El Eibar irrumpe en el cielo
El conjunto armero derrota a la Real en su estreno en Primera gracias a un gol de falta de Lara
Era un día de fiesta, como en la canción. Había pasacalles, parrillada gratuita, gente bailando y los niños… Los niños alucinando con lo que tenían alrededor. Ni un solo eibarrés sin la camiseta azulgrana de su equipo. Que por eso se había organizado la fiesta. Porque 74 después de su fundación el Eibar abría un nuevo capítulo en su trayectoria. el de su año en Primera. Y además, con una victoria histórica. Primeran ikusten zaitut Eibar! (Se te ve de primera Eibar!) se leía en más de un cartel. Como para no estarlo, antes y después del partido. Mirando hacia la balconada que rodea la Plaza Unzaga, epicentro de la fiesta, del azul del cielo, (el tiempo también acompañó, raro en uno de los veranos más oscuros de la última década en el País Vasco), se pasaba a una estratosfera bicolor. Ni una sola nube se asomó para ver lo que ocurría por debajo.
Los mismos colores, los de la camiseta del Eibar, adornaban los bares, las abarrotadas calles (cerca de 400 aficionados de la Real se acercaron hasta Éibar), y hasta jardines. ¡Eibar es txuri urdin!, le voceaba un hincha de la Real a uno de sus amigos. La cara del compañero era un poema, por más que el blanco y el azul donostiarra también tuviera su espacio, la superioridad era aplastante.
EIBAR, 1-REAL SOCIEDAD, 0
Eibar: Irureta; Boveda, Albentosa, Raúl Navas, Abraham; Capa (Piovaccari, m. 90), Errasti, Dani García, Javi Lara (Lillo, m. 85); Arruabarrena, Ángel (Manu del Moral, m. 65). No utilizados: Jaime, Ekiza, Dani Nieto, Boateng.
Real Sociedad: Zubikarai; Martínez (Zaldua, m. 45), Elustondo, Iñigo, Yuri (Chory Castro, m. 70); Xabi Prieto, Granero, Bergara, Zurutuza (Vela, m. 63); Canales, Aguirretxe. No utilizados: Rulli, Mikel, Pardo, De la Bella.
Gol: 1-0. M. 45. Javi Lara, de falta.
Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Arruabarrena, Errasti, Yuri, Raúl Navas, Dani García.
5.173 espectadores es Ipurúa.
Se movía la música y para allí iba la gente. Como si se tratase de una marcha de carnaval, los más madrugadores se acercaron hasta el estadio hora y media antes al son de la charanga. La inclinación de la cuesta de la calle Isasi pareció más que nunca un falso llano de esos que relajan a los ciclistas. Tras llegar a la cima, la grada supletoria instalada por el club en la Tribuna Norte y que parchea provisionalmente la necesidad de ampliación de aforo que posee Ipurúa y que de momento tiene a parte del barrio algo molesto.
Se preparaba el estadio para lo que iba a suceder en él, como quien limpia su casa antes de que lleguen los invitados. Con algún despiste que otro con el nombre de los titulares del Eibar (once jugadores del curso pasado han abandonado el equipo) todo quedaba listo para que oficialmente se produjera la graduación. Y no pudo resultar mejor. El Eibar saltó al campo fiel a su estilo tradicional, persiguiendo el balón como quien observa a una gallina desbocada, y basándose en el reparto de esfuerzos como arma de contención. También le sirvió para guardar los nervios en el cajón. Descolocó a la Real, más fina y elegante, pero igual de sacrificada en la batalla física, que no conseguía que Canales se relacionase con asiduidad con el balón.
Tratando de alcanzar el área a poquitos, el Eibar se cercioró de que cada jugada debía tener su final. Remató todos los córners que sacó en la primera mitad, utilizó las bandas para centrar, y no se olvidó del balón en largo. Eso sí, no como primera idea, un cambio notable al que contribuyen jugadores como Arruabarrena o Javi Lara. Este último consiguió lo que todos los jugadores del Eibar hubieran deseado. Cuando apenas quedaban segundos para el descanso, un disparo de falta del extremo se clavó en el palo izquierdo de la portería de Zubikarai. El primer gol en Primera, del primer partido en la categoría.
Lanzado por el gol, el Eibar mantuvo el empuje de la Real, preocupada por su incapacidad para superar a la pareja de centrales, Albentosa y Navas, infranqueables por alto, y a los que solo en un saque de esquina se consiguió imponer Aguirretxe. En una buena entrega de Canales por bajo tuvo la oportunidad de nuevo el delantero, pero su disparo, muy centrado, acabó en las manos de Irureta. Consciente de la escasa capacidad de remate de su equipo, Arrasate introdujo a Vela y Chory Castro. El mexicano pudo igualar el partido de cabeza, pero su remate se marchó desviado. Ahí murió el partido para la Real y se abrió el cielo para un Eibar, que no podría haber empezado mejor el curso. Deja el vecindario revolucionado, y al pueblo, en el cielo.
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