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Los laterales desequilibran al Barça

El protagonismo de Alves y Alba condiciona a los interiores y dobla la exigencia a Busquets

Ramon Besa
Busquets persigue a Bahebeck, el martes en el Parque de los Príncipes.
Busquets persigue a Bahebeck, el martes en el Parque de los Príncipes.FERNANDO ZUERAS (DIARIO AS)

Líder en la Liga, favorecido por un calendario benigno, el Barcelona va por detrás del Paris Saint Germain en la Champions. No es que sea un equipo distinto en función de la competición, sino que sus errores se disimulan en el torneo doméstico y penalizan en Europa. Aunque los resultados invitan a pensar en una trayectoria irregular propia de un conjunto en construcción —se quedó a cero en Málaga para después ganar por 6-0 al Granada y pasó de estar invicto siete partidos a tomar tres goles en un encuentro—, la sensación es que los azulgrana son fuertes contra los rivales débiles y débiles contra los adversarios fuertes como el campeón de Francia. La gravedad de la derrota de París no está precisamente en el resultado sino en la sintomatología ofrecida por el Barça en el escaparate de la Liga de Campeones, un torneo grandilocuente, para lo bueno y lo malo, la auténtica vara de medir del fútbol.

Hay aspectos del juego azulgrana que resultaron especialmente preocupantes ante el PSG. El más grave fue la sensación de vulnerabilidad ofrecida durante algunas fases del partido, especialmente en el inicio de la segunda parte, cuando se mostró desestructurado y diseminado, reiterativamente errático en el pase, sin capacidad para controlar y gobernar el partido, un aspecto del juego que siempre fue prioritario en el estilo del Barça. Muy partido, sin posibilidad de juntar las líneas, nunca presionó de forma sincronizada sino aleatoria y desigual, y no compitió con el rango de un gran equipo de la Champions. Volvieron a aparecer las dudas, expresadas en el cambio de Rakitic por Xavi: el despliegue físico o el pase, el toque o la conducción, lo grueso o lo fino, la transición o la pausa, la energía o la inteligencia, lo nuevo o lo viejo.

Fuertes contra los rivales débiles, los azulgrana se muestran débiles contra los más fuertes

La novedad estuvo en que por una vez el marcador no se explicó a partir de la actuación de Messi. El 10 hizo un muy buen partido y, sin embargo, perdió el Barça por su falta de sentido colectivo del juego ante un rival que leyó estupendamente el encuentro, como fue el PSG. Ha mejorado la conexión Messi-Neymar y se ha debilitado el fútbol global del Barça. Hay vicios que no se corrigen con el tiempo, sobre todo la fragilidad defensiva en las jugadas de estrategia, y ya se sabe también que los jugadores pasan por distintos estados de forma y ahora los hay insustanciales (Pedro) o irregulares (Dani Alves y Jordi Alba).

El punto neurálgico del Barça con Luis Enrique son sus laterales: dispuestos para desequilibrar al contrario a veces desequilibran al propio equipo, como ocurrió en París. El 1-0 llegó después de unas manos de Alves; el 2-1 se produjo tras una pérdida de balón de Alba; y el 3-1 se contó en una acción iniciada en una entrada de Van der Wiel por la banda de Alba que fue rematada por Matuidi en el palo que cubría Alves. El protagonismo concedido a los dos jugadores de las bandas provoca graves desajustes por el largo campo que tienen que recorrer y porque obligan a un sacrificio desmesurado a los interiores y al medio centro y también a los centrales, muy exigidos en las coberturas y correcciones, muy expuestos a campo abierto, sobre todo ante el compacto PSG.

La buena sintonía Messi-Neymar contrasta con la pérdida de juego colectivo

Los franceses siempre consiguieron situaciones de superioridad en el centro del campo por su buena presión alta y por la presencia de Pastore, tan excelente en el juego de entrelíneas como preciso fue Lucas Moura a balón parado. No funcionó el triángulo lateral-volante-extremo, la salida de balón fue muy deficiente y se acumularon las pérdidas en distintas zonas del campo: 82 en total: (15 de Alves, 8 de Alba y 7 de Mathieu, Neymar, Rakitic e Iniesta).

Un jugador tan fiable como Busquets quedó de nuevo a merced de las contras del contrario, igual de desbordado que los dos centrales, porque no hubo más defensas que Mascherano, Mathieu y el propio Busquets. Tampoco resolvió ningún problema serio Ter Stegen. Aunque falló en el 2-1, el portero no debería ser señalado como el culpable; acaso puede ser víctima de la política de rotaciones siempre discutible en un puesto como el de guardameta.

Nunca le fueron bien las cosas al Barça en el Parque de los Príncipes: perdió en 1995, salió lesionado Messi en 2013 y quedó malparado el martes por sus disfunciones y fragilidad, sólo redimido por la convicción y ambición. Pasa el tiempo y cada vez son más los equipos que saben cómo jugarle al Barcelona; lo difícil sigue siendo hacer jugar bien al Barça.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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