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Ocho partidos bajo sospecha

Federbet denuncia amaños con apuestas millonarias

Juan José Mateo
Imagen de un partido de 2014.
Imagen de un partido de 2014. WARREN TODA (EFE)

Ocho partidos de tenis disputados desde noviembre de 2013 han disparado las alarmas de Federbet, una asociación sin ánimo de lucro que analiza flujos de apuestas para detectar trampas y que considera que fueron amañados “sin la más mínima duda”. Seis de esos encuentros se disputaron en el circuito challenger (el más bajo de los profesionales), mientras que los otros dos se compitieron en el ATP, uno de ellos en el torneo 500 de Hamburgo 2014: enfrentó a Gabashvili con Gimeno-Traver, y en él se apostó al menos un millón de euros. El ruso, con mejor ránking y trayectoria en el año, perdió en dos sets con el español, en quien confiaron desde el principio los apostantes, contraviniendo la lógica de la clasificación. Ambos jugadores defendieron su inocencia, apuntaron a un caso de mal uso de información privilegiada (alguien que supiera que Gabashvili salía de una lesión), y aseguraron que la Unidad para la Integridad del tenis (TIU) no se había puesto en contacto con ellos.

No es culpa de los jugadores Gabashvili

“En Wimbledon [último torneo que jugó antes de Hamburgo], antes de primera ronda, alguien me mandó unos mensajes y se lo comenté a la TIU, como dicen las reglas, porque estaba lesionado, fui a intentar jugar e igual alguien lo quería aprovechar”, explicó el ruso. “Me preocupan estas cosas. Muchas veces, cuando hay jugadores medio lesionados, algunos se aprovechan y después nos echan la culpa a los jugadores”, sigue. “Estoy totalmente en contra de esto. No tengo nada que esconder. Es fácil de ver en tu carrera si haces el dinero por otro lado o con el prize money [premios por partidos ganados]. Si ves un jugador que gana 100.000 dólares al año y tiene una casa de 400.000, tienes que preguntarle”, añadió el número 64, de 29 años y licenciado en psicología. “En el partido con Dani, venía de una lesión grave, ligamento en la rodilla, era mi primer torneo, prácticamente no me entrené y esto lo sabía mucha gente”, dijo. “Hay gente que viaja alrededor del tenis, que no son jugadores… si ven eso y lo quieren aprovechar, no es culpa de los jugadores”.

“A mí no me incumbe”, contó Gimeno, al que exculpa de cualquier responsabilidad Federbet, que trabaja entre otros organismos con la Liga de Fútbol Profesional. “Si alguien amaña un partido, apuesta por su derrota, que es lo que puede controlar, y no por su victoria, en la que depende de ser mejor que el otro. Yo gané. Él salía de una lesión y tendrían eso en cuenta”.

Ni la TIU ni la Federación Internacional (ITF) confirmaron o negaron que esos ocho partidos estuvieran siendo investigados. Solo en 2013 fueron sancionados cuatro tenistas por participar en amaños, apostar o no informar a las autoridades de que habían sido contactados para alterar resultados, entre ellos el español Guillermo Olaso, que no denunció una propuesta de amaño y siempre ha negado haber arreglado el marcador. En el último lustro, cuatro jugadores (Savic, Koellerer, Krotiouk y Kumantsov) han sido suspendidos de por vida. Las mafias suelen contactar a los jugadores a través de mensajes de texto en el móvil, emails o chats como el del Skype. Ofrecen una media de 30.000 dólares (más de 20.000 euros) por arreglar el resultado, cifra que tiene más eco entre los competidores de nivel challenger, que ganan unos pocos cientos de euros en cada torneo.

“Federbet ha informado de algunos encuentros en los que los movimientos de las cuotas [de apuestas] previas al partido y durante este no dejaban espacio a la más mínima duda”, explicó la asociación. “Estos partidos tenían como protagonistas a tenistas de segundo nivel que participaban en el circuito challenger. En el circuito ATP, la situación parece haber mejorado, aunque a veces en los encuentros de primera ronda o de rondas previas registramos anomalías más bien evidentes”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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