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“¿Cuál va a ser nuestra imagen en el mundo? Me da vergüenza”

El campeón mundial con Brasil en 1994 analiza los problemas sociales, la organización y la presión sobre La Canarinha

Bebeto, a la derecha, junto a su hijo Mattheus, al que dedicaba los goles en el Mundial del 94 imitando que acunaba a un bebé.
Bebeto, a la derecha, junto a su hijo Mattheus, al que dedicaba los goles en el Mundial del 94 imitando que acunaba a un bebé.

José Roberto Gama de Oliveira acaba de cumplir 50 años, pero sigue teniendo la cara de niño que le dio el apodo por el que es conocido mundialmente: Bebeto. Actor principal de aquel Superdépor que agitó el fútbol español en la década de 1990, pichichide la Liga 1993, fue campeón Mundial en 1994 compartiendo delantera con Romario y llegó a la final del Mundial 1998 compartiendo delantera con Ronaldo. Tras retirarse en 2002, ejerció de representante de futbolistas y financió algunas escuelas para niños. Hoy es diputado estatal por Río de Janeiro y forma parte del Comité Organizador Local del Mundial 2014, una labor menos tranquila de lo que cabía esperar.

Pregunta. ¿Confía en que el sentimiento festivo y futbolístico que siempre caracterizó a Brasil se imponga sobre la fuerte ola de descontento social?

Respuesta. Yo siempre he sido un hombre optimista. Por desgracia, no pude jugar un Mundial en casa… Hoy estoy contento de estar participando en la Copa, aunque sea entre bastidores, como miembro voluntario del Comité Organizador. No cobro nada por ello: renuncié a cualquier remuneración por amor a mi país. Con respecto a las manifestaciones, son legítimas si son pacíficas, sin vandalismo. El pueblo brasileño tiene que luchar por mejores condiciones en el transporte, por una salud del primer mundo y por una educación excelente. Todo eso va mal desde que yo era un niño y vivía en Bahía. Soy totalmente contrario al desperdicio de dinero público y exijo transparencia al Gobierno.

P. Usted celebró públicamente la entrega de casi 50.000 entradas gratuitas para los trabajadores que participan en la construcción de los estadios.

R. Estoy orgulloso de que Brasil sea la sede del Mundial. Mi trabajo consiste en inspeccionar los estadios y concienciar a los trabajadores sobre la importancia del uso de los equipos de seguridad en las obras. Por supuesto que celebré la entrega de las entradas, porque gracias a ellos se construyeron los estadios para el torneo. Merecen participar de esta fiesta.

La mayor virtud de Brasil es que una una familia Scolari. Hay que creer

P. ¿Cómo puede explicarse la muerte de ocho personas en estas obras?

R. Es lamentable que los obreros se lesionen, peor todavía es peor cuando mueren. Te deja una sensación muy triste. No hay mucho que decir a esas familias, nada va a aliviar su dolor. Es inadmisible que no ofrecieran a los operarios toda la seguridad necesaria para evitar riesgos, pero al mismo tiempo los obreros deben tomar conciencia de la importancia de utilizar los equipos de seguridad. Cada uno tiene que hacer su parte. Nada paga una vida perdida.

Mazinho, Bebeto y Romario celebran un gol en el Mundial de Estados Unidos 1994 con el gesto de acunar a un bebé como dedicatoria al hijo de Bebeto
Mazinho, Bebeto y Romario celebran un gol en el Mundial de Estados Unidos 1994 con el gesto de acunar a un bebé como dedicatoria al hijo de Bebetoap

P. ¿Cuáles son los principales beneficios tangibles e intangibles que traerá la Copa para Brasil?

R. Creo en el legado, creo que dejará mejoras para el pueblo y para los deportistas: creación y ampliación de instalaciones deportivas, escenarios multiuso que podrán ser usados durante todo el año, programas de desarrollo futbolístico que traigan nuevos jugadores, inversiones de empresas extranjeras que generen empleo y aumenten la formación de los funcionarios, mejoras en la movilidad urbana… Espero que la Copa deje como legado para nuestra población transformaciones sociales y económicas compatibles con la realidad de una nación que quiere figurar entre las más importantes del mundo.

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P. ¿Ha cometido la organización del Mundial algún error del que la FIFA deba aprender en futuros campeonatos?

R. Sí. La decisión se tomó hace siete años y Brasil sabía los requisitos que debía cumplir. Un ejemplo es el atraso de algunos estadios; existía un plan. ¿Y los aeropuertos…? No van a estar listos según lo acordado. Yo viajo por el mundo entero y veo las mejoras en los aeropuertos de fuera. ¿Cuál va a ser nuestra imagen delante de todo el mundo? Esto no habla bien de nosotros. Me da vergüenza, porque está en juego el nombre de mi país.

P. La temporada futbolística en Brasil se ha caracterizado por estadios semivacíos. ¿Cuáles son las causas de esta situación, y las posibles soluciones?

R. Las entradas son caras y el fútbol es un deporte del pueblo. No tiene sentido una entrada de 100 reales [32 euros], por ejemplo. Es incompatible con el poder adquisitivo del trabajador. Al haber varias competiciones simultáneas, el aficionado necesita priorizar cuál es la más importante para él. Creo que un equilibrio en los precios podría ser una solución.

El fútbol es un deporte del pueblo. No tiene sentido una entrada de 32 euros

P. ¿En qué ha cambiado principalmente el fútbol de hoy respecto al de hace 20 años?

R. Ha cambiado mucho… Los salarios están cada vez más cotizados; antiguamente no era tan común ver a un jugador haciendo publicidad de varios productos. El césped y las estructuras de los estadios brasileños no tenían la calidad actual. La preparación física de los deportistas cuenta con más recursos ahora, al igual que se ha modernizado el tratamiento y la recuperación de las lesiones. Basta con comparar la Granja Comary [sede de la concentración brasileña durante el Mundial, recientemente renovada] de ahora con la de antes. El fútbol se ha convertido en un gran negocio que mueve millones de dólares, dejando un poco de lado el romanticismo del pasado. Antes se jugaba por amor a la camiseta; hoy parece que está más robotizado.

Transporte, salud, educación. Todo eso va mal desde que era niño y vivía en Bahía

P. Zico, uno de sus ídolos, destacó que la selección no depende hoy de un único jugador. ¿Confía usted en un equipo sin los Romarios, Ronaldos, Bebetos y Rivaldos de otras épocas? ¿Cuál es la mayor virtud de la verdeamarela actual?

R. Siempre dije que un jugador no gana un partido solo, menos aún un Mundial. Hace falta que todo el equipo esté unido, preparado y tranquilo. Y cuando hablo de equipo, hablo de todos los que están, dentro y fuera del campo. Siempre hay jugadores que destacan más, que marcan más goles, pero ningún futbolista gana un Mundial solo. La mayor virtud de la seleccción brasileña es que hay una familia Scolari. Siendo una familia, hay unión, ideales, garra. No creían en la selección brasileña en la Copa de Confederaciones de 2013, y la ganamos… ¡Es eso! ¡Hay que creer!

P. ¿Cuáles son sus tres selecciones candidatas al título?

R. Brasil, por supuesto. Yo siempre destaco a las selecciones con tradición, como Italia, Alemania, Uruguay y Argentina. Pero va a estar muy competido. España es una selección de peso. Solo le faltaba esa victoria mundialista para dar credibilidad a su fútbol.

P. Dígame cinco jugadores jóvenes para seguir en el Mundial.

R. Neymar, Óscar, Bernard y David Luiz. Thiago Alcántara hubiese sido el otro.

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