Tony Martin ensaya una contrarreloj y se lleva la segunda etapa

Era lugar de brujas, de contrabandistas, de parajes bucólicos, de emboscadas, de caseríos y prados, de montes y praderas. Toda una invitación al descanso. Nada de akelarres y lamiak (brujas) en la carrera, todo según el guion previsto tras la primera batalla. No era el día para sortilegios, así que era el día para los aventureros. La planificación es siempre a futuro para intrépidos senderistas como Tony Martin, el más acreditado contrarrelojista del mundo, que utiliza esta y todas las carreras para ganar lo que tiene que ganar: su lucha contra el crono y, sobre todo, el Mundial. Todo son inversiones para un objetivo final: el Mundial; y lo que se tercie, se gana y punto. Y ayer ganó la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco tras una escapada en compañía y una contrarreloj de doce kilómetros en solitario que le pusieron las piernas a punto, que le midieron el alma el corazón, que le enseñaron el camino.

Cuando se fue de sus compañeros de fuga, parecía un fuguista que sabía lo que se hacía. El alemán había calculado sus posibilidades y una vez en marcha, abrió la boca como los lagartos al sol que ya no hacía y no la cerró hasta que cruzó la meta de Urdax. No era aliento de cansancio, sino de fuerza. La boca abierta, las piernas tersas y la mirada al frente. Una contrarreloj en toda regla con final feliz.

Por detrás, tratándose de akelarres, Valverde no desperdició la oportunidad de un sortilegio y lanzó un par de ataques a los que Contador respondió con soltura y con atención. Los brebajes conviene no beberlos. Y ambos llegaron juntos a la meta, La guerra psicológica continua. Tony Martin hizo su guerra; Valverde y Contador, la suya. Y Contador sigue líder.