España gana tiempo
Con Silva al frente, la selección golea a Macedonia (5-1) y enfila la transición sin sobresaltos La Roja precisa el paso adelante de los que ya estaban en la alta pasarela y de los que llegan
En esta etapa de escepticismo general, España resolvió el trámite con Macedonia en un placentero partido que no dejó mejor conclusión que la de ganar tiempo de cara al rearme del equipo. Partidos sin cuajo ante rivales sin hueso no permiten mucho más. Serán otras aventuras las que midan la transición de esta España en mudanza. Una selección que precisa examinar el paso adelante de los que ya estaban en la alta pasarela y los que ahora llegan, como Bartra, Isco, Alcácer o Munir. Para profundizar en la renovación, nada mejor que evitar sobresaltos y disponer de duelos tan terapéuticos como el disputado ante los macedonios. Un encuentro que subrayó a Silva, llamado a capitanear el futuro. Le costó despegar, pero terminó por dar expresividad al equipo. Ahora habrá que ver si el canario envida por igual en batallas de altos vuelos. Aunque fuera ante Macedonia, su productividad fue la mejor señal de España, un guiño optimista para el futuro.
ESPAÑA, 5-MACEDONIA, 1
España: Casillas; Juanfran, Albiol, Ramos (Bartra, m. 69), Alba; Koke (Munir, m. 79), Busquets, Cesc; Silva, Alcácer (Isco, m. 56), Pedro. No utilizados: Azpilicueta, R. García, San José, Casilla, De Gea, Cazorla, Iturraspe.
Macedonia: Pacovski; Ristovski, Mojsov, Sikov, Cuculi, Alioski (Demiri, m. 47); Ibrahimi, Spirovski (Radeski, m. 64), Trajkovski, Abdurahimi (Velkovski, m. 76); Jahovic.
Goles: 1-0. M. 15. Ramos (p). 2-0. M. 16. Alcácer. 2-1. M. 27. Ibraimi (p). 3-1. M. 47. Busquets. 4-1. M. 49. Silva. 5-1. M. 91. Pedro.
Árbitro: A. Sidiropoulos (Grecia). Amonestó a Ristovski, Abdurahimi, Koke y Cesc.
Ciutat de Valéncia. 22.000 espectadores.
Fue un partido sin trama, sin otro relato que el de esta España que ahora lucha consigo misma. Ante un adversario dócil, sin chicha, el equipo español no acabó por coger el hilo hasta el segundo acto, y durante muchos trechos del primero fue la nadería. En principio, en Valencia se desplegó una selección discontinua, productora de algún que otro chispazo fruto de la ingenuidad de los macedonios, un grupo amistoso de aire aficionado. A España le sirvió con un goteo individual para descorchar el partido sin ruido. Era una ocasión ideal para que algunos dieran un paso al frente y marcaran territorio en esta época de cambio, de puertas abiertas para gente que en los tiempos de bienaventuranzas no se sintió en primer plano, caso de Cesc y Silva, por ejemplo.
A la espera del rodaje de Koke en el doble papel de Xabi y Xavi, la tarea más ardua, el equipo español tardó en encontrar el faro en Cesc y Silva, cuya relevancia inmediata es primordial. Ambos deben interpretar que el presente es suyo, que ya no tienen coartadas. A Silva, jugador de gran talento, la selección le necesita con urgencia como líder futbolístico. Hoy no basta con el Silva intermitente, episódico. España requiere a un Silva protagonista, como lo fue en el segundo periodo, cuando se desquitó con un cuarto gol del error anterior ante el meta macedonio, un fallo que hizo inevitable rebobinar a su pifia ante Holanda antes del descalabro. Silva logró que el partido finalmente fuera un carrusel español. Al jugador del City habrá que medirle en faenas no de aliño. En Valencia, al menos, estuvo en las mejores escenas de España. Le hicieron un penalti, goleó y asistió. El Silva buscado tanto tiempo.
De entrada, a Koke le costó mover al grupo porque solo tuvo auxilios intermitentes. La noche pintaba un festín para jugadores de su corte, ante un contrario sin hueso y con 2-0 al cuarto de hora. Pero esta España no está para muchos confetis. Con adversarios como Macedonia no cabe medir al equipo por el resultado, sino por el fútbol. En partidos de este pelo los goles caen solos, no siempre son consecuencia del juego. De inicio, así ocurrió, con un penalti a Silva que ejecutó con torería Sergio Ramos y una estocada de ariete puro como es Paco Alcácer, que anidaba donde lo hacen los goleadores esenciales para cerrar una buena jugada colectiva.
Macedonia amagó con un penalti cometido por Juanfran que aprovechó Ibraimi. Un espejismo. No tiene para más y Busquets, con un tiro lejano, selló el 3-1 justo antes del descanso. Una España a medias ya tenía el partido en el guante. Asegurado el marcador, a la Roja solo le quedaba disfrutar. Y lo hizo al comienzo del segundo tiempo, con el Silva más animado, con Pedro como socio para todo, con Isco de ariete postizo, con pruebas de laboratorio del seleccionador, como la entrada de Bartra en sustitución de Ramos para alistarse como central junto a Albiol. Y la posterior irrupción de Munir, desde este fecha internacional español de por vida. Ya sin contienda, España jugaba con España, en busca de sus nuevas señas de identidad. Con Silva al frente, fue un equipo más recreativo y el canario cerró el repertorio con una estupenda asistencia a Pedro para el 5-1. Ese es el Silva que urge a la selección. Él, como Cesc, Busquets o Ramos deben pilotar el tránsito, ser el sostén. En Valencia, al menos Silva dejó rastro. Tan bueno como el resultado. España necesita las dos cosas.
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