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El nuevo Rey Sol de París

Consentido por el dueño del PSG, Ibrahimovic hace lo que quiere dentro y fuera del campo

Jordi Quixano
Ibrahimovic descansa en una sesión con el PSG.
Ibrahimovic descansa en una sesión con el PSG.TYRONE SIU (REUTERS)

Las cámaras del Arena Corinthians le enfocaron para dar relieve en los videomarcadores del estadio a su nariz egipcia y pelo de samurái, gesto hierático y desafiante. Entonces, la multitud le aplaudió en reconocimiento a su fútbol, a la lástima de verlo así y no con las botas puestas porque Suecia, su selección, no había pasado el corte de participar en Brasil. A su lado, el dueño del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, que le sufragó el viaje y desacreditó la bravuconada del invitado –“un Mundial sin mí no vale la pena verlo”, dijo-, descorchaba una sonrisa y hasta batía las palmas en actitud reverencial hacia Zlatan Ibrahimovic (Malmö, Suecia; 32 años). Señal de amistad y respeto, de una unión millonaria que falta por solidificar con el título europeo de la Champions, máxima aspiración de ambos. Pero sobre todo gran obsesión de Zlatan, que por una vez ha echado raíces en un equipo. Quizá porque le garantizan el tercer mejor salario del planeta -unos 15 millones con una gran parte de los derechos de imagen en su poder- tras Messi y Ronaldo; quizá porque nadie le discute a él ni a su papel de estrella de la Ligue 1, ahora que ha emigrado Falcao al Manchester United. Y es que Ibra hace lo que quiere.

La incidencia de Zlatan en París, como si fuera el nuevo Rey Sol (así se denominó a Luis XIV de Francia, que declaró ser el Estado y gobernó de forma absolutista en Europa), es absorbente y total, ya que juega dentro y fuera del campo, más importante que el entrenador Laurent Blanc y hasta con funciones de director deportivo, toda vez que Leonardo dimitió en 2013, no sin antes pelearse ante las cámaras con el propio Ibrahimovic en el festejo de la Liga. “No sé si necesitamos a Di María”, manifestó este verano el ariete, cuando el PSG tanteaba al entonces extremo del Madrid; “tenemos un gran plantel que en los últimos meses ha sumado muchos títulos sin él”. Y Al-Khelaïfi recogió la palabra: “Si se lo propone, cuando acabe su contrato en 2016, Ibra podría ser el mejor director deportivo del mundo”. Pero de momento golea. “Es uno de los mejores cuatro delanteros del mundo junto a Ronaldo, Messi y Neymar”, le define Alain Casanova, entrenador del Toulouse que el sábado se midió con el PSG (1-1). “Es el delantero de la Ligue 1”, le define Luis Fernández, extécnico del Athletic, Espanyol y Betis, entre otros.

Cuando no le dan un pase o cuando falla una ocasión, cuando el equipo no rinde como a él le gustaría, parece de mal humor y lo hace ver en el campo” Alain Casanova, técnico del Toulouse

Aunque empezó el curso como un tiro, con dos goles en la Supercopa, otros dos en el estreno de Liga y un hat-trick sobre el Saint-Etienne, suma tres duelos sin rubricar tanto alguno y desde la grada se le acusa de apatía, problema que se extiende sobre sus compañeros, que no destilan ni de lejos el fútbol que practicaron en el curso anterior. “Es un jugador muy competitivo al que sólo le interesa la victoria, marcar, tener oportunidades de gol. Cuando no le dan un pase o cuando falla una ocasión, cuando el equipo no rinde como a él le gustaría, parece de mal humor y lo hace ver en el campo”, explica Casanova. También sufre una talalgia, intenso dolor en el talón del pie izquierdo que le ha hecho perderse los dos últimos duelos ligueros. “Tiene que estar al ciento por ciento para brillar como sabe”, apunta Fernández. Aunque no parece que esté en entredicho su participación en el encuentro de mañana en el Parque de los Príncipes frente a su exequipo el Barcelona.

Polémico por definición, a Ibra se le contaban más goles que altercados en París, al menos en el último curso. Pero ha vuelto a las andadas: ya tuvo roces contra el Rennes y con la selección sueca protagonizó desafíos frente a Okotie y Alaba. Y hasta se las ha tenido con los periodistas. “Tras jugar ante el Ajax, dijo que había un problema en el juego. ¿Hoy se ha jugado mejor?”, le cuestionaron. “Dije que el problema era en el campo y no fuera. ¿Por qué no dice usted la verdad de lo que dije?”, soltó al tiempo que giró la cara y se marchó sin dar opción a otras preguntas. Pero hay otro enredo que por el momento parece el más complicado. Resulta que Ibra exige que se juegue con un único delantero centro (él), por lo que Cavani debe recolocarse en el costado, lejos del área. Algo que, según contó L’Equipe, contradice al técnico y al presidente, que este verano le prometieron encajarle en el sistema. Pero Blanc reculó: “Sólo un jugador no está contento con este sistema. Y los equipos que ganan la Champions sólo juegan con un punta”. Y eso es lo que quiere Ibra.

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