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“Se necesita mucho coraje para hacer lo que hizo Dani Alves”

Serena Williams, número uno mundial y ganadora de 17 grandes, reflexiona en esta entrevista sobre su carrera, el racismo, la violencia contra las mujeres y la religión

Juan José Mateo
Serena Williams sirve durante su partido contra la serbia Vesna Dolonc en el Abierto de Australia 2014 en Melbourne.
Serena Williams sirve durante su partido contra la serbia Vesna Dolonc en el Abierto de Australia 2014 en Melbourne.JASON REED (Reuters)

Serena Williams se disculpa educadamente mientras bebe un largo trago de agua para detener el hipo que interrumpe la conversación. “Este es mi truco”, sonríe antes de que comience el Abierto de Madrid (desde hoy y hasta el 11 de mayo, en Antena 3 y La Sexta). A los 32 años, la tenista estadounidense, ganadora de 17 grandes y número uno mundial, abre su discurso más allá de las canchas: de la religión al racismo, pasando por las mujeres maltratadas y la enfermedad de su hermana Venus, esta es una gran campeona en cuya vida hay muchas más cosas que solo raquetas.

Pregunta. ¿En qué piensa la mejor tenista del planeta cuando se sienta en el banquillo?

Respuesta. Rezo en todos los cambios de lado. Pido mantenerme fuerte. Nada más. No es algo así como pedir “Dios, déjame ganar”, porque rezar no debería tratar de eso. Hay muchísimas cosas más importantes que ganar un partido. Hay gente que está pasando por cosas mucho más duras de las que yo pueda experimentar nunca. No quiero ser esa persona egoísta, así que solo pido mantenerme fuerte, positiva.

Rezo en cada cambio. Dentro de la pista me transformo. Soy otra persona

P. Sí habrá rezado porque su hermana Venus, ganadora de siete grandes y diagnosticada en 2011 con el síndrome autoinmune de Sjögren, se recuperara.

R. Hacerlo es humano. Para nosotras es muy importante tener una relación con Dios. Pienso que Dios escucha tus plegarias. Estoy feliz por ella, porque está mucho mejor. Se toma la vida de otra manera: “No necesitaba esto, pero me siento honrada y bendecida por tener la oportunidad de que me ayuden”.

P. Usted misma estuvo ingresada en un hospital tras sufrir una embolia pulmonar [2011] y en abril se tomó un descanso porque estaba mentalmente “muerta”, saturada.

R. Desde que salí del hospital, solo quería jugar, jugar y jugar. Siempre daba el OK para ir a un torneo, sin parar, sin tomarme un descanso. Incluso en la pretemporada, siempre estuve entrenándome. Entonces, tras el torneo de Charlestone, sentí la necesidad de coger aire, soltar la raqueta… y empecé a sentirme mucho mejor. Recuerdo un día en el que avisé a mi padre de que iba a entrenarme. Iba a entrar en la pista, y le llamé: “Todavía no estoy preparada. Cuando lo esté, lo sabré”. Ese momento llegó poco después y no he vuelto a mirar atrás. Ni siquiera me gusta hablar de ello. Estuve en el hospital. Tuve que estar de baja un año. No pude jugar. Eso también me ha permitido extender mi carrera un poco más. Tras aquello, realmente quería jugar.

P. Tiene usted 32 años. Li Na, la segunda mejor, también. ¿A qué se debe que dos veteranas dominen un circuito acostumbrado a jóvenes prodigios?

Al comerse el plátano casi hace una broma. Es una forma de decir: ‘Soy humano”

R. Le he dicho a Li Na que estoy orgullosa de lo que ha conseguido. Todo el mundo es mucho más joven que nosotras, lo que simplemente demuestra que ella es una maravillosa campeona, con deseo y con hambre. Nos sentimos muy bien. A mí, todo lo que me pasó [en referencia a su enfermedad] me hizo mantener el hambre. La gente siempre dice que cuando llegas a los 28 o los 29 años tienes que retirarte. Cuando yo llegué a esa edad, no quise parar. Me dije: “Quiero estar ahí fuera, amo esto, echaría de menos viajar… ¡No quiero quedarme en casa!”. Esa tendencia a retirarse a los 29 está muriendo. Ahí está Roger Federer [cumplirá 33 años en agosto]. Lo disfrutamos. No queremos parar.

P. ¿Qué le robaría a Federer?

R. Cogería todo su juego. No creo que él quisiera nada del mío. El suyo es muchísimo mejor.

P. ¿No querría él tener su intensidad?

R. Quizás. Él tiene otro tipo de intensidad: en la pista es superintenso, pero contenido. Yo, ahí fuera, en la pista, soy superintensa sin contenerme. Me transformo. Es raro. Me convierto en otro tipo de persona. Me enorgullezco de lo que hago, sea lo que sea. Me enorgullezco, por ejemplo, de mi trabajo cuando estoy diseñando algo. Pongo mi corazón y mi alma en ello. También en el tenis.

P. En el tenis femenino está permitido pedir consejo a los entrenadores, que bajan hasta el banquillo. ¿Por qué usted no lo pide?

R. Solía pedirlo porque todo el mundo lo hacía. Pensé: “pues yo también, ¿verdad?”. Fue una equivocación. Me encanta la historia del tenis. En los años 50, 60, 70, 80, 90... nunca nadie pudo hacer eso. Siempre se trató de resolver los problemas tú misma. Esto es tan sencillo como que o tú resuelves el problema o pierdes. Yo sé una cosa: mentalmente, puedo hacer cualquier cosa en la que ponga mi cabeza, que me proponga. Siento que si puedo resolver algo en la pista me ayudará a enfrentarme a situaciones en la vida que son mucho más duras. La vida no es solo tenis. La vida es crecer como persona. Nunca sabes en qué posición te vas a encontrar en la vida, así que yo intento resolver los problemas por mí misma. Ahora mismo no quiero llamar a un entrenador. ¿Lo haré en el futuro? Quién sabe…

Mentalmente puedo hacer cualquier cosa en la que ponga mi cabeza, que me proponga

P. Es decir, disfruta más del reto estratégico que del físico.

R. Para jugar al tenis tienes que tener estabilidad mental. Es parecido a las matemáticas. Soluciones, hay que buscar soluciones, hay que encontrar soluciones.

P. Participa en una campaña de sensibilización ante la violencia contra las mujeres en España. ¿Sabe que en este país, el domingo, un espectador le tiró a Dani Alves, del Barcelona, un plátano, implicando...?

R. Que es un mono.

P. Alves peló el plátano y se la comió. ¿Qué piensa de un país en el que estas cosas pasan?

R. Que se necesita mucho coraje para hacer lo que él hizo, para casi conseguir hacer una broma de ello. También fue una forma de decir: “Soy un hombre, soy humano, todos los somos”. Todos somos humanos. Todos venimos del mismo sitio. Hay que seguir luchando. Veo los carteles de “No al racismo” en los partidos de fútbol. Es una buena iniciativa, o un buen comienzo. De lo que se trata es de educar a la gente. Si educamos a esta generación, la siguiente será mejor, y la siguiente será mejor… Obviamente, todavía hay muros que deben ser derribados. Espero que caigan.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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