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El rodillo español desquicia a Djordjevic

La selección, que se medirá a Senegal en los octavos de final, sella con autoridad el pleno de triunfos ante Serbia

Robert Álvarez
Gasol entra a canasta ante la defensa serbia.
Gasol entra a canasta ante la defensa serbia. Jorge Guerrero (AFP)

La selección de Pau Gasol y Navarro no da tregua. No discrimina días, rivales, ni coyunturas clasificatorias. Se suceden los partidos, las victorias, las exhibiciones. Le tocó el turno a Serbia. Y España volvió a decantar la contienda en un abrir y cerrar de ojos, selló el pleno de victorias en la primera fase y recibió la hoja de ruta para la nueva dimensión del Mundial que empieza a partir de mañana con los octavos de final, ante Senegal.

Otra vez el banquillo rival, donde se desvivió el temperamental Sasha Djordvevic, el base que tantas veces lideró las victorias en la época dorada de Yugoslavia primero y Serbia después, a menudo a costa de España, tuvo que trabajar con frenesí para que su quinteto no perdiera pie a las primeras de cambio. Se desgañitó, le dio mil vueltas a su equipo, trató de evitar la desesperación por la que les cayó encima a Teodosic, Krstic, Bogdanovic y el resto. Con escaso éxito y mucho mal genio, hasta el punto de que acabó siendo expulsado. España puso tierra de por medio rápido y mantuvo a raya a los serbios con autoridad.

El arsenal ofensivo español es tan capaz de agobiar al potente Brasil con todos sus nbas, como a Francia, flamante campeona continental, o a una Serbia que prometía tantísimo cuando sacó a la palestra a su generación de los noventa, logró una prometedora medalla de plata en el Eurobasket de 2009 y, un año después, descabalgó a España del Mundial de Turquía. Cuatro años después, volvió a quedarse pasmada ante el pletórico equipo de los Gasol, Navarro y compañía. Poco más de tres minutos dio de sí la defensa serbia, poco más dudó el equipo español. Tras algún error de Ricky, él mismo se encargó de recuperar la fluidez del juego español. Junto a los Gasol y a Navarro carburó el ataque de tal forma que en apenas un suspiro España ya dominaba por 14 puntos (16-30).

Serbia, 73-España, 89

Serbia: Teodosic (10), Markovic (4), Kalinic (1), Bircevic (5) y Raduljica (13) -equipo inicial-; Bogdanovic (8), Bjelica (19), Stimac (6), Simonovic (5), Jovic y Krstic (2).

España: Pau Gasol (20), Rudy (9), Navarro (15), Rubio (12) y Marc Gasol (11) -equipo inicial-; Sergio Rodríguez (2), Calderón (8), Reyes (3), Claver, Llull (5), Ibaka (2) y Abrines (2).

Árbitros: Jordan (USA), Nuran (TUR) y Vázquez (PUR). Bircevic (m.32) y Rubio (m.37) fueron eliminados por cinco personales. El entrenador de Serbia, Sasha Djordjevic, fue expulsado (m. 39) por dos faltas técnicas. El árbitro amonestó tañbién al seleccionador español Juan Antonio Orenga con una falta técnica.

Palacio Municipal de Deportes de Granada. Unos 8.800 espectadores.

La entrada en acción de las segundas unidades de ambos equipos suavizó la proyección del marcador. El equipo serbio logró un parcial de 8-0 (33-41). Pero, en otra de las similitudes de este equipo español con las dominantes selecciones estadounidenses de los últimos años, su reprís es prodigioso. Es capaz de encadenar acciones que desmantelan al rival en poquito más de uno o dos minutos. Y así sucedió porque logró cerrar el primer tiempo con 19 puntos de ventaja (35-54).

Volvió a sufrir una desaceleración el equipo español en el último cuarto. Les costó a Ibaka y a Reyes frenar a Bjelica, muy cómodo cuando formó pareja con el aguerrido Stimac. Decayó la fluidez ofensiva de España sin Ricky, Pau y Navarro. Tras llegar a perder por 25 puntos (37-62), los serbios entrevieron la luz mediado el último cuarto (64-74). Fue suficiente que Orenga cambiara piezas para que España recuperase los 20 puntos de ventaja (67-87) y Djordjevic perdiera los estribos.

España hizo las maletas para abandonar Granada rumbo a Madrid, donde le aguarda Senegal. A partir de ahora, los aspirantes al oro, ya no pueden fallar. Una derrota les despide del sueño. Se trata de un tipo de consideración redundante para España y Estados Unidos. Se han tomado la competición tan a pecho, como un asunto tan personal, que asumen su pertenencia a otra galaxia. Ganar, sin más, les resulta insuficiente. Incluso ganar por 20, tampoco les deja satisfechos. Se obligan a mucho más, a hacer rugir sus motores, a jugar bien. Una magnífica noticia para el baloncesto.

La exigencia máxima de estadounidenses y españoles se traduce en sus trayectos durante la primera fase. Estados Unidos ha ganado sus cinco partidos por una diferencia media de 33,2 puntos, la mínima fueron los 21 puntos con los que cerró ante Turquía. España ha sumado sus cinco triunfos con un promedio de 25,2 puntos y su triunfo más ajustado fue precisamente el que obtuvo ante Serbia. Prosigue el desafío a distancia de dos selecciones maravillosas, Estados Unidos y España, que ahora no pueden permitirse el menor resbalón si desean consumar la final soñada el 14 de septiembre en Madrid.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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