Larga vida a Valentino
Rossi gana en Misano tras vencer sendos duelos con Lorenzo y Márquez, que terminó por los suelos.
Son 35 años a sus espaldas. Además de 308 grandes premios, 264 en MotoGP, más que nadie en la historia del motociclismo, como certificó con un tercer puesto en Silverstone hace dos semanas. Era, dijo Valentino Rossi mientras torcía el gesto, la mirada pesarosa, el récord que menos gracia le hacía de todos los que tiene. Significaba, concedía, que se hacía viejo. Pero nada como la carrera de este domingo en Misano para certificar aquel dicho popular que hizo suyo hace ya muchos años: gallina vieja hace buen caldo.
El de este fin de semana en el Gran Premio de San Marino ha resultado sabrosísimo. Lo cocinó con otro récord, de los más difíciles de batir: los 25 puntos sumados en este trazado le convierten en el único piloto que ha superado la barrera de los 5.000 puntos. Hay que ganar muchas carreras y correr muchos grandes premios sin que pesen los años para lograr semejante cifra. Larga vida a Valentino.
Clasificación Moto GP
1. Valentino Rossi (Movistar Yamaha) 44' 14,586
2. Jorge Lorenzo (Movistar Yamaha) +1,578
3. Dani Pedrosa (Repsol Honda) +4,276
15. Marc Márquez (Repsol Honda) +1'15.948
Larga vida a este Valentino viejo. Pues es igual de ambicioso. Y tiene la misma pasión por lo que hace. Y casi tanto atrevimiento como a 15 años atrás. Sólo así puede uno adaptarse a los nuevos tiempos.
Entendió el italiano que debía cambiar su estilo para ser competitivo en esta nueva era, la de las motos de 1.000cc y cuatro tiempos, con unos neumáticos que obligan a dibujar trazadas más propias de los circuitos de tierra como ese que se ha construido a pocos metros de su casa (que por cierto está a sólo 20 minutos en moto del circuito de Misano). Entendió que aunque pilotara una Yamaha podía tratar de imitar el estilo de Márquez. Y aunque siempre fue agresivo en las frenadas, buscó ir todavía un poco más allá. Y hasta se atrevió con un cuerpo que no parece cargar con los 35 tacos que tiene: Rossi se descuelga ahora como mandan las nuevas generaciones. Él, que les enseñó a sacar la patita a la entrada de las curvas, aprende ahora a descargar su peso y alejarse del centro de gravedad de su moto. Y se cuida como nunca: sigue desayunando huevos con bacón, pero trata de no alargar la cena el viernes de gran premio.
No hay piloto más sensible en la parrilla, ni más consciente de sus posibilidades. Por eso se atrevió con un arriesgado movimiento y apartó de su lado a su jefe técnico, Jeremy Burgess, en busca de una cara nueva que le insuflara algo de aire fresco. Con Silvano Galbusera, ha cambiado la forma de trabajar en el box. Y ha recuperado la confianza que se le escurrió entre las manos en cuanto se montó en una Ducati.
Su apuesta por volver a Yamaha renunciando a un montón de dinero es hoy más aplaudida que nunca. Ya ganó el año pasado en Holanda, pero nada que ver con esta victoria. Este domingo, en Misano, tenía a todos los rivales en plena forma. Pero fue mejor que ellos. Ya había dado señales en los entrenamientos libres del sábado. Y en la sesión matinal del domingo. Ningún otro tenía su ritmo. Ni Lorenzo, que se equivocó al elegir el neumático delantero más duro (fue el único) y lo pagó a pesar de llevar la otra Yamaha, tan ideal la máquina para este circuito, mucho mejor que aquella M1 con la que empezó el curso. Ni Márquez, el que parece que todo lo puede, pero que también se equivoca y también sufre en circuitos que le son menos favorables. Como ha ocurrido esta vez.
El guion decía que las Yamaha dominarían la prueba en un trazado con menos frenadas fuertes y una zona rápida, con curvas enlazadas, que les sienta genial. Y así empezó la carrera: con Lorenzo en cabeza y Rossi tras él. Pero, como siempre, se enganchó Márquez.
Las primeras vueltas dejaron momentos magníficos: entre las dos Yamaha primero, entre Márquez y Rossi después. Llegaron a tocarse. Porque la irreverencia del primero es sólo comparable con el empeño del segundo. Sabía que tenía ritmo para ganar. Y no se dejó tutear el italiano, que le devolvió cada interior a su joven admirador. Había logrado adelantar a Lorenzo en la cuarta vuelta y no estaba dispuesto a perder la posición. No lo hizo. Menos cuando el campeón del mundo cometió un error crucial. Un error de esos que sólo cometen tipos como él.
Márquez es de los que no se conforma. Quiere ganar siempre. Y si, además, es merced a un cuerpo a cuerpo en la pista, mucho mejor. No en vano tenía (y sigue teniendo) un colchón bien mullido de 74 puntos que le permite hacer todo tipo de locuras. Este domingo le ocurrió lo que pocas veces: forzó demasiado la máquina, se equivocó, perdió el control de su moto y se fue al suelo.
A pesar de ello, Márquez acabó 15º y pudo rescatar un punto de una jornada en la que se las vio primero con su maestro y luego con los pilotos más lentos de la parrilla. Pudo arrancar de nuevo su Honda después de mucho esfuerzo y la ayuda de los comisarios de pista. Y completó las 26 vueltas con un ritmo final digno de los mejores. No se subió al podio por segunda vez este año. Lo hicieron en su lugar Valentino, Lorenzo y Pedrosa, que no pudieron darle fastidio alguno al italiano. Y ya no podrá ganar el título dentro de dos semanas en Aragón, como había calculado. Tendrá que esperar un poco más.
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