Viñales exhibe su talento
El español debuta en la categoría con una victoria inteligente Rabat es segundo y Aegerter, tercero
A Maverick Viñales le sobra talento. Tardó cuatro carreras en conseguir su primera victoria en el mundial. Tenía 16 años, nunca había estado en Le Mans, pero le importó bien poco. Aquel año ganó hasta en tres ocasiones más. El siguiente peleó por el título de Moto3. Y el año pasado lo ganó. En la última carrera, en un todo o nada memorable. Sito Pons ya le había echado el ojo. Y no le falló el olfato. El chico de Roses terminó cuarto la primera prueba del año, en Catar, en su estreno en la categoría de Moto2. Y este domingo, en Austin, uno de los circuitos más técnicos del calendario, dio toda una exhibición. De madurez, paciencia, y excelencia al manillar. No cometió un solo error, esperó su momento, y cuando apenas quedaban cinco vueltas atacó. Adelantó a Aegerter en una de las zonas más complejas y más bonitas del trazado tejano: al final de aquella sucesión de eses que dibujan el primer parcial del Circuito de las Américas, entre la curva siete y la ocho, con un cambio de dirección elegante y, a la postre, letal.
¿Le sorprende el rendimiento de Maverick?, le habían preguntado a Rabat un día antes. “En absoluto”, exclamó. “Ya me ganaba cuando era pequeño”.
A Maverick Viñales le sobra talento. Lo sabía bien uno de sus rivales, Tito Rabat, el gran favorito al título. ¿Le sorprende el rendimiento de Maverick?, le habían preguntado un día antes. “En absoluto”, exclamó. “Ya me ganaba cuando era pequeño”. Y eso que se llevan seis años de diferencia. Pero no le importa al catalán, aprende rápido. Y lo demostró ya en Catar, donde se apuntó la vuelta rápida de la carrera. Lo volvió a hacer este domingo en tierras americanas, pero acompañó la gesta con otra mayor: el triunfo. Lo que más llama la atención, sin embargo, no es que ganara, sino cómo lo hizo.
Se había clasificado con el cuarto mejor tiempo. Se sabía bien colocado, pero lejos de perder los papeles, prefirió tomar distancia para evitar problemas en la salida: la primera curva puede convertirse en un embudo por el que termina siendo difícil pasar; de hecho, lo fue para un buen puñado de pilotos en la cola del pelotón. Viñales era octavo en las primeras curvas. Y tras una primera vuelta ganó posiciones cuando, por delante de él, Zarco (muy pasado) se llevó por delante a Simón al acercarse a la 11ª curva, otro punto crítico, una horquilla compleja que exige de una buena frenada. Tras dos vueltas ya era tercero. Y no se movería de allí por mucho tiempo.
Estudió a Aegerter y a Simeon al tiempo que les perseguía con aparente facilidad, con una trazada delicada y, como se vería después, sobrado de ritmo. Vio a Simeon cometer un error tras doce vueltas en la primera curva, al final de recta. Otra fuerte frenada en la que también erró Rabat, que ha tenido problemas con el embrague (no entraba la primera marcha para salir de las curvas lentas) durante todo el fin de semana y parece acostumbrado a las remontadas. Poco después de aquello, con una tumbada a la izquierda y otra la derecha, se deshizo de Aegerter. Y la carrera terminó. Al final de aquella vuelta ya le sacaba un segundo al suizo, que fueron dos un giro más tarde. Y así llegó a la meta, solo, disfrutando del paseo y marcando la vuelta rápida de la carrera y el nuevo récord del circuito. Tras él, muy lejos, Rabat, que culminó la escalada con un postrero adelantamiento a Aegerter. Ambos, con cinco años de experiencia en Moto2 el suizo, con tres el español, se rindieron a la maestría del novato.
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