Doce flechas convertidas en enigma
Francia reveló las tachas de la gestión de Orenga y mostró unos jugadores irreconocibles
Un desplome sin respuesta tras un camino sin agobios. Los porcentajes de tiro de tres, la rotación de bases y pívots y la participación residual de varios jugadores marcaron las tachas de la gestión de Orenga en el torneo, que acabó con la peor anotación de España en 44 años.
Ricky Rubio. El único base que se sintió útil e importante en la rotación de Orenga. Siempre titular en el quinteto, fue clave en las exhibiciones defensivas del equipo en la primera fase y en octavos. En esos seis partidos promedió 5,8 asistencias, 4,8 rebotes y 4,1 robos por partido. Brillante frente a Egipto (+44) y Serbia (+33), en la cita clave ante Francia se cortocircuitó como el resto de sus compañeros (1 asistencia, 2 rebotes y -8 en su expediente).
José Manuel Calderón. Tardó en entrar en competición y nunca alcanzó un papel relevante ni de uno ni de dos. Llegó al torneo tras cerrar de forma brillante con Dallas su novena temporada en la NBA (30,5 minutos, 11,4 puntos, 2,4 rebotes y 4,7 asistencias de media). Pero en el Mundial, sin confianza ni misión concreta, no fue ni su sombra: 4,9 puntos, 1,4 rebotes y 0,7 asistencias, en 14,9 minutos de media en pista.
Sergio Rodríguez. No se le vio sonreír y apenas hubo rastro de su inventiva. El MVP de la última Euroliga, pieza clave en la conquista del bronce europeo en 2013, se perdió en el laberinto de minutos interruptus que le planteó Orenga. Durante la preparación demostró ser el base que mejor leía el juego con los pívots, pero en el Mundial no encontró el hueco y el momento. La estadística retrató su destemplanza: 4,4 puntos y 1,7 asistencias en 14,6 minutos.
Juan Carlos Navarro. Fue importante en casi todos los partidos sin ser determinante en ninguno. Aportó puntos en proporciones razonables, pero sucumbió como el resto del perímetro ante el reto de los triples. En octavos y cuartos retrató su desenfoque desde el 6,75 con un 0 de 5 ante Senegal y un 1 de 5 ante Francia, calco del 2 de 11 y 2 de 22 respectivamente que firmó el equipo en esos días. Concluye el campeonato como el tercer jugador en puntos (10) y minutos (22), sólo superado por los Gasol.
Rudy Fernández. Fue de más a menos en el campeonato. Anotó 26 puntos en los dos primeros partidos y 34 entre los cinco restantes. Sin competencia en el puesto de tres por la intrascendencia de Abrines y Claver, aportó su habitual hiperproductividad en escala decreciente hasta acabar desapareciendo en la cita clave ante Francia. Cómodo en su rol abnegado y solidario, en octavos y cuartos no encontró la puntería para desatascar el perímetro. En su hoja de servicios: 8,6 puntos, 2,3 rebotes y 2,6 asistencias en 21,7 minutos.
Sergio Llull. Más por sensaciones que por estadística su importancia en el equipo fue creciendo conforme avanzaba el campeonato. Se convirtió en imprescindible para Orenga en la misión de dar relevo o respaldar la intensidad defensiva instaurada por Ricky en la primera línea de presión. Como el resto de jugadores exteriores suspendió en el capítulo del tiro (5 de 23 en triples).
Felipe Reyes. Su Mundial empezó mal y acabó peor. Se perdió el primer partido por culpa de una contusión en el gemelo de la pierna derecha y Orenga le arrinconó en el banquillo en el choque decisivo ante Francia. Inexplicablemente y tras reclamar más protagonismo después del partido de octavos, el máximo reboteador en activo de la historia de la ACB con 3.798 capturas se quedó fuera de la pelea bajo los aros en la que se desangró España (28-50 para les bleus). Acaba el torneo con sólo 47 minutos de juego.
Serge Ibaka. Alternó con una cadencia milimétrica un partido meritorio con otro desdichado hasta firmar, como todos, ante Francia su peor actuación con dos rebotes y dos puntos en casi 19 minutos de juego. Aclamado por los aficionados en cada aparición, su carisma silencioso no acabó de mezclar en la pista con ninguno de los Gasol. Durante el campeonato perdió unos dos minutos de participación en la rotación interior con respecto al reparto que Orenga estableció en la gira de preparación. En su estadística: 8 puntos y 5,5 rebotes en 18,3 minutos.
Marc Gasol. Comenzó efervescente y acabó destemplado. Con Francia como techo y suelo, su mejor partido fue ante los franceses en la fase de grupos (17 puntos y 6 rebotes) y el peor, de calle, el de cuartos de nuevo ante los de Collet (3 puntos y 4 rebotes con -14 en su expediente). Su viaje relámpago a Barcelona para asistir al nacimiento de su hija en la víspera del encuentro decisivo acaparó, junto a la lesión de su hermano Pau, la intrahistoria previa a la eliminación. Concluye el torneo con 10,1 puntos y 6,3 rebotes en 26,9 minutos.
Pau Gasol. Líder absoluto del equipo dentro y fuera de la pista. Su lesión tras el partido de octavos alteró los biorritmos y la dinámica del grupo. Un problema de abductores que nadie quiso concretar reveló el hándicap de su constante presencia en cancha incluso en los partidos ya resueltos. Llegó con más descanso que nunca y que nadie —98 días—, pero acabó tocado y fundido ante Francia tras un torneo excelso con 20 puntos y 5,9 rebotes de media en 26,6 minutos.
Álex Abrines y Víctor Claver. Después de los partidos ante Irán y Egipto su papel fue testimonial hasta desaparecer de la rotación ante Francia. Abrines fue el último jugador en entrar en la lista y llegó al Mundial sin minutos de rodaje con el equipo tras una lesión en la preparación. En el caso de Claver, Orenga apostó por él tras una difícil temporada en la que solo disputó 21 partidos y 183 minutos con Portland. “Está fuerte de cabeza y llega descansado”, argumentó. Finalmente, ninguno de los dos tuvo relevancia.
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