Garbiñe, el clásico y el pequeño Nicolás
Juanma Iturriaga analiza la actualidad deportiva en una nueva entrega de su diario
17/10. Viernes
Una pregunta que nunca se debería hacer a nadie es esa de a quién quieres más, a papá o a mamá. Como a otros anteriormente, a Garbiñe Muguruza, la tenista hispano-venezolana (o venezolano-hispana), se la han hecho y le pusieron fecha límite para contestarla. Al final ha tenido que decantarse y me imagino que le habrá costado un mundo, pues el asunto mezcla inevitablemente lo sentimental con lo práctico, dos aspectos que no siempre se llevan bien. Según se ha hecho oficial hoy (el pasado viernes), Garbiñe ha elegido España, lo que invita a pensar que las mejores posibilidades profesionales que abre esa puerta han decantado la balanza. Afortunadamente para ella, su elección ha podido ser tomada sin más presiones que las suyas propias y las del calendario, bien diferente, por ejemplo, a lo que ocurrió en el caso de Diego Costa, al que una y otra vez se le intentó sacar una declaración donde explícitamente oficializase un mayor amor a unos que a otros, un me siento más X que Y. Ahora le ha tocado, de otra forma pero con el mismo fondo, a Piqué. Estuvo en la manifestación el día de la Diada y como explicó el mismo, su presencia sólo quería apoyar la famosa consulta, nada más. ¡Sí hombre, y nosotros nos lo creemos!, pensaron algunos o sospecho que muchos. ¡Tú eres un independentista y por tanto, fuera de la selección española!. ¡Las dos cosas son incompatibles! ¡Y ahora voy a Las Rozas y te vas a enterar!.
Yo no sé si Piqué sueña con la independencia de Cataluña, o cuanto Costa, Garbiñe o Ibaka, por poner otro ejemplo, sienten los colores rojo y amarillo. Pero creo que ha llegado el momento en el que se asuma definitivamente y de forma natural que en estas cuestiones de banderas, no todo es sentimiento, sino que también cohabitan cuestiones de interés, de las que no nos libramos ninguno, fundamentalistas incluidos. No es nada nuevo y el mundo del deporte ofrece desde hace tiempo ejemplos inequívocos, muchos de ellos promovidos y amparados por instituciones públicas. ¿Quién no se acuerda de Johan Mühlegg, luego Juanito y después del dopaje otra vez Johan?
18/10. Sábado
Tengo el estómago que me va a estallar. Si alguna vez el concepto ponerte como El Tenazas ha tenido sentido para mí ha sido hoy, donde he disfrutado de un doblete gastronómico que me ha dejado como si hubiese corrido una maratón en menos de dos horas. Primero ha sido una boda de mediodía en una finca cerca de Guadalajara, donde he estado llenando el buche como si no hubiese un mañana, casi sin interrupción de dos y media a seis y media de la tarde. Con la digestión a medio hacer, cena de amigotes en un restaurante asiático donde pides todo para todos, pato laqueado incluido por supuesto, por lo que casi siempre se te va la mano y terminas como una boa constrictora.
Mientras yo iba de plato en plato, el Madrid y el Barcelona lo hacían de gol en gol. Juegan frente a Levante y Éibar, pero todo ya se mide en clave de clásico a celebrar el próximo sábado. Afortunadamente hay una jornada de Champions por medio, por lo que la monopolización del espacio mediático por el primer enfrentamiento del curso entre las dos galaxias más poderosas de nuestro universo deportivo no será definitiva hasta el jueves. El partido, más allá de no resultar definitivo, aunque siempre tiene consecuencias, es de esos que pone a cada uno en su sitio. Las grandes y cada año mayores diferencias entre estos dos equipos y la mayoría de los otros ponen en cuarentena muchos datos que pueden resultar menos concluyentes de lo que parecen. El Madrid lleva un promedio de ¡5 goles por partidos! en las últimas cinco jornadas, una barbaridad, pero sus rivales han sido Deportivo, Elche, Villareal, mi deprimido Athletic y Levante, de los que les separa una distancia sideral. El Barcelona no ha encajado ni un gol en Liga, pero se puede decir lo mismo de sus adversarios. Por eso nada mejor que verles uno enfrente de otro para saber la verdad que se esconde detrás de tanto récord. Lo único que espero es que la sobreexposición mediática previa no termine agotándome antes de tiempo.
Por cierto, qué bien quedaría el público madridista que asista al partido, qué gran ejemplo de deportividad y señorío darían al mundo si, de producirse, dedicasen unos cuantos aplausos (tampoco tiene que ser una ovación de media hora) a Messi en el caso que iguale el estratosférico récord de Zarra. Ya lo hicieron ante un gol de Ronaldinho y la tierra no se abrió debajo de los cimientos del Bernabéu. Y lo de Messi tiene bastante más mérito que aquel eslalon del otrora mejor jugador del mundo.
19/10. Domingo
Me sigue gustando mucho el baloncesto pero desde hace ya un tiempo pienso que salvo que lo grabes y puedas saltarte los infinitos parones, los partidos de la NBA resultan eternos. No debo ser el único, pues hasta la propia NBA ha llevado a cabo un experimento para reducir la duración a base de quitar un minuto y un tiempo muerto a cada cuarto. Lo hizo en un New Yersey-Boston y recortaron más de un cuarto de hora, jugándose el encuentro en una hora y cincuenta y ocho minutos frente a las dos horas y cuarto habituales. Aplaudo la medida aunque jugadores y técnicos apunten hacia otro lado. Normal. A la patronal le preocupa el hacer el producto más atractivo televisivamente mientras que los que saltan a la pista abogan por menos partidos antes que por menos minutos. La solución ideal sería menos partidos y de menor duración, lo que podría contentar a todos. Bueno, salvo al departamento económico, que vería mermados sus ingresos. Para que cuadrasen las cuentas, todos tendrían que ganar menos, lo que sospecho nadie tiene intención de hacer. Cuando las medidas tocan el bolsillo, atractivos y cansancios suelen pasar a segundo plano.
Hablando de baloncesto atractivo, Real Madrid y Fiatc Joventut protagonizaron un fantástico partido que me dejó con muy buen cuerpo, además de reafirmarme en la creencia que a este maravilloso deporte que languidece en cuestiones de seguimiento televisivo (el Barcelona-Herbalife de Teledeporte tuvo un 1,8% de audiencia, 218.000 espectadores, muchos me parecen para un partido tan descafeinado) lo único que le puede salvar es el juego. No todos, sino un determinado tipo de juego donde, como hicieron blancos y verdinegros, prime la velocidad, el arrojo, la valentía, los contraataques, las rápidas transiciones, los intentos de conjugar la estética con la eficacia. Parezco un disco rayado de tanto que lo reivindico, pero no se me ocurre otro camino. Y como ya he dicho otras veces, no es cuestión de talento, sino de voluntad. El talento se puede desarrollar, la voluntad la tienes o no la tienes.
Antes de terminar, no puedo dejar pasar por alto la historia del Pequeño Nicolás, el personaje de la semana. Hay dos formas de tomarse el asunto. Uno, seriamente, lo que te lleva a un montón de preguntas que comienzan con un ¿cómo es posible que…..? donde mucha gente sale malparada. A políticos, empresarios, seguratas y demás les han metido un buen gol y aunque no sea un sentimiento muy loable, su bochorno es de alguna forma nuestro alborozo. Aun más seriamente, lo ocurrido denota la idea de que los conseguidores existen y funcionan. Sólo en esa creencia por parte de algunos, este chaval ha podido hacer sus tejemanejes, seguramente inspirado por ya míticos conseguidores tipo Bárcenas. Todo a cambio de dinero, claro.
Pero ya tenemos suficientes temas para cabrearnos, por lo que me tienta más tomármelo por la vena cómica del asunto. Esas fotos con Aznar, Botella, Esperanza Aguirre, Cañete o Villar Mir, la historia que se inventó de que el rey Felipe iba a ir a comer a Ribadeo y el revuelo que se montó, lo de llamar Barack y Vladimir a Obama y Putin para hacer ver que tenía acceso a ellos, o los mil y un montajes que puedes ver en las redes sociales del susodicho. La picaresca española, que tanto daño nos ha hecho, ya tiene un nuevo héroe. El pequeño Nicolás.
Buena semana a todos.
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