores lo perciben y acaban, sin pretenderlo, convirtiéndose en sus cómplices. Incluso los más vanidosos. Incluso Zlatan Ibrahimovic, al que dirigió en el PSG.
Al concluir el partido de vuelta de las semifinales de la última Champions, consumado el 0-4 al Bayern, el sueco le mandó un mensaje de texto al técnico, provocando la risa en la expedición que regresaba de Múnich:
—¿Qué pasó míster? ¿Otra vez puso el autobús?
El malicioso Ibra, que no congenió con Guardiola, debió celebrar la goleada con fervor de madridista. Los delanteros suelen ser las figuras más problemáticas para los entrenadores, sobre todo para aquellos con un marcado sentido de la autoridad y el control. No es el caso de Ancelotti. Bajo la dirección del italiano Ibrahimovic lo pasó en grande, lo mismo que Cristiano y Benzema, que completan el mejor inicio de curso de sus carreras. Cristiano ha igualado el récord de Lángara con 18 goles en las primeras 11 jornadas de Liga. Benzema ha metido siete goles y dado cinco asistencias. Son la pareja de referencia del Madrid más goleador de la historia en las primeras 11 jornadas, con 42 tantos conseguidos.
Ancelotti ironizaba con el autobús la temporada pasada, cuando perfiló al equipo hacia el contragolpe. Ahora el técnico suele bromear con la misma idea: el autobús sigue ahí, solo que entre los pasajeros hay más gente con sensibilidad para el pase. El trío de Alonso, Di María y Modric tenía deberes parecidos a los que desempeña el cuarteto de James, Isco, Modric y Kroos. La diferencia es que aquellos eran tácticamente más aplicados y estos son más penetrantes en las entregas. La mezcla con Benzema, Cristiano y Bale ha resultado tan heterodoxa como explosiva. Tanto, que a fuerza de goles se han recuperado de la pérdida de seis puntos en las primeras tres jornadas para situarse como líderes. En el camino han derrotado al Barça distanciándolo por mucho en una variable con peso psicológico. El Madrid ha metido 42 goles mientras que el Barcelona ha hecho 25. Son 17 goles más que su gran rival. Un abismo difícil de explicar por los seis tiros a los palos del Barça en las últimas jornadas, lo mismo que por la sanción a Luis Suárez.
El conjunto blanco dobla sus goles de jugada elaborada. La contra ya no es la única opción
El único precedente de distancia goleadora similar entre los dos grandes de España se remonta a la temporada 87-88, en el esplendor de la Quinta del Buitre. Entonces el Madrid de Hugo y Butragueño marcó 22 tantos más que el Barcelona.
Los técnicos que acuden a Valdebebas intentan rebajar la euforia que se respira en el ambiente desde el 3-1 en el clásico. “Todavía estamos en noviembre”, advierten. Temen que el exceso de optimismo haga que los futbolistas olviden lo difícil que resulta jugar así. Saben que el éxito del modelo reside en un delicado equilibrio táctico que solo puede conservarse con sacrificio, compromiso y ambición.
A la campaña le quedan los meses más duros, pero en otoño se han conseguido cosas que merecen mención especial. El principal logro es formal. Hacía años que el fútbol del Madrid no entusiasmaba tano a sus aficionados. De pronto, los balones largos y las carreras han dado paso a maniobras más armónicas. Los goles son un indicio. Sobre todo el modo en que se consiguieron. Hasta la sexta jornada el equipo metió tres goles de jugada elaborada y 12 de contragolpe. En los cinco partidos siguientes ha hecho siete goles a la contra y cinco de jugada elaborada. Uno de ellos precedido por una asistencia de Cristiano... ¡de tacón!
Llevan razón los prudentes. Hay que pasar el invierno. Pero el autobús ya no es lo que era.
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