“Suárez llevaba 20 minutos acalambrado cuando hizo el gol”
El seleccionador uruguayo, Óscar Tabárez, destaca el sacrificio de su estrella El '9' dedicó sus tantos a su kinesiólogo, enfermo de cáncer
La estación paulista de Luz es una clásica construcción civil victoriana. No desentonaban en ella los cientos de ingleses apostados en el andén, esperando el convoy de Itaquerá, el jueves por la mañana. El cielo estaba encapotado, hacía frío y caía una lluvia fina. Como en Londres, pero en el medio de Brasil. Los únicos que parecían extraños en aquel paisaje eran los ruidosos uruguayos. Gente orgullosa, resuelta y socarrona, al ver los voladizos del Itaquerão desde el convoy que los llevaba al estadio, se emocionaron. “¡Miren!”, dijo uno, “¡vamos a ver el partido bajo techo!”. “Calláte!”, le amonestó su amigo, “¡los uruguayos vemos el partido bajo la lluvia, carajo!”.
La ‘garra charrúa’ se expresaba en cada sentimiento, en cada aficionado, y en cada jugador, cuando el jueves por la tarde Uruguay enfrentó a Inglaterra en un duelo desesperado porque la derrota suponía la práctica eliminación de la Copa. Nadie manifestó mejor esa tenacidad que Luis Suárez. Suárez había sido operado del menisco de la rodilla izquierda el jueves 22 de mayo.
Dedicó sus goles a su a su kinesiólogo, que sufre un cáncer grave, pero abandonó su tratamiento para atenderle
El miércoles, el seleccionador inglés, Roy Hodgson, especuló que su equipo jugaría con ventaja frente a un futbolista que estaría “al 50 por cien”. El delantero reapareció 28 días después de la intervención quirúrgica, en unos plazos que hacían pensar a los médicos ingleses que seguía convaleciente. Al acabar el partido, el propio Suárez se ocupó de recordarles que se habían equivocado: “El entrenador inglés dijo que jugarían contra un futbolista que estaba al 50%. Pero hoy se ha visto que yo estaba al 100%”.
El atacante del Liverpool, de 27 años, metió los dos goles de la victoria de Uruguay en una tarde que quedará inscrita en la historia de los Mundiales con el sello de las gestas individuales y los prodigios científicos. Sus compañeros le llevaron en volandas al acabar el partido y su seleccionador, Óscar Tabárez, torció la boca como Dick Tracy para dictar sentencia. “Inglaterra”, dijo, “logró empatar el partido y ese momento fue muy difícil para nosotros porque venían levantando. Pero pudimos volcar el resultado a nuestro favor. Eso no tiene nada que ver con la plantificación táctica sino con la resistencia y la categoría del futbolista. Suárez hacía 20 minutos que estaba acalambrado. Eso habla por sí solo de que no seremos un gran equipo, no seremos muy atractivos, pero tenemos jugadores que dejan todo en la cancha y tienen un gran cariño por nuestro fútbol y por nuestro país”.
Suárez salió del Itaquerão dando las gracias. A su mujer, a sus hijos, y a su kinesiólogo. “Si no fuera por Walter Ferreira yo no estaría aquí”, dijo. Todos en la expedición de Uruguay supieron de inmediato el valor del abrazo dedicatorio del primer gol. Cuando Suárez metió el 1-0 corrió hacia el hombre robusto que estaba junto al banquillo y le señaló mirando a las tribunas. Desde hacía muchos años Walter Ferreira había sido el recuperador de la selección celeste y en el vestuario le guardaban un reconocimiento especial. Sufre un cáncer grave pero interrumpió el tratamiento para ir a Sete Lagoas a cuidar de Suárez. En Montevideo confesó a sus amigos que, a sus 63 años, ya no volvería a acompañar a la selección a más torneos. Brasil sería su puerta de salida
Ferreira se ocupó de restablecer funcionalmente la rodilla de Suárez después de la operación. La mujer del futbolista le llevaba en coche hasta su casa en la localidad de Cerro y ahí, en un clínica doméstica, le aplicaba los masajes y le ayudaba a completar ejercicios específicos. “¡Ferreira es un curandero!”, se reía ayer el periodista uruguayo Atilio Garrido, autor de ‘Maracanazo, la historia secreta’, “¡a mí también me curó de una lesión!”.
Hay operaciones de menisco que han acabado con la carrera de futbolistas. Maceda fue el caso más recordado en el fútbol español y otros, más recientes, como el de Varane, señalan la naturaleza impredecible de estas intervenciones. Desde ahora, Suárez puede convertirse en un modelo de estudio médico. Pero será imposible de comprender sin el espíritu que envuelve a una selección mítica.
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