Bianchi, entre la vida y la muerte
Tras estrellarse contra una grúa, el piloto francés es operado de un hematoma en la cabeza
Jules Bianchi permanece ingresado en el Hospital General de Mie y su estado es grave, después del accidente que sufrió en los instantes finales del Gran Premio de Japón de Fórmula 1, disputado en todo momento bajo la lluvia y en unas condiciones muy delicadas. Al piloto francés, de 25 años, se le diagnosticaron serias lesiones en la cabeza como consecuencia del tremendo impacto que tuvo que soportar al perder el control de su Marussia en la curva siete del circuito de Suzuka. Su prototipo salió despedido, deslizándose sobre el cemento empapado, y terminó empotrándose lateralmente contra la parte trasera de una grúa que en ese preciso instante evacuaba el Sauber de Adrián Sutil. “Sufre un hematoma cerebral”, explicó Philippe, el padre del chico de Niza. “Hay que esperar 24 horas para saber algo más”.
“Hay que esperar 24 horas para saber algo más”, explica Philippe, su padre
A pesar de contar con un helicóptero medicalizado, los doctores que acudieron al lugar del siniestro decidieron prescindir de él y trasladar a Bianchi al hospital en ambulancia, estando él inconsciente, porque se consideró que era “más rápido y más seguro”, según informó la Federación Internacional del Automóvil (FIA), dada la proximidad de la clínica (unos 15 kilómetros). Una vez allí, el corredor entró en el quirófano, donde fue operado durante más de tres horas y de donde salió respirando sin asistencia, antes de pasar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Por cómo se produjo, este percance guarda ciertas similitudes con el que padeció María de Villota hace dos años mientras realizaba unos ensayos privados en un aeródromo de Reino Unido, también al volante de un Marussia, y cuyas secuelas terminaron por costarle la vida.
Al margen del infortunio de la madrileña, que se produjo fuera del calendario del Mundial, hay que remontarse hasta 2009 para encontrar otro suceso similar al de ayer. En aquella ocasión, un muelle despedido del BrawnGP de Rubens Barrichello golpeó el casco de Felipe Massa cuando este circulaba a más de 200 kilómetros por hora en su Ferrari en plena sesión cronometrada del Gran Premio de Hungría, causándole daños tan severos que casi le cuestan un ojo.
Las consecuencias del accidente de Bianchi cuestionan el actual protocolo de emergencia establecido expresamente para estas situaciones. Es bastante evidente que el coche de seguridad, que no apareció hasta la vuelta 44, una después del choque del Marussia con la grúa, debió hacerlo antes. Especialmente en una zona como aquella, un viraje a la izquierda que, con el asfalto mojado, se toma a 150 kilómetros por hora y que cuenta con una escapatoria de apenas 60 metros. En cualquier caso, la reacción que provocan en los pilotos las banderas amarillas es bien distinta a la irrupción del safety car. Las primeras les obligan a reducir la velocidad, pero únicamente en el tramo indicado, mientras que el segundo les hace levantar el pie del acelerador prácticamente de forma automática porque las posiciones quedan congeladas al instante. Inmediatamente después de la salida de pista de Sutil, los operarios de alrededor sacaron las banderas, pero, a la vista de lo ocurrido, está claro que no fue suficiente.
Las consecuencias del choque ponen en duda el protocolo de emergencia
Por otro lado, la organización sabía desde hacía días que las precipitaciones derivadas del tifón Phanfone iban a cebarse el domingo en el área geográfica de Suzuka.
Después de múltiples reuniones, tanto Formula One Management (FOM), el titular de los derechos comerciales del campeonato, como Honda, el promotor del evento, decidieron seguir con el plan previsto a pesar de haber barajado la posibilidad de anticipar la prueba unas horas o incluso trasladarla al sábado, una medida que se descartó por cuestiones televisivas. La tormenta provocó estragos, obligó al pelotón a arrancar detrás del coche de seguridad y neutralizó el gran premio durante casi media hora, antes de que el accidente de Bianchi llevara a la suspensión definitiva ocho vueltas antes de las 53 que estaban programadas.
“Cuando la lluvia se intensificó hacia el final, ya estaba muy oscuro. Aquella curva ya es complicada de por sí y apenas se veía”, explico Sutil, muy afectado por lo sucedido. “A medida que fue bajando la luz, se hacía muy difícil ver dónde estaban los charcos para poder esquivarlos. Yo hice un aquaplaning y a Jules le pasó lo mismo”, añadió el alemán.
“Llevaba cinco vueltas advirtiendo por la radio que debían parar porque no se veía nada. Al principio por la cantidad de agua que se levantaba y al final por culpa de la oscuridad”, criticó Massa. “Es uno de los puntos más comprometidos del circuito. Los bólidos se vuelven muy nerviosos con el suelo mojado y es fácil cometer un error.
Además, hay mucha diferencia entre el comportamiento de unos y otros en función de la carga aerodinámica que generen [la fuerza que les pega al suelo]”, apuntó Sebastian Vettel, que terminó tercero por detrás de Lewis Hamilton, octava victoria para el británico, y Nico Rosberg, que concluyó el segundo. Fernando Alonso abandonó.
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