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Mourinho revuelve la Premier y atormenta al Liverpool en Anfield

El Chelsea derrota a los 'reds' (0-2) tras aprovechar un enorme fallo de Gerrard y coloca al City como principal candidato al título

GORKA PÉREZ
Gerrard lamenta su fallo en el gol del Chelsea
Gerrard lamenta su fallo en el gol del ChelseaClive Brunskill (Getty)

Había amenazado Mourinho con alinear un equipo de suplentes "porque el Chelsea no se juega nada en la Premier" y con el paraguas de las semifinales de la Liga de Campeones bien abierto para que se vea, trasladando toda la presión del partido al Liverpool, líder y candidato principal al título de liga 24 años después de haberlo conseguido por última vez. Ganó el partido el equipo del portugués, que aunque en la retaguardia sigue con opciones de conseguir el título, ahora más favorable al Manchester City (que derrotó a domicilio al Crystal Palace 0-2), que de empatar con el conjunto de Brendan Rodgers a 86 puntos (si los dos equipos ganan los partidos que le restan), se llevaría el título por diferencia de goles.

Total, que el Chelsea se plantó en Anfield con un equipo mixto entre suplentes (Ba y Kalas), sancionados para la vuelta ante el Atlético (Lampard y Obi Mikel), y los que no pueden jugar en Europa por haberlo hecho con sus exequipos (Salah y Matic, que habían formado antes con Basilea y Benfica respectivamente). El resultado fue un equipo compensado que bloqueó a un Liverpool al que por primera vez en la temporada la faltó paciencia y templanza para rehacerse de un error de su capitán Gerrard.

LIVERPOOL, 0 - CHELSEA, 2

Liverpool: Mignolet; Johnson, Skrtel, Sakho, Flanagan (Iago Aspas, m. 80); Gerrard, Allen, Lucas (Sturridge, m. 59); Coutinho, Sterling, Suárez. No utilizados: Jones, Agger, Cissokho, Kolo Touré, L. Alberto.

Chelsea: Schwarzer; Azpilicueta, Ivanovic, Kalas, Cole; Lampard, Mikel, Matic; Salah (Willian, m. 60), Ba (Fernando Torres, m. 83), Schurrle (Cahill, m. 77). No utilizados: Hilário, Ginkel, Baker, Ake.

Goles: 0-1. M. 48. Ba. 0-2. M. 93. Willian.

Árbitro: Martin Atkinson. Amonestó a Salah, Lampard, Fernando Torres, Ashley Cole.

Anfield. Unos 45.000 espectadores.

Sería probablemente cosa del destino, siempre trilero en esto del fútbol, el que se fijase en Gerrard para concentrar en él todo el infortunio acumulado durante los últimos 24 años (los que hace que el Liverpool no se hace con el título de la Premier). Un pase dócil, manso, almidonado, del musculoso central francés Sakho al capitán de los reds, resultó el comienzo de una hecatombe. Primero porque el balón resbaló por debajo de los tacos de la bota derecha de Gerrard como si esquivasen una caricia innecesaria, y después, esos mismos clavos poco afilados no se abrazaron al césped cuando su dueño emprendía desesperado la carrera por recuperarlo. El beneficiario fue Ba, un jugador con el que Mourinho no cuenta pero que le metió en las semifinales de la Liga de Campeones tras marcar el gol decisivo en la vuelta de los cuartos ante el PSG, y que lanzó la carrera ante un desprotegido Mignolet que no pudo detener el disparo del delantero francés.

Gerrard, candidato sin discusión a entrar en el once ideal de la Premier y seguro titular con Inglaterra en el Mundial de Brasil, colocaba a su Liverpool en medio de un desierto de camisetas azules, concentradas desde el gol de Ba en evitar cualquier asomo de rebelión. Anfield, que coreó el You´ll never walk alone con la garganta más afinada que se recuerda en las últimas dos décadas, se quedó mudo.

Restaba eso sí, la segunda parte al completo para dar la vuelta al marcador. Se empleó a fondo el Liverpool, con Luis Suárez desatado, pero Schwarzer detuvo los lanzamientos del uruguayo, además de dos buenos remates de Allen a los que el meta australiano, de 41 años y titular en el tramo final de la temporada por la lesión de Cech, respondió con soltura. Bien defendido por Ivanovic y Kalas, al primero lo colocó Mourinho como central asesor del joven canterano, el Chelsea, que dosificaba mejor los esfuerzos, iba poco a poco conteniendo al cada vez más pasional y menos ordenado Liverpool.

El resultado final de esa superioridad física en la que Matic sobresalió por encima del resto (es un gigante al que resulta complicado arrebatarle el balón ya sea por bajo o asomando por encima de los 194 centímetros que levantan su cuerpo del césped), tuvo su última expresión en el segundo tanto de los blues, obra de Willian tras recibir un pase de Fernando Torres, que se recorrió más de 60 metros sin nadie que le persiguiera. El tanto fue celebrado con efusividad por Mourinho junto a los aficionados londinenses.

La amenaza previa del técnico portugués surtió efecto, agigantó los nervios del Liverpool, descargó de presión a los suyos y le colocó de nuevo bajo el foco de la Premier.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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