El futuro de España es su pasado
Del Bosque se plantea dejar el cargo, pero la federación pretende que siga y guíe la renovación
En la sala de espera del Mundial nada preocupaba más a Vicente del Bosque que la mirada de sus futbolistas. Necesitaba interpretar si después de tantos triunfos aún tenían apetito para competir al máximo, si perduraba el fervor de estos años. El técnico se convenció de que el núcleo de la plantilla aún era adicto al éxito, nadie vaciló, nadie dio síntomas de padecer de actualidad. Se lo habían demostrado en París, en el abordaje a Francia para asegurar la clasificación mundialista. Los pretorianos le hicieron ver al técnico que no estaban empachados, que Brasil era un aliciente extraordinario. Si no se habían tirado a la bartola con la resaca tras levantar una Eurocopa, y luego un Mundial y todavía una Eurocopa más, no se esperaba que lo hicieran ahora. Para gente como Casillas, Xavi, Alonso o Villa, por citar algunos de los más curtidos, desde 2008 la selección siempre había sido un refugio terapéutico para sus baches en los clubes. Algunos llegaron a sentir que la selección era su primera casa y, salvo el paréntesis por aquella borrasca de los clásicos de la era Mourinho, la armonía ha sido una constante, sin un altercado que reseñar, sin bocazas o metedores de pata.
El vivero de la Sub 21 tomará el relevo junto a futbolistas comoDe Gea, Koke, Isco, Thiago...
El seleccionador mantuvo el forro del equipo con su columna principal –once de los 23 elegidos para Brasil habían ganado los tres títulos cosechados por la Roja en esta época-, pero no fue tan conservador como pueda pensarse. Hizo siete cambios respecto al grupo de Sudáfrica 2010, lo que supone una reforma del 30%. De la Eurocopa de 2008 al Mundial africano se hicieron ocho relevos, y luego hubo cuatro alternativas entre Johanesburgo y el Europeo de 2012. Las lesiones de Thiago y Víctor Valdés trastocaron algo los planes de Del Bosque, pero en lo sustancial no hubo clamor alguno sobre la lista definitiva, ni en la “mediosfera” ni fuera. Ningún ilustre se quedó en tierra, más allá de la decisión final sobre Navas, Negredo o Llorente, ninguno de los cuales fue nunca titular ni lo hubiera sido en esta ocasión.
Pese al largo recorrido de muchos de sus futbolistas, la media de edad de la plantilla se acercó mucho a la de otros campeonatos. La final de Viena se jugó con un promedio de 26 años y un mes, la de Johanesburgo con 26,8 y la de Kiev con 27,1. Ante Holanda la media fue de 28,3 y frente a Chile de 27,4. La mayor experiencia se concentró en el medio campo, donde España cuece todo de forma tan singular, donde no todo el mundo está capacitado para el simposio de fútbol al que acostumbraba esta selección. En el eje, donde anidan jugadores enciclopédicos como Alonso o Xavi, también se alinean Pirlo con Italia, Gerrard con Inglaterra o Lahm con Alemania.
Modulado el equipo, el convoy español ensayó por Estados Unidos –como muchas otras selecciones- y se acuarteló en Curitiba, en unas magníficas instalaciones del Atlético Paranaense. Este grupo huye del calor, le abriga la fresca, así que se inclinó por un clima a su gusto. Lo mismo que ya hizo en otras concentraciones que acabaron de forma triunfal. Sin ir más lejos, en la última Eurocopa se refugió en un remoto paraje polaco donde pegaba el biruji y luego jugó algunos partidos con la solana de Donetsk y Kiev. “Estamos enchufados, estamos enchufados”, repetían los más veteranos del séquito en la reclusión en Paraná.
Todo estaba en marcha sin mayores sobresaltos que las molestias físicas de Alba, Costa y Piqué, lo normal en todas las selecciones a estas alturas del calendario. Del Bosque ordenó un primer equipo titular con tres campeones de la Champions (Casillas, Alonso y Ramos), el mayor goleador seleccionable del curso (Diego Costa), el futbolista más distinguido del vencedor de la Premier (Silva), un titular fijo del Chelsea, donde defender es un decreto capital (Azpilicueta), y cinco jugadores del Barça (Piqué, Alba, Busquets, Xavi e Iniesta). Cabía discutir que los azulgrana no han tenido su mejor año, pero en el primer acto ante Holanda Xavi e Iniesta fueron los mejores. Hasta que se desencadenó la imprevista tromba y España se descuartizó por completo. De repente, el equipo incubó un virus con el que nadie contaba, como esas pájaras de campeonato que un día afecta sin cita previa a los ciclistas más épicos y legendarios. La epidemia afectó a todos, veteranos y novatos. Nadie era el que era. La técnica abandonó a unos y el físico hasta le hizo burla al futbolista más exultante del mundo hace un mes, Sergio Ramos, al que Robben casi desmaya en una carrera. Un aviso general e inequívoco de que había llegado la hora para una generación gloriosa. El destino no le concedió un partido de vuelta con Chile, donde ya no hubo piernas ni cabeza. Un partido para el remate final y una amarga despedida.
El fútbol no atiende cuestiones del corazón así que para muchos, los que ya tenían decidida la jubilación internacional y los que se lo iban a pensar, la situación ha resultado traumática. Es el caso de Xavi y Villa, que han puesto su punto final a la selección con una mirada perdida desde la suplencia con los chilenos. Tras el bajonazo habrá que ver qué deciden Xabi Alonso e Iker Casillas, que no han ofrecido su mejor versión, o Fernando Torres. Por ahora, ninguno ha dado pistas de que quiera dejarlo, pero pudiera ser que optaran por un paso lateral tras años y años de sobrecargas. Hagan lo que hagan, la federación tiene previsto rendir honores a toda la quinta antes de fin de año. Todos serán homenajeados coincidiendo con un partido de la selección y se aprovechará el acto para entregar la medalla por los 100 encuentros internacionales a Ramos, Puyol y Torres.
El presente inmediato pasa por el vivero de la Sub 21, categoría fortalecida desde la llegada de Del Bosque a la absoluta. Para el salmantino, el tránsito por esa categoría es casi obligatorio antes de dar el gran salto. Sus guiños al segundo equipo han sido constantes, con convocatorias para Bartra, Nacho o Deulofeu, por citar algunos casos. Ellos tomarán el relevo, junto a futbolistas como De Gea, Koke, Isco, Iturraspe, Thiago, Carvajal, Alberto Moreno e Íñigo Martínez.
En cuanto a Vicente del Bosque, responsable como es, se plantea ahora dejar el cargo. Se siente parte capital del fracaso y no es de los que mira para otro lado o pone el ventilador en marcha. Los rectores de la federación quieren que continúe en el cargo a toda costa e intentarán convencerle de ello. Ayer mismo, tras el varapalo, la jefatura federativa insistía de forma machacona en que ni se plantean una alternativa, no vislumbran un escenario sin Del Bosque, al que consideran el mejor guía posible para liderar la reforma. “No hay una segunda opción, queremos hablar con él largo y tendido para convencerle cuando regresemos a España”, sostenía un alto cargo de la federación. Ni siquiera contemplan ofrecerle el puesto de director técnico, como era Fernando Hierro. Con contrato hasta la Eurocopa de Francia de 2016, quieren que abandere el porvenir como seleccionador, desde el banquillo. Quizá porque el mejor futuro de esta España hoy penitente está en su pasado, en no alejarse un dedo del camino de los últimos seis años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.