Un Giro sin estridencias
A Contador, que intentará el doblete con el Tour, le gusta el recorrido de la carrera rosa, que incluye una larga contrarreloj llana
La San Remo-Milán, la clásica de las clásicas y en 21 días, decían, jugando con las palabras y con los conceptos, los jefes del Giro, que presentaron el recorrido de 2015 (del 9 al 31 de mayo, salida en la costa ligur, llegada a la capital lombarda: la gran narración homogénea de todo un territorio, de toda Italia, añadían) en la pista de hielo de Milán, donde, en incómodos sofás blancos, los ciclistas que lo correrán más que en ideas y relatos pensaban en kilómetros. Y Alberto Contador, entre ellos.
A Italia le gusta Alberto Contador como no le gusta ningún otro ciclista y a Contador le gusta correr en Italia, le gusta el Giro, dijo, porque obliga a ser agresivo, por subidas como el Mortirolo o el colle delle Finestre, a los que se vuelve el próximo mayo. Contador conoce y ama el Giro porque lo ha corrido dos veces, en 2008 y en 2011, y ambas lo ha ganado (aunque en su historial solo cuenta la primera victoria: de la segunda maglia rosa fue desposeído con efecto retroactivo un año después por un positivo sufrido un año antes), y por eso lo ha incluido en su programa para el 15, y sin renunciar al Tour y a la posibilidad de ganarlo también. "Preparar el doblete desde varios meses antes es un reto nuevo para mí", dijo Contador, quien pagó con un mediocre Tour del 11 el desgaste sufrido para ganar el Giro. "Me parece un Giro más equilibrado, menos duro que los pasados, pero yo no le habría puesto una contrarreloj tan larga... Es ideal para Froome".
Y Mauro Vegni, el diseñador del Giro, que lanzó para los oídos del dubitativo último ganador del Tour, Vincenzo Nibali, el mensaje de que el doblete no es una quimera, sonreía feliz a su lado, y llamaba a Eusebio Unzue a su vera para convencerle de que lanzara a Nairo Quintana, el colombiano que solo piensa en el Tour, a defender su dorsal número uno.
La contrarreloj de 59 kilómetros entre el Treviso de Nani Pinarello y los viñedos de prosecco de Valdobbiadene es una propuesta tan chocante con la tendencia Giro de los últimos años, que de ella se habló en los pasillos más aún que de los siete finales en alto, que en realidad son cinco (el Abetone toscano que hizo grande a Bartali; el Campitello Matese de la sureña Molise, donde Berzin plantó a Indurain y empezó a ganar el Giro del 94; la Madonna di Campiglio en la que Pantani murió por primera vez, expulsado de su Giro en rosa en el 99; la Cervinia que hizo feliz a Amador en el 12, final de la etapa más dura, tras los insólitos Saint Barthélemy y Saint Pantaléon, y el Sestriere tan querido por Coppi que abrocha la subida delle Finestre), pues el monte Berico en la entrada de Vicenza es un repecho, como lo es la subida a Aprica en una etapa marcada por el Mortirolo previo.
Si la presencia de Contador en el Giro podría desencadenar una especie de efecto mariposa que atrapara e influyera en los planes de sus rivales, la rodilla izquierda del chico de Pinto, tan golpeada en el Tour y de nuevo en Lombardía el domingo, lo ha generado con gran eficacia. Ayer por la mañana, Alejandro Valverde le preguntó por whatsapp si iría al Tour de Pekín para pelearle el número uno mundial, ya que él, con una hija recién nacida, pagaría por no ir. Contador le respondió que respirara tranquilo, que él finalmente no iría a China, que se quedara en Murcia tranquilo. Así, con el número uno asegurado, y también su equipo, el Movistar, Valverde se ha quitado de encima un viaje y una carrera incómodos, objetivo que por medios más cínicos ha conseguido el Astana en pleno. Al día siguiente de correr con Nibali el Tour de Almaty, su carrera nacional, y el Lombardía en el que quería brillar Fabio Aru, Max Iglinsky, positivo por EPO el 1 de agosto, renunció a solicitar el contraanálisis, por lo que el equipo kazako ya puede autosuspenderse dos semanas, como ordena su pertenencia al Movimiento para un Ciclismo Creíble.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.