El mito y el volcán
Simeone se reafirma como leyenda rojiblanca y se enfrenta a una sanción que puede llegar hasta los ocho partidos
La Supercopa fundió a Diego Pablo Simeone con el mito y el volcán macarrónico que lleva dentro. Simeone volvió a maniatar al Madrid, a superarle, le dio otro título al Atlético, el quinto en sus dos años y medio en el banquillo colchonero, pero también emergió ese otro yo que ya le condenaba desde sus tiempos de jugador. La secuencia de lo ocurrido el viernes entremezcló sus mejores virtudes y sus peores defectos. Salió triunfador como técnico y leyenda rojiblanca, pero la pasión competitiva le desbordó y emborronó su figura en esas décimas de segundo en las que se descontrola, principalmente cuando el Madrid anda por medio. “Pedí disculpas. Cuando uno comete un error, las disculpas son buenas, porque uno acepta un error. Exageré en la petición de que Juanfran entre rápido y el árbitro eligió y decidió sacarme del partido”, explicó en la sala de prensa.
La triple violación del reglamento que protagonizó, protestas, collejas al asistente y su persistencia, tras ser expulsado, en el seguimiento del partido desde la grada, a un par de metros de su banquillo, pueden acarrearle una sanción que podría alcanzar hasta los ocho partidos de sanción. El Comité de Competición, en la figura del juez único, decidirá este lunes. El Atlético tiene desde las 12 del mediodía hasta las dos de la tarde para presentar sus alegaciones. Si cualquiera de las infracciones es considerada grave y la suma del veredicto supera los cuatro partidos, la sanción deberá ser cumplida la Liga. Cuando estas se consideran leves, aunque se supere el límite de cuatro encuentros, el castigo solo afecta a la competición en la que han sido cometidas. Competición decide con el literal contenido del acta arbitral y este da pie para ser interpretado con dureza en un contexto en el que ya la temporada pasada Competición siguió una línea muy dura con cualquier tipo de desaires contra los colegiados por parte de los entrenadores.
Fernández Borbalán escribió: “En el minuto 25 expulsé al entrenador del Atlético de Madrid por protestar de forma ostensible con los brazos en alto, saliendo del área técnica en repetidas ocasiones, haciendo caso omiso a las instrucciones del cuarto árbitro que en varias ocasiones le advertía de que cesara en su actitud. Una vez expulsado se dirigió al cuarto árbitro golpeándolo con la mano abierta en la cabeza, en dos ocasiones. Posteriormente y antes de retirarse a vestuarios aplaudió en varias ocasiones en señal de disconformidad por la decisión tomada. En el min 58 a través del cuarto árbitro pudimos observar que el citado entrenador se situaba en la grada detrás del banquillo de su equipo, advirtiendo al delegado de campo que debía abandonar dicha ubicación por encontrarse expulsado”,
Las imágenes y la reacción de la grada revelaron a ese Simeone que tiene a la masa social rojiblanca entregada a su persona. La Supercopa ha confirmado el carácter competitivo del equipo para plantar cara y superar a los dos grandes. El propio técnico había pedido paciencia hasta ensamblar a los nuevos, consciente de que las ausencias de Filipe Luis y Diego Costa influyen sobremanera en el juego ofensivo que tantos réditos le dio el curso pasado. “Hay que incorporar e interpretar las características que tienen Mandzukic, Griezmann y Jiménez, que entró muy bien en el segundo tiempo. Los tres tienen características diferentes a los que teníamos”, argumenta Simeone, que incluso piensa en un equipo con más manejo del balón en ataque. “Tendremos que jugar más cerca del arco, tener más posesión para que Mandzukic viva más cerca del área. Griezmann nos da posibilidad de más dinámica y más velocidad por fuera. Jiménez puede jugar de segundo delantero, con buena salida de pelota”.
Ese cambio ofensivo, generado por la llegada de Mandzukic, también fue corroborado por Gabi: “Antes, con Diego Costa teníamos más velocidad y potencia y ahora tenemos más control y más remate”.
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