Una Ducati en versión reducida
La fábrica italiana ha revolucionado la Desmosedici, más pequeña y estrecha, con la que Dovizioso firma el mejor tiempo del viernes
De momento, siguen teniendo el mismo problema de siempre. El problema es que la Desmosedici no gira. Y siempre son unos cuantos años ya. Tantos que hoy parece una quimera pensar en que en 2007 Casey Stoner logró el Mundial para Ducati en el mismo circuito, el de Motegi, en el que este fin de semana se celebra el gran premio de Japón. Aún así, la mejora experimentada durante el curso por una moto que volvió loco al mismo Valentino Rossi es innegable. La Desmosedici que correrá este fin de semana en Motegi no tiene nada de lo que tenía la de la primera carrera del año en Qatar. Le han cambiado hasta el nombre. Esta es la Desmosedici 14.2 y con ella esperan encontrar respuestas a todas sus preguntas. Entre ellas están cómo hacerla girar o cómo sacar rendimiento a la magnífica potencia de su motor.
La casa italiana dejó de competir con Honda y Yamaha hace ya demasiado tiempo. Por eso nadie se extrañó cuando anunció que aunque tenía un equipo oficial y motos de fábrica Ducati se acogería al reglamento open, ese ideado para que equipos privados corrieran con motos alquiladas o de segunda y aún así pudieran ser algo más competitivos. La revolución impulsada por Gigi Dall'Igna, quien fue ingeniero de Aprilia y ahora, un año después de la entrada de Audi (nueva propietaria de la fábrica), ocupa el cargo de director general de Ducati Corse, empezó por ahí.
Con el chasis que teníamos habíamos agotado opciones. Era demasiado largo para una moto de carreras” Gigi Dall'Igna, director general de Ducati Corse
Acogerse a ese nuevo reglamento implicaría una serie de ayudas –trabajar desde ya con la nueva centralita electrónica (obligatoria a partir de 2016), neumáticos extrablandos muy útiles para las sesiones de clasificación, 24 litros de combustible en lugar de 20 o 12 motores en lugar de los cinco que tienen las motos de fábrica–, pero la más importante de todas era tener el permiso para trabajar en el desarrollo de una moto para la que Dall'Igna, que relevó al padre del proyecto original, Filippo Preziosi, tenía que encontrar soluciones. Ese movimiento (visto con sorpresa al principio, criticado por los rivales después) permitió a Ducati trabajar en el desarrollo de su motor, alma máter del proyecto.
“No tener los motores congelados ha sido la clave de nuestra evolución. Con el motor, una de las áreas en las que más hemos evolucionado, hemos trabajado en los dos aspectos: la potencia máxima y la durabilidad”, explica Dall'Igna a este diario. “Han modificado el carácter del motor, ahora es una moto más dócil”, confirmaba Dovizioso (con dos podios este año) en el gran premio de Aragón. Pero no es el motor lo único que ha cambiado. De las pequeñas evoluciones experimentadas durante la temporada, Ducati pasó, de repente, a presentar una moto totalmente nueva hace dos semanas en Aragón. La Desmosedici 14.2 es visiblemente más pequeña. “Con el chasis que teníamos habíamos agotado todas las modificaciones. Apenas podíamos probar reglajes diferentes. Era demasiado largo para una moto de carreras. Las geometrías de este, más estrecho y más corto, mejoran la ergonomía de la moto y permiten jugar con el reparto de pesos”, avanza el responsable del proyecto.
Llevo la moto mucho más cómodo. Es rápida y cuesta mucho menos que salga un buen tiempo" Andrea Dovizioso
El italiano confía en solucionar así el todavía principal problema de una moto tan peculiar: el paso por curva. “Sin agarre a la entrada de las curvas, no puedes girar y debes dibujar una línea mucha más grande: pierdes tiempo y, además, no es fácil levantar la moto. Todavía es poco eficaz. Pero es cierto que los cambios de dirección son ahora mucho más fáciles. Llevo la moto mucho más cómodo. Es rápida y cuesta mucho menos que salga un buen tiempo. La incógnita sigue siendo el ritmo regular en carrera”, añadía Dovizioso, la referencia de la casa de Borgo Panigale este año, el piloto que marcó el ritmo y se llevó el tiempo más rápido este viernes en Motegi (dejó a Lorenzo a casi medio segundo), eso sí con la goma extra blanda. “Creo que nuestra moto puede volver a ser competitiva aquí, en las últimas cuatro carreras hemos ido rápido en circuitos con características completamente diferentes. Ahora hago vuelta rápida cuando quiero y no me cuesta tanto mantener el ritmo, sólo pierdo tiempo en las curvas”, dice. Y mientras su paciencia se adivina infinita, la capacidad de reacción de Ducati (y de Audi) se encomienda a Dall'Igna, el tipo que aparentemente ha devuelto la paz a una fábrica que se resistía a abandonar un concepto de moto tan peculiar como ineficaz en los últimos años. “Lo ha hecho muy bien. Además, la moto no ha cambiado tanto como el método de trabajo”, le alaba Rossi.
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