La soledad de Zubizarreta
El Barça encomienda la renovación del plantel a un director deportivo discutido en la junta
A Andoni Zubizarreta nunca le fue fácil vivir en el Barcelona, ni siquiera cuando se asomó por la portería porque de buenas a primeras los Boixos Nois le gritaron un humillante “¡Uy!” en un balón que se perdió rozando el banderín de córner. Era su primer partido en el Camp Nou e intentó digerir como pudo la experiencia. A día de hoy, sigue padeciendo una absoluta soledad en el despacho que ocupa como director deportivo porque la junta no le defiende al completo mientras Xavi invita a hacer “borrón y cuenta nueva”. Prudente, Zubi no acaba de visualizar la revolución que le piden los sectores barcelonistas más radicales, aquellos que recuerdan que su política de fichajes en cuatro años ha sido muy austera y cuestionable.
Luis Enrique, Ter Stegen, uno o dos centrales y un lateral son las prioridades
Zubizarreta ha escogido al entrenador: Luis Enrique, después de descartar a Valverde, su preferido, quien tiene un compromiso con el Athletic. También tiene atado a un portero: Ter Stegen. Intuye qué dos centrales precisa el equipo, busca un lateral a ser posible de recorrido y centímetros y sabe que sería bueno contar con ciertas vacas sagradas para asegurar la transición, por mucho que una parte de la directiva se sienta incomodada y le haya dado un ataque de importancia desde la salida del presidente Sandro Rosell, líder en todas las parcelas, sobre todo la deportiva. Los mismos directivos que se sienten complacidos con ver a Luis Enrique como sustituto de Martino están disgustados con Zubizarreta, el que fuera uno de los mejores porteros del fútbol, por apostar por Ter Stegen y no por Courtois.
Guardiola le dijo un día que se iba y es probable que Zubizarreta se equivocara en los tiempos cuando nombró a Tito Vilanova como su sucesor, circunstancia de la que se siente responsable. Pero ningún directivo le reprochó la propuesta, todo lo contrario a lo que le sucede hoy, en que algunos le requieren en la sala de juntas para que explique su plan. A su favor, cuenta, sin embargo, con el aval del presidente, Josep Maria Bartomeu, con quien trabajó en los tiempos de vicepresidente.
La lista de bajas puede extenderse a Alves, Song, Alexis y Cesc, además de Puyol y Valdés
Utilizado como escudo desde la dimisión de Guardiola, Zubizarreta ha sobrevivido a la salida de Rosell con idéntica elegancia a como aceptó la renuncia de Martino hace más de un mes. Y fue sincero en la despedida de Pinto, dos días antes de que se lesionara Valdés, convencido como está de que no es portero para el Barcelona, por mucho que se ofenda Messi, que le ha retirado el saludo. “Si los directivos que le piden cuentas fueran igual de honrados, todo sería diferente”, aseguran fuentes del club, que recuerdan que Zubizarreta fue despedido tras perder la final de la Copa de Europa de Atenas 1994.
Zubizarreta encaja bien y, mientras, insiste en encargar informes a sus colaboradores porque asume: “No podemos equivocarnos”. El equipo puede que no necesite una revolución, pero sabe que no puede seguir como está. Y a base de vuelos low-cost su departamento obra en consecuencia. Al director deportivo casi le dio la risa el día que supo que parte de la directiva le invitaba a dar razones de su trabajo. “Yo voy, pongo los 30 nombres que manejamos encima de la mesa y que decidan ellos”, le dijo al presidente, que se avergonzó por haberle desacreditado tras admitir la dimisión del vasco, que no se produjo. “Perdona, Andoni”, le dijo tras la sanción de la FIFA por el caso de los menores de edad.
Zubizarreta sigue a lo suyo. Así, el Barça recuperará a Rafinha, jugador básico de Luis Enrique en el Celta, y probablemente a Deulofeu (Everton), si se da salida a Tello, Cuenca y Afellay —Puyol y Valdés son baja—, al tiempo que escuchará ofertas por Alves, Song, quizá por Alexis, y tal vez por Cesc. “Es complicado cambiar por algo mejor lo bueno que tenemos”, suele decir Zubizarreta en la soledad de su despacho.
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