Kallio impone su calma
Victoria del finlandés en Le Mans por delante de Corsi y Rabat
Hubo una época en que había pilotos que se quejaban del trato que les daba la casa Suter. Se creían menospreciados por la fábrica, que supuestamente especulaba con las piezas nuevas y ofrecía mejoras solo a uno de sus pilotos punteros. Eran tiempos de Marc Márquez en Moto2. Y aquellos rivales que corrían con la misma moto buscaban explicaciones a su superioridad. Visto lo visto, la moto o el supuesto maltrato al que les sometía Suter no eran la razón. Además del propio Márquez, lo certifica estos días la competencia: Kalex ha dado con una máquina completa, fácil de llevar, que gusta a todos por igual y que copa las victorias y los podios de este año (salvo las aisladas excepciones de Aegerter o Simeon, que llevan Suter). Las seis primeras posiciones de este domingo en Moto2 las firmaron pilotos montados en una Kalex. Y la carrera, casi soporífera por momentos, de tan pocas cosas que pasaban en la pista, de tanta igualdad mecánica entres quienes peleaban por subirse al podio, se explicaba (en parte) también por el trabajo de la casa alemana.
La victoria, además de para Kalex, fue para el finlandés Mika Kallio, sereno, experimentado, cerebral, fino y calculador. La mejor apuesta para una carrera como la de este fin de semana en Le Mans. Y es la segunda, consecutiva. Lo que le acerca en la clasificación general a su compañero de equipo, el líder de Moto2, Tito Rabat, que hizo cuanto pudo, con esa piedra en el riñón que le hace pasarlas canutas. Se colocó, por sopresa, Simone Corsi en cabeza tras unos pocos giros. Le dejó hacer Kallio, conservando las gomas, esperando el momento de atacar. Y lo hizo sin prisas y sin riesgos, pues tampoco tenía intención de complicarse la vida Salom, en tercer lugar. Está aprendiendo. Y sabe que los adelantamientos que ganan carreras se hacen al final, lo puso en práctica muchas veces el año anterior en Moto3.
Entretanto, el pelotón se rompía por el intento de Folger, el hombre de la pole, de escalar posiciones. Se colocó cuarto, pero rompió el ritmo y permitió a los tres primeros abrir un hueco con el resto. Le costó poco a Rabat recuperar el cuarto puesto, pero algo más recuperar el contacto con aquellos. Solo empezó a encontrarse bien cuando sobrepasó el ecuador de la prueba: los neumáticos se desgastan y él, fino como pocos, empieza a sentirse más cómodo que los demás; y lo aprovecha, claro.
En una carrera discreta, el de Barcelona logró finalmente subirse al tercer escalón del podio: fue cuarto prácticamente toda la prueba, aunque demasiado lejos de los que buscaban el triunfo hasta que su colega Kallio dio caza a Corsi y favoreció que aquellos dos grupos de tres que rodaron cual amigos de excursión durante casi toda la carrera se juntaran en un solo grupo, más amplio, más peleón, más ambicioso ya. Entonces, a falta de ocho vueltas fue cuando empezaron a pasar cosas, cuando las chicane de Le Mans tomaron protagonismo, y los adelantamientos pusieron algo de gracia al asunto: pasó Kallio a Corsi, que sobrevivió a la persecución de Rabat; pudo Viñales con Folger y Salom y ese cuarto puesto le vale un tercero en la general. Y concluyó sin mayores glorias una carrera tranquila, perfecta para un finlandés sosegado que busca su primer título a los 31 años.
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