Gago y Mascherano no conectan
Lo dije el primer día y lo sigo manteniendo: sin centrocampistas no hay paraíso, aunque siempre haya un salvador de la patria
CUARTA ENTREGA
Ver a Argentina es como hacer el camino de Santiago: puedes utilizar diferentes medios de transporte con más o menos glamour y eficacia, pero sabes que llegarás a la meta. Sin brillo, pero como una etapa más en el camino de Maracaná. Su Santiago Apóstol en el horizonte se va acercando.
Comienzo a sospechar que los chicos de Alejandro Sabella sólo darán su carta de identidad en un hipotético enfrentamiento contra Brasil por esa continua rivalidad. Observo tres dimensiones distintas en el juego argentino. O conservan el equilibrio precavido con una posesión inocua entre Mascherano y Gago y sin ninguna profundidad, o relampaguea Di María con acciones que simulan una avispa en un recipiente cerrado —a toda velocidad—, pero siempre con aporte y atrevimiento, o Messi saca del apuro con alguna maldad que siempre tiene en el albarán. Lo dije el primer día y lo sigo manteniendo: sin centrocampistas no hay paraíso, aunque siempre haya un salvador de la patria.
BAJO SOSPECHA
Gago es el patrón y Mascherano el capitán del yate, pero sus cartas marinas andan cambiadas. No conectan. De la trilogía ofrecida por Argentina en la fase de grupos, hemos llegado a una idéntica cuarta entrega y síntomas similares. Gago tiene un buen manejo de balón, pero con el ritmo cambiado para la alta competición. Mantenía esas constantes en Europa y ahora que se ha aletargado algo más en Boca le resulta insufrible en el esfuerzo, el ida y vuelta del juego. Mascherano lleva viviendo en el fondo tanto tiempo que ha perdido presencia y plano en la medular. Limitar todo a que Messi resuelva el conflicto es una invitación a la sospecha. Decir que Benaglio fue un sobresaliente rival en el portería no justifica el riesgo que corrió Argentina por desarrollar su fútbol de arreones. Los rivales destripados por el camino no evaluaron su fortaleza. Suiza, neutral políticamente, pero armada hasta los dientes en su guerrilla conservadora, aunque siempre en clave diplomática —nunca ganan a nadie en serio—, telarañó con Inler, Xhara y Behrami la vía Messi. Su inocencia ofensiva colaboró en que la taquicardia argentina no fuera angina de pecho. Paso adelante albiceleste pero con cautela. Aguante Argentina¡¡¡
CON SORNA
Que un entrenador se queje de los árbitros, está regular. Que lo haga un entrenador de un equipo grande , aún peor. Pero que lo haga Scolari como seleccionador de Brasil, es de poca categoría. Advertirnos que tiene miedo del proceder de los árbitros en este Mundial, es inducirnos a pensar que el penalti pitado a su favor contra Croacia , no fue un error humano. Quizás sepa más que nosotros….hasta demasiado.
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